miércoles, 20 de diciembre de 2023

Foguerons

La victoria de la luz sobre las tinieblas continúa celebrándose en la isla después del solsticio de invierno. Tras la Navidad, tiempo del sol invicto, de dioses y de ángeles, es el turno de los demonios y sus fuegos, de las cálidas y brillantes llamas de los númenes de la tierra. Llegan las festividades de San Honorato y San Antonio, y con ellas los foguerons que prenden los diablos encargados de ello (o quienes les sustituyen ad hoc) en las plazas de muchos pueblos de Mallorca. Son hogueras generosas que aportan calor en la noche fría y brasas imprescindibles para cocinar las ricas viandas que cada cual ha dispuesto en alguna de las múltiples parrillas plantadas en la vía pública.


El gesto de prender las fogatas nos recuerda a Prometeo, titán amigo de los hombres que les entrega el fuego que roba a los dioses. Y es que aquí en la isla, los demonios son amigos del personal. Se sabe dónde viven y tienen vestidos inconfundibles que se reconocen a la legua; pero no se crea que se los toma a la ligera. Zurran al que pillan desprevenido, y si uno no se resguarda adecuadamente de sus bestias de fuego, artefactos incendiarios y pirotecnia, puede acabar en el dispensario médico con quemaduras.

Ángeles caídos por su amor a las mujeres y a los hombres según cuenta el mito, dibujan campos de estrellas sobre la geografía de la isla. Un planisferio de luces llameantes en la noche análogo a la bóveda celeste, hacia la cual se elevan chispas ardientes como precursoras del ascenso de nuestro pensamiento por regiones remotas donde todo es más auténtico.


Imágenes
1. Brasas ardientes de los foguerons.
2. Un dimoni durante los foguerons de Pina.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



martes, 5 de diciembre de 2023

El pesebre de Algaida

El sol, invencible, ha dejado de descender y triunfa sobre las tinieblas. Se ha detenido en este mismo instante y en el cielo se ha abierto una puerta que los antiguos llamaban la puerta de los dioses. Es el solsticio de invierno, un hito en el ciclo anual y en la conciencia de quienes conocen su profunda significación.

Las escenas fijas del pesebre parecen sumarse a este momento que siendo paradójicamente el más oscuro del año, es también el más luminoso. Una luz de otro orden es alumbrada en el interior de una cueva, en los corazones de cada hombre y cada mujer permeables a las influencias del Espíritu.

Así lo transmiten los dioramas de este Belén de la iglesia de Algaida, realizado con todo amor por un artesano que Navidad tras Navidad nos ha regalado, durante muchos años, un escenario único e irrepetible que invita a la contemplación. Sumémonos al rito y quieran los hados, o los cuerpos celestes, guiarnos a través de la brecha que se abre en la bóveda celeste. En el centro del portal que arropa al niño recién nacido se halla el eje invisible al que poder asirnos para ascender más allá del cénit. ¡Vamos, vamos a Belén, a la casa del pan de vida!




Imágenes:
1-2-3. Dioramas del pesebre de Algaida, diciembre de 2019.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



sábado, 11 de noviembre de 2023

11 de noviembre

Escribe el poeta:

Nuestra galaxia no es sino el intervalo respiratorio de un hombre grande. Navegaremos entre las islas en busca de nuestro destino. Cada vez uno se acostumbra más a esta idea. La de un viaje perpetuo hacia el dónde y el cuándo. Afortunadamente esta situación tiene una salida olvidada, una puerta que se nos muestra ayudados por ciertos ritos mágicos y muchísima paciencia. Se está hablando de trasponer el cosmos, que es a la vez la entrada y la salida (1).

Y aquí seguimos, navegando contigo al frente.


Nota:
1. Federico González, En el Vientre de la Ballena. Textos Alquímicos. Ed. Obelisco, Barcelona, 1990.

Imagen:
1. El caduceo de Mercurio siguiendo al sol poniente, S’Estanyol de Migjorn, Lluc-major.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



domingo, 5 de noviembre de 2023

Niebla

La niebla es la respiración contenida de la isla. Una humedad que la tierra y lo que en ella tiene raíz intentan devolver al cielo en forma de vapor acuoso aportándole calor; pero el aire frío y denso, además comprimido por la presión atmosférica, se resiste a que vuele a lo alto. En esta mañana brumosa de otoño, los paisajes se han difuminado y lo que ayer era un horizonte distante y diverso se esconde ahora tras el espeso tejido de gotas microscópicas que envuelve al caminante y promueve su concentración, pues apenas tiene donde mirar sino hacia su interior.

Todo se ha aquietado y resulta muy próximo, lo cercano es lo único que tiene forma. Lo cercano, y también un disco solar que se afirma como un débil foco de luz difusa en el techo abovedado de una caja cósmica que de repente se ha hecho pequeña. Como si a Gea la hubiese vuelto a penetrar Urano y estuviese apretándola en un abrazo de alcance gigantesco para disminuirla, a ella y a sus gérmenes, a fin de evitar que se sigan expandiendo a los cuatro vientos. Vientos que por cierto contribuyen decisivamente a este espectáculo de la Naturaleza con su abstención, de tal forma que cuando uno entrevé una ola en el mar se pregunta, sorprendido, en qué lejano país se habrá generado.

Una contracción necesaria para que las semillas se alimenten, las plantas beban y la vida siga su curso en los bosques tropicales y la laurisilva, así como hoy también en esta isla mediterránea. Hay árboles como el pino que atrapan a la humedad del aire con sus hojas aciculares y la precipitan gota a gota, regándose pacientemente a sí mismos.

Entra la brisa marina del mediodía y se desvanece esta tenue arquitectura edificada por los elementos. En el teatro del universo, esta breve obra a la que acabamos de asistir se termina levantando el telón. La niebla se ha disipado y todo adquiere profundidad, contorno y amplitud.


Imagen:
1. Paisaje con niebla, Campos.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



viernes, 20 de octubre de 2023

Y el mar, siempre el mar

Omnipresente, majestuoso, rodeando la isla por completo. A veces apacible y calmo, otras desatando su furia, peligroso, desafiante, indomable. Portador de pasajeros, lluvias y alimentos.

Para muchas culturas tradicionales es el símbolo de la sustancia primordial indiferenciada y del crisol de la vida. Sus aguas se equiparan al Alma del mundo, tanto a la psiqué agitada constantemente como al alma superior emparentada con la vida de los dioses.


Misterioso, profundo, signado por un movimiento continuo, refleja visualmente la música de las esferas a través de los ritmos de sus ondas. Escultor sagrado, con suavidad o con bravura pule todas las aristas, corroe metales y descompone organismos contribuyendo a sepultar y a regenerar la vida.

Cementerio de antiguas civilizaciones, en sus simas reposan templos y palacios, grandes tesoros, humanidades pasadas o por venir. Y en medio de su inmensidad, emerge siempre una isla, una tierra firme y virgen capaz de albergar un mundo nuevo.

O quizás la isla sea sólo un sueño. El sueño de la auténtica utopía que se aloja más allá del sol y las estrellas, más allá del mar y del cielo, más allá de este finito que llamamos universo.


Imágenes:
1. Caló des Borgit, Santanyí.
2. Playa de Can Pastilla, Palma.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



jueves, 5 de octubre de 2023

El centro de la isla

No hay periferia sin un centro preexistente. No hay isla sin un corazón que le de la vida. Y no es fácil encontrarlo, pues no se trata tanto de un lugar físico (aunque también lo haya) como de un estado de la conciencia.

El viaje mítico comienza en el confín del bosque comunal de Lloret de Vistalegre. En la entrada sólo figura un mapa genérico mostrando los diversos puntos de interés de la zona: el aljibe, la capilla de Sant Francesc, los abrevaderos de las ovejas, la oculta cueva d’en Dainat y la piedra que uno anda buscando, la que señala el centro geográfico de Mallorca (1).


Ya dentro del recinto, se encuentran muchos caminitos y pocos indicadores, así es que se emprende la marcha un tanto a ciegas, pasando dos o tres veces por la misma encrucijada. Hasta que gracias a la firme voluntad, la paciencia y la perseverancia, el buscador se orienta siguiendo un dictado que surge de su interior.

En un claro del bosque, un rebaño de ovejas parece vigilar el acceso al recinto sacro. Pista falsa: el guardián pétreo del umbral aparece un poco más adelante, con un aspecto tan feroz que hace retroceder. Aunque acercándole sigilosamente unas galletas de cebada para apaciguarlo, como se hacía con el can Cerbero, uno logra distraerlo y dejarlo atrás.

Sorprende que nadie más, absolutamente nadie, se pasee hoy por estos parajes engalanados con la sencillez radiante de la madre Naturaleza y envueltos por el canto de innumerables aves. Así es la cosa: cerca del centro, sólo se habla el lenguaje de los pájaros, que es el propio de la vía simbólica (2).

Y de pronto, una señal.

Ahí está. En un lindero del camino, abierto y soleado, sobre un recinto de piedras doradas flanqueado por cuatro encinas y bajo un cielo en el que se ha trazado una cruz perfecta, el pequeño monolito que demarca el punto al que uno deseaba llegar. Lo abraza, y un profundo silencio lo embarga.


Notas:
1. También se dice que la cueva d’en Dainat o Damnat es el verdaderdo centro de la isla (título que por cierto se disputan otros lugares cercanos del Pla de Mallorca como el pozo de Llorac, la cueva d’en Perico o el pozo de Judí). Se trata de una cueva funeraria megalítica que data del II milenio a. C. cuyo topónimo parece provenir de un damnat o condenado por la iglesia por brujería que allí se refugió. Ver la interesante obra Les llegendes del centre del món, de Andreu Ramis. Ed. UIB, Palma, 2019.
2. Ver el acápite “La vía simbólica” de la Introducción a la Ciencia Sagrada, de Federico González y cols. Revista SYMBOLOS 25-26.

Imágenes:
1. Monolito en el bosque de Sa Comuna, Lloret de Vistalegre.
2. El centro de la isla.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



miércoles, 20 de septiembre de 2023

La Cova de Sant Martí, un centro oculto

Se dice que había un centro sagrado en nuestro mundo desde el que se irradiaba el Conocimiento y la Sabiduría a toda la humanidad en su edad de oro, antes de que la historia diese comienzo. Estaba en lo alto de una montaña a la vista de todos, pero llegaron tiempos oscuros y hubo de ocultarse en una caverna para preservar su función.

Ese centro subterráneo es un arquetipo que se reitera en muchos mitos y leyendas focalizados en puntos concretos de la geografía, los cuales simbolizan otras tantas protecciones de aquél: el Antro de las Ninfas griego o el romano de Cumas, o bien la cueva de Artà en la que discurre la epopeya de Nuredduna cantada por el poeta. Lugares que permanecen en la memoria colectiva si es que han sido reseñados en las guías de viajes como sitios que merece la pena visitar, o que por el contrario amenazan con caer en el olvido. La Cova de Sant Martí es un ejemplo de estos últimos (1).


Situada entre el monte homónimo y Es Llac Gran de Alcúdia, la Cova es una gran dolina a cuyo nivel inferior se accede mediante una escalera de piedra empinada. En él se configura un amplio espacio cuyo centro está jalonado por un pozo –hoy en día cegado y coronado por una cruz–, al cual se abren tres cavernas que albergan respectivamente, al norte, un recinto semiaterrado del que se sabe muy poco (2); al este, una capilla dedicada a San Martín de Tours; y al suroeste, un edículo con una clave de bóveda en la que se ve a San Jorge matando al dragón, presidido por un retablo antiguo con el mismo motivo y que está muy deteriorado por la acción del agua y de los vándalos.


Según la historiografía oficial, la Cova aparece citada en documentos del siglo XIII y se hipotetiza, dada la proximidad de la ciudad romana de Pollentia (de la que Pollença toma su nombre) y a la vista de ciertos detalles arquitectónicos de la escalera de acceso a la sima, que pudo existir en ella, durante los primeros siglos de nuestra era, un culto cristiano primitivo semejante al que se realizaba en las catacumbas de Roma. También hay quien dice que podría haberse tratado de un lugar en que los monjes templarios realizaban sus ritos.

Lo cierto es que quien se sumerge en silencio y sin ideas preconcebidas en este espacio envuelto por la piedra y el cielo (lo cual no es fácil porque el recinto está cerrado al público) percibe que hay una historia arcana de este centro espiritual del que esa piedra y ese cielo han sido testigos. Un acontecer del que quizás no se podría reseñar ningún hecho temporal destacado porque puede que no lo haya habido. Una metahistoria protagonizada por el Misterio y la emanación de un Ser Universal de su entraña, de una oquedad primordial de la que brota permanentemente la Luz.


Notas:
1. La Cova estuvo a punto de desaparecer en el siglo pasado convertida en un pedregal en el que se vertían las rocas extraídas de los terrenos cercanos tras roturarlos o excavarlos. En verdad, habría quedado definitivamente sepultada de no haber sido por unas oportunas intervenciones arqueológicas.
2. José Antonio Encinas, en su intrigante libro Lluganaika. La magia trascendente en Mallorca. Ed. Miquel Font, Palma, 1987, aporta una cartografía de este recinto y documenta la existencia de inscripciones epigráficas parecidas a marcas de canteros en la galería semiaterrada, más allá de una laguna interior.

Imágenes:
1. La Cova de Sant Martí, Alcúdia.
2. La capilla de San Martín de Tours.
3. La capilla de San Jorge.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



martes, 5 de septiembre de 2023

La Festa des Vermar

Si ha llegado el tiempo de la vendimia, hay que dirigirse a Binissalem para gozar de la Festa des Vermar.


Las chirimías preceden la llegada de los gigantes vendimiadores, risueños y de gentil mirada, a la cabeza de una procesión de autoridades civiles y militares a la que siguen coros y bandas que interpretan canciones populares. Engalanados, se dirigen a la iglesia de Santa María donde son recibidos por el párroco y otros sacerdotes prestos a celebrar el oficio religioso. Todo ello conforme a un protocolo que a uno quizá se le antoje un tanto rígido, pues en nuestros tiempos ya casi no se recuerda la razón de ser y la esencia de los ritos tradicionales que el folklore atesora.

Por inercia, uno se uniría a la comitiva ceremonial. Pero puede que al girar la vista, en un instante fugaz, su interés sea raptado por otro gigante que espera detrás de unas rejas, quieto, callado y con la mirada un tanto extraviada, a que el sol decline para que se muestre la otra cara de la fiesta.

En el momento adecuado y bajo sus auspicios, se dará la señal para que empiece a correr un vino que alegrará los corazones y abrirá la mente a otras realidades.

¡Claro, es Baco! El Dioniso de los griegos, el dios del vino y del teatro, de la danza desenfrenada, de la orgía, las rupturas de nivel y la rotura de los moldes. Los romanos lo llamaron también Líber o Libertador, promotor del furor mistérico que abisma en lo desconocido e iniciador en los ritos de conocimiento. Su llegada arrastra a las almas hartas de lo establecido y ávidas por emprender el vuelo a otros espacios más reales que los que perciben limitadamente los sentidos.


Sí, el vino es un vehículo idóneo para estas aperturas, según se ha atestiguado en el Mediterráneo por milenios. En Mallorca hace siglos que se produce, no sin dificultades y altibajos. Muchas zonas del Raiguer, del llano central de la isla y de la sierra están llenas de viñedos, y en septiembre entregan un fruto dulce y jugoso del cual, por medio de una sutil alquimia, se destila un líquido espirituoso análogo a la sangre. Como conjunción del agua y del fuego (la lluvia, hoy auxiliada por el riego, y la luz y el calor del sol), al vino se lo reconoce “como un elemento simbólico y activo en la búsqueda del Conocimiento y el éxtasis” (1), motivo por el cual interviene en los ritos sagrados de numerosas culturas aledañas al Mare Nostrum.

Por otra parte, la embriaguez no era censurada en las sociedades antiguas, sino considerada como un estado facilitador de la visión y la profecía. “La frase latina –en Roma se lo bebía mezclado con agua y especies, como los griegos– in vino veritas ha tenido enormes repercusiones en Occidente” (2). Claro que sin contar con las claves o el soporte de una enseñanza tradicional, la embriaguez llega a producir los efectos contrarios y puede encadenar a los que la padecen a infiernos sin salida.

Dejémonos penetrar por el furor mistérico promovido por Dioniso, del cual se nos dice que es el “estado que precede a cualquier generación” y “el rapto y aspiración del ánima hacia su principio” (3). Busquemos al dios alegre y a la vez terrible entre los viñedos y brindemos porque su arrebato nos alcance.


Notas:
1. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Vino”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
2. Ibid.
3. Ibid., entrada “Furor”.

Imágenes:
1. Un viñedo de Binissalem.
2. El gigante Baco en la Festa des Vermar.
3. Los frutos de la vid.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



domingo, 20 de agosto de 2023

Es momento de recolectar

Se acerca el final del verano y es hora de recoger frutos. Tras el estío, la vida del campo está en plena ebullición y la tierra, muy generosa en esta isla, provee de delicias como los higos, las almendras, las uvas y las más variadas hortalizas.

En Mallorca hay más de doscientas variedades de higo, tal como acredita el magnífico higueral de la finca de Son Mut Nou (Llucmajor). Cada primer sábado de septiembre se celebra la Festa des Sequer en Lloret de Vistalegre y en ella se exponen higos de la más variada condición. También se ofrecen a la degustación del visitante preparados de incontables maneras, a cuál más delicada y sabrosa.


En las culturas mediterráneas, el higo es un fruto consagrado a Venus, la diosa de la belleza y el amor, y a Dioniso, el dios nacido dos veces iniciador en los misterios. Es símbolo de fertilidad y de goce. También decían los antiguos que si el higo procedía de una higuera negra, tenía relación con Saturno, con lo más primordial, con la ancianidad y la muerte, pero que si provenía de una higuera blanca, estaba vinculado con Zeus. Así se aúna en este fruto lo más arcaico y cercano a la edad de oro de la humanidad (Cronos-Saturno), el espíritu benéfico y fecundador de Júpiter, la locura y el desenfreno de Dioniso-Baco y la pasión amorosa de Afrodita.

“Bendita sea la generación, benditos los frutos de la tierra” (1) que ponen a los seres humanos en contacto con las entidades numinosas por medio de la ingesta de esa fruta, en apariencia austera pero cuyo interior es carne viva. Una comunión que une al conocedor y lo conocido a través de un intermediario vegetal que es así mismo portador de una leche con la que antaño se procuraba la subida del líquido análogo a los pechos de las madres que habían de amamantar a los recién nacidos. Cuestiones como éstas, que hoy son vistas como supersticiones o infantilismo, constituían prácticas de magia simpática con las que se sacralizaba la vida.

Nada que ver, pues, con el carácter maléfico que ha atribuido el judeocristianismo a la higuera, con cuyas hojas se dice que el primer hombre y la primera mujer se confeccionaron unos cinturones para tapar su desnudez. Quizás ya llegó la hora de soltar esos ceñidores del pensamiento para retornar a la virginidad del origen.


Notas:
1. Federico González, Noche de Brujas. Auto Sacramental en dos actos. Ed. SYMBOLOS, Barcelona, 2007.

Imágenes:
1. Frutos maduros de una higuera.
2. Exposición de higos en la Festa des Sequer, Lloret de Vistalegre.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



viernes, 4 de agosto de 2023

Finis Terrae

En el canto IV de la Odisea, Homero pone en boca del rey Menelao el relato de un vaticinio que ha recibido de Proteo, “el veraz anciano del mar”:

A ti no te está fijado por la divinidad, oh Menelao criado por Zeus, morir en Argos criadora de caballos y enfrentarte con el destino, sino que los inmortales te enviarán a la llanura elísea y a los límites de la tierra en donde está el rubio Radamantis; precisamente aquí tienen los hombres su modo de vida: no hay nieve, ni en efecto un fuerte invierno, ni lluvia nunca, sino que siempre Océano permite las ráfagas del Céfiro que sopla suavemente para refrescar a los hombres (1).


La idea de un finis terrae o demarcación del mundo más allá de la cual se encuentran los Campos Elíseos, la Isla de los Bienaventurados o el Paraíso celeste —todas ellas designaciones análogas del estado que alcanzan las almas que se liberan definitivamente de la rueda del devenir— es compartida por muchas tradiciones y se vincula simbólicamente al Occidente, esto es, al extremo occidental del espacio conocido o habitado. Cuentan las leyendas del Camino de Santiago que fue Décimo Junio Bruto, el general romano que dirigió la conquista de Galicia, quien dio el nombre de finis terrae a su extremo occidental (aún hoy en día llamado Cabo Finisterre), y que hizo retroceder a sus tropas cuando desde este punto vio ponerse en el mar al sol y a su resplandor disiparse en las aguas. Se dice también que en la antigüedad los celtas erigieron en Finisterre un ara solis sobre el que veneraban al sol poniente.

El finis terrae de la isla de Mallorca se encuentra en la Punta Blanca, un pequeño saliente rocoso de la costa próximo al pueblo de Sant Elm (San Telmo), perteneciente al municipio de Andratx, desde el que se pueden contemplar unas bellísimas puestas de sol. Pero ¿el azar? ha querido que más allá de ese confín de la tierra more un dragón que asemeja una isla. Es Sa Dragonera.

¿Y cómo conseguir que esa fiera protectora de la Tierra de los Vivos le franquee a uno el paso? Pues no hay otra que exponerse a su fuego alquímico y dejar que calcine, hasta el último vestigio, el estado humano condicionado que se desea abandonar para poder renacer en espíritu y “vivir de arriba” definitivamente. Allí, en la comarca invisible hacia la que dirigimos nuestra nave.


Notas:
1. Homero, Odisea, canto IV. Ed. Gredos, Madrid, 1982.

Imágenes:
1. Puesta de sol sobre Sa Dragonera.
2. Mosaico de azulejos alusivo al desembarco del rey Jaime I en Mallorca. Sant Elm.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



domingo, 23 de julio de 2023

Las entidades ctónicas

Dice una máxima hermética que “lo que está abajo es como lo que está arriba y lo que está arriba es como lo que está abajo”. Así pues, estando el gobierno de las cosas del cielo en manos de dioses (a los que cada cultura ha dado nombres y atributos), lo que pertenece a la tierra y a sus interioridades, lo ctónico, también ha de estar vinculado con entidades numinosas. Son seres con los que los habitantes de Mallorca siempre han tenido una relación muy cercana como muestran las leyendas, las fiestas y las artesanías de la isla.

Aquí cada pueblo y lugar tiene su dimoni propio (o varios de ellos), un personaje simbólico en el que se sintetizan todas las energías que bullen dentro de la tierra y se inyectan en corrientes subterráneas, piedras, plantas y animales para que la vida pueda tener curso (pues sin ellas la obra del sol, el aire y el agua no podría coagular). Y por ello se le llama “señor del inframundo”, un título enormemente malentendido por aquella moral pacata que considera que lo de orden terrenal es algo pecaminoso y no una imagen sagrada de lo que habita en lo alto.


Dimoni (demonio) proviene del griego daimon y significa, etimológicamente, “ser intermediario”. De este modo, el personaje al que en las danzas de nuestros pueblos vemos bailar despreocupadamente con una careta con cuernos —de expresión en muchos casos temible—, un sayo coloreado y un bastón no es un ente “maligno”, sino un alegre colaborador de la deidad creadora en la obra de construcción del mundo. Y lo hace manejando con destreza el fuego, pues es gran conocedor de las combustiones y las transmutaciones que éstas comportan. De ahí los innumerables correfocs en los que participa la tropa de entidades del inframundo, especialmente en las fiestas mayores pero también en días señalados cercanos a los solsticios de invierno y de verano, cuando aparecen pertrechados con antorchas y abundante pirotecnia azuzando a todo aquél que se cruza en su camino.

Bien haríamos en reconocer a estos intermediarios como aliados en la vía de autoconocimiento, ya que son espejos de nuestros miedos y tonteras en su aspecto más grosero y, a la vez, un reflejo sublunar de la luz intelectual más alta. Si no fuera por los ángeles caídos, poco podríamos conocer de las regiones etéreas en las que un día habitaron, ¿no?


Imágenes:
1. Ejército de dimonis, Marratxí.
2. Un dimoni en un correfoc, Algaida.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



miércoles, 5 de julio de 2023

Las danzas solares de los Cossiers

¡Vamos, vamos, a despertarse, que ya suena el flautín y el tamboril! Hoy es san Jaime y siguiendo una tradición que tiene raíces ancestrales a todas luces, los seis varones y la dama, tras haber trazado el día anterior los linderos geográfico-sagrados de la población, se adentrarán en el templo y ofrecerán ante el altar todas las bonanzas y frutos maduros del verano. Mientras tanto, el diablo aguardará fuera esperando poder repartir leña a los que se congreguen en la plaza cuando los danzantes salgan de la iglesia y bailen bajo el sol de mediodía.

Los Cossiers de Algaida danzan dos veces al año, unos días después del solsticio de invierno, por san Honorato, y poco después del de verano, por san Jaime. En sus danzas la dama, personificación de la Fortuna, la Belleza y la Abundancia, se ubica en el centro y es rodeada por sus seis compañeros, quienes la protegen de los embates del diablo (éste siempre queda excluido del círculo mágico, girando en la periferia en sentido contrario a los Cossiers) a la par que ella les envía sus bendiciones. Sus gestos no son, empero, almibarados, sino regios y hasta se diría que guerreros, siendo sus armas pañuelos y ramos de albahaca (1).


Con este sencillo y alegre rito protector también se vivifica la gratitud por los frutos madurados por la luz y el calor del sol. Sus coreografías son geométricas como las de las danzas tradicionales de muchos pueblos del mundo. Se trazan círculos, espirales, triángulos y ejes verticales que repiten los movimientos de los astros, la gran coreografía cósmica que los seres humanos reproducen en miniatura.

Y, ¡ay!, al final del combate, en el último momento tras la escenificación de todas las luchas, conjunciones y tensiones, el diablo logra colarse dentro del círculo mágico para apropiarse de la dama; mas el simple roce con la virgen hace que caiga fulminado. Los seis Cossiers corren a ponerle el pie encima, en señal de victoria, y todo queda reabsorbido en el centro de esa rueda simbólica. En su origen.


Nota:
1. Se trata de un combate que se libra también en un plano invisible en el que las energías que simbolizan el pañuelo y la albahaca son muy poderosas.

Imágenes:
1. Los Cossiers bailando en la plaza de la Iglesia, Algaida.
2. El dimoni de Algaida.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



lunes, 19 de junio de 2023

De ferias

No hay pueblo en la isla que no tenga su feria. Son numerosísimas y están dedicadas a las actividades más diversas: la agricultura en general, el cultivo de plantas y flores, la ganadería, la alimentación, la construcción y el uso de maquinaria, la confección de tejidos, la artesanía en barro y la cerámica, la zapatería, el curtido de pieles, la náutica, el teatro, la edición de libros, la dicción de glosas, etc. Muchas ferias son de un producto de la Naturaleza en particular: las almendras, las ovejas, las cabras, las aceitunas, las sepias, los albaricoques, los tomates de rama, los melones, los higos, las patatas, el arroz, los pimientos, la sal, los caracoles, las piedras, las hierbas medicinales o la miel. O bien de elaboraciones de éstos como el vino, la cerveza, el queso y las butifarras. Las ferias se suelen celebrar en festividades señaladas: San Antonio Abad, San Patricio, San Juan, la Virgen del Carmen, San Agustín, San Miguel, San Nicolás, Santo Tomás, la Navidad, la Epifanía, el Dijous Bo... Las hay también nocturnas. Y todas sin excepción están auspiciadas secretamente por Hermes, el joven dios de las revelaciones, las artes y los intercambios.


La mayoría de los feriantes son nómades que van de pueblo en pueblo ofreciendo sus mercaderías en las casetas efímeras que los ayuntamientos disponen a tal efecto, o bien en unos camioncillos que se transforman en tenderetes de lo más inverosímil. A menudo también se instalan entarimados sobre los que músicos de la isla interpretan canciones que realzan el carácter festivo propio de estos eventos, desde jotas hasta blues pasando por los fandangos y las baladas más ilustres del rock and roll.

¿A quién no se le abre el alma cuando va a una feria?

Feria significa en latín “día de fiesta”, una palabra que se usó igualmente en el medioevo para denominar a los días de la semana y que aún se sigue utilizando en el calendario portugués para nombrar a los días laborables (el lunes es segunda-feira —porque el domingo es el primer día de la semana—, el martes es terça-feira, etc.). Las ferias son, pues, símbolos del tiempo cíclico y sagrado en que estamos inmersos aunque lo hayamos olvidado. Un tiempo regido por dioses a los que vamos conociendo por medio de lo que vivimos y que viven a través de lo que conocemos.

Imagen:
La fiesta del Dijous Bo, Inca.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



martes, 6 de junio de 2023

Los jardines de Alfàbia y el canto del agua

Se cuenta que desde siempre, en la ladera sur del Coll de Sóller, mana una fuente que jamás se ha secado, ni siquiera en los momentos rigurosos de sequía que afectan a la isla periódicamente.

Será por eso que ya el valí (virrey árabe) de Mallorca estableció en este enclave una residencia de la que se tiene noticia desde el siglo XII. Una ventana a un mundo encantado y musical.


Una pequeña surgencia escondida empuja el agua hacia el exterior. Los constructores observaron su discurrir, contemplaron el entorno y aplicando las leyes del arte, de la armonía y la proporción, comenzaron a domesticar ese espacio agreste hasta convertirlo en un extraordinario vergel. Todo él modulado y animado por el canto del agua.

En Alfàbia, una misteriosa ventana recibe al visitante nomás entrar, y al encaramarse a ella de puntillas se contempla algo inesperado: el gran aljibe donde se almacena el líquido que da vida a este lugar. En esta matriz todo permanece en estado latente, potencial e indiferenciado. La mirada queda absorta y el pensamiento se identifica con esa imagen en miniatura del Todo que es Uno.

Aquella otra ventana, al fondo de la cisterna, se abre a todas las posibilidades de la vida que se desplegarán en el jardín. Y hacia él se encamina el paseante, conducido por el canto de las aguas.

– Secreto. Libre la idea y el símbolo que la expresa (1).


Nota:
1. Federico González, Noche de Brujas. Auto Sacramental en dos actos. Ed. SYMBOLOS, Barcelona, 2007.

Imagen:
Aljibe de los jardines de Alfàbia, Bunyola.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



sábado, 20 de mayo de 2023

Gallos

Todavía es de noche cuando los gallos empiezan a cantar. En la isla se los escucha en todos los pueblos y campos.

Ave solar y guerrera, anuncia la salida del astro rey e invita a despertar (1). ¿A qué hay que despertar? ¿A las fatigas y afanes de cada día? ¿No habrá algo más interesante, nuevo, asombroso?

Seguro que sí. Algo de permanente actualidad y quizás inimaginable.


Nota:
1. ¿Se referiría a esto Sócrates cuando dijo enigmáticamente, al filo de su muerte: “Critón, le debemos un gallo a Esculapio, no te olvides de pagar esta deuda”? Platón, Fedón. Ed. Gredos, Madrid, 2010.

Imagen:
Un gallo en el mercado semanal de Sineu.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



viernes, 5 de mayo de 2023

Siurells, jugando con el viento

Estas simpáticas figuritas de barro cocido y pintadas de blanco con toques verdes y rojos son muy populares en la isla. Se llaman siurells, palabra que deriva del verbo xiular (=silbar), pues son propiamente silbatos. Se dice que tienen reminiscencias cretenses, fenicias e incluso íberas; en cualquier caso, sea cual sea su origen y su fuente de inspiración, son objetos que nunca faltan en una casa mallorquina. Ello los vincula con los lares —las deidades romanas del hogar— y sobre todo con los manes, representaciones de los antepasados que los romanos incluían igualmente en sus altares domésticos y de los que nos habla Federico González Frías en su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos:

Los Manes son las almas de los difuntos y se los considera como las energías protectoras de los antepasados a las que se ofrecía leche y flores. Se celebran en su culto las fiestas parentales. Los romanos no debían olvidar a sus antepasados difuntos pues de lo contrario se verían víctimas de numerosos eventos: pesadillas, enfermedades extrañas, o mala fortuna (1).


Abundan entre los siurells las representaciones de hombres y mujeres con sus ofrendas, ya sean animales o vegetales, y no faltan el omnipresente diablo y la diablesa con sus grandes cuernos retorcidos, o el caballero ataviado con un gorro que recuerda el de los antiguos magos, o personajes mitológicos como las sirenas y los animales de culto más frecuentes en las tradiciones del Mediterráneo, tales como el buey o toro, el lechón, el caballo y el asno.

Pero es bien significativo que sean silbatos. Hay quien sugiere que constituían instrumentos mágicos para llamar al viento si se lo precisaba para aventar el cereal en la era, por aquello de que lo semejante atrae a lo semejante, lo cual no excluye que fueran al mismo tiempo juguetes para los niños y objetos con los que se obsequiaba cuando se iba de visita.

Jugar con el viento no es cualquier cosa. El aire es el vehículo de la palabra, de la música y de los mensajes transmitidos por la olímpica Hera, y sobre todo por Hermes, el intermediario entre el cielo más alto y la tierra. Por el aire circula el hálito de vida, y también los más corrosivos contaminantes. Por eso la isla, tan abierta a los cuatro vientos, es un lugar propicio para recibir mensajes y también para advertir cualquier señal nociva, a la que un pitido bien puede ahuyentar.

Se acredite o no en esta magia simpática, la presencia de los siurells en el hogar resulta alegre y es poderosa. Ojalá se los siga ubicando en un lugar destacado de la casa y no se los relegue a un rincón considerándolos un simple elemento folclórico o decorativo. Son mucho más que eso.


Nota:
1. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Lares”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

Imágenes:
1. Un surtido de siurells.
2. Siurells con forma de demonio.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



jueves, 20 de abril de 2023

Una expresión de la Belleza

Como el Amor —al que se encuentra indisolublemente unida— la Belleza es un nombre o atributo divino, según muestra y ejemplifica la sefirah Tifereth, también llamada Armonía como sabemos. Debido a su carácter universal, la Belleza no es patrimonio de nadie, y desde luego escapa a las clasificaciones del arte y del artista moderno, que sólo perciben de ella lo estético y superficial, cuando no sencillamente la niegan, apostando por lo realmente grotesco y confuso. La mayoría de los que se autodenominan “artistas” olvidan que la belleza es un permanente asombro que se halla implícito en la textura cambiante y polifacética de la vida, y lo que es más importante, en la esencia y el ser mismo de las cosas y los seres.


Ella se identifica con lo inasible, con lo que no puede ser medido ni computado, pero sí experimentado como un tipo de emoción intelectiva y suprarracional, capaz de producir aquella necesaria ‘ruptura de nivel’ que haga posible el contacto directo con las realidades espirituales que, por lo demás, toda la creación constantemente revela y sugiere. Por eso siempre ha sido considerada como una energía intermediaria entre lo humano y lo divino, entre lo horizontal y lo vertical, al igual que el símbolo, y como éste es un vehículo que nos conduce al Conocimiento.
(...) intuir la verdadera Belleza, y ser uno con ella, puede acaecer en cualquier momento, no importa la causa, pues entonces ya no seremos los mismos, con nuestros falsos complejos y prejuicios, sino que se nos habrá dado la gracia de participar del rito de una danza total, de la que nada ni nadie queda excluido
(1).


Nota:
1. Fragmentos del acápite “La Belleza” del volumen Introducción a la Ciencia Sagrada, de Federico González y cols. Revista SYMBOLOS, 25- 26, Barcelona, 2003.

Imágenes:
1. Es Caló des Moro, Santanyí.
2. Cala s’Almunia, Santanyí.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



miércoles, 5 de abril de 2023

De laúdes

Asociamos la palabra laúd a la música que aquieta al alma y le devuelve la calidad de las aguas mansas, transparentándola y permitiendo que la visión luminosa de las regiones ígneas se abra paso hasta el fondo de los pozos de la vida.

Llegado a Europa a través de los árabes, este instrumento aparece pintado y esculpido en las manos de innumerables músicos y trovadores dibujados y cincelados por artistas del Medioevo y el Renacimiento, también de ángeles y arcángeles. Aunque dotado como la guitarra de un mástil a lo largo del cual se disponen sus cuerdas tensas, ambos instrumentos se distinguen por su caja de resonancia, plana la de una y abombada la del otro como el caparazón hueco de tortuga con que el dios Hermes construyó la lira que tanto entusiasmó a Apolo.


Pero hay otros laúdes igualmente abombados y con mástil: los que navegan despaciosamente por el litoral de la isla cuando los elementos son propicios para darse a la mar. Hoy, en su mayoría, barcas motorizadas de recreo fabricadas en serie con fibra de vidrio o resinas sintéticas; antaño, prestigiadas embarcaciones de madera a vela latina y remo construidas a ojo por mestres d’aixa y calafates gracias a unos saberes artesanales transmitidos de padres a hijos desde tiempo inmemorial.

En cualquier caso, ahí siguen los laúdes, surcando las aguas y dejando a su paso ondas análogas a las de la música que un plectro levanta al pulsar una cuerda del instrumento. Y con sus mástiles, hoy quizás más endebles que antes, pero igualmente apuntando a lo más alto.

Imagen:
Llauts of Mallorca, acuarela de Eileen Black.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



miércoles, 22 de marzo de 2023

Diosas de la primavera

Cuando llega la primavera, Perséfone es liberada por Hades y puede volver a la superficie de la tierra. Se reencuentra con su madre Deméter y juntas recorren campos, prados y jardines haciéndolos florecer. Sus danzas con las ninfas se presienten en los días de abril y mayo.

Un sabio maestro y poeta escribe acerca de la flor:

Producto de un estado que anuncia con su belleza la pronta aparición del fruto. Símbolo tradicional de la belleza y la impermanencia (1).

La diosa de las flores y de la vegetación se llama Flora. En la antigua Roma se celebraban en su honor las “Floralias” cada 28 de abril. Estos ritos festivos tenían lugar en el bosque sagrado de los Hermanos Arvales, un antiguo colegio sacerdotal cuyo origen se remonta al nacimiento de la ciudad.


Cuenta la leyenda que los integrantes de esa hermandad eran los doce hijos de la pareja integrada por Arca Larentia y Fáustulo y que al morir uno de ellos éstos adoptaron a Rómulo, el cual aceptó integrarse en aquel círculo de iniciados en los misterios agrarios. Recordemos que el 12 es un número simbólico referido no sólo a los doce meses y las doce constelaciones zodiacales, sino también a los doce fundadores de cualquier centro espiritual (los doce apóstoles, los doce caballeros de la Mesa Redonda, etc.).

Todas estas cosas vuelven al pensamiento al contemplar la belleza con que nos obsequian las diosas de la primavera, contagiándonos la alegría. La belleza es un camino que aviva el recuerdo de nuestro origen como seres, que es más que humano según reconocen unánimemente todas las tradiciones, pues la belleza nos seduce y esa seducción nos lleva al Conocimiento.

Nota:
1. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Flor”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

Imagen:
El rostro de Perséfone emergiendo de la tierra.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



lunes, 6 de marzo de 2023

Mallorca. Una mirada simbólica

6. Los guardianes de la montaña

Al pie de las montañas suele haber un enclave habitado, a veces un pequeño pueblo, que abre y cierra la vía que conduce a la cima. Esta geografía reiterada expresa, en el plano físico, una idea arquetípica impresa en el propio orden interno del Ser Universal y del microcosmos humano, y que no es otra que la de la custodia del Cosmos erigido a partir del Caos. Tal custodia es imprescindible para mantener a raya las energías disolutivas –que también están incluidas en el diseño del mundo– y que la cosmogonía curse.


La obra alquímica no va sola. Requiere de nuestra máxima atención y concentración como guardianes de nuestro ser, ocupando cada cual su puesto en el baluarte avanzado que defiende la ciudadela interior. No hay que andar disparando todo el rato, pero sí escoger el gesto y el momento adecuado para atajar la amenaza. Rompiendo cualquier cerco, nudo o rollo ignorante con que se nos quiera envolver pues lo nuestro es la libertad incondicional, la vida nueva despojada de cualquier ligadura, etiquetado o fosilización.

¡Voto a la libertad! La cima de la montaña la simboliza.

Imagen:
El pueblo de Randa.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



domingo, 19 de febrero de 2023

Mallorca. Una mirada simbólica

5. ¡Acudid al llamado!

¡Despertad, despertad, venid desde las cuatro esquinas del mundo! Reunámonos en este monte que para nosotras es sagrado, el Puig de ses Bruixes. Allí donde el árbol retorcido espanta y hace retroceder a los que no comprenden, hallaréis la senda para subir a la cima.

Siglo tras siglo, como la mítica Nuredduna, las de nuestra casta hemos practicado aquí los ritos mágicos, los encantamientos y ligaduras, los vuelos más altos hasta que nos silenciaron y creyeron haber acabado con nuestro ímpetu arrollador, con el que derribamos el error y la estupidez y emprendemos ascensos inasequibles para las mentalidades pacatas.

Sorteando persecuciones y prohibiciones y soportando dolor y hasta muerte, hemos conservado la esencia de nuestros saberes ancestrales.

Y por ello nuestros ritos siguen siendo frescos y vigorosos. Reunidas en la caverna del monte prototípico, levantamos las copas y bebemos el cáliz de la alianza. Nos empapamos de tus Nombres secretos y grabamos tus letras en nuestras conciencias.

Y en la cerrada noche volamos hasta la cima, con el solo amparo de la bóveda celeste.


Imagen:
El Puig de ses Bruixes visto desde Llucmajor.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



sábado, 4 de febrero de 2023

Mallorca. Una mirada simbólica

4. La cueva de Artà y el dios desconocido

Allí tiene corte secreta la majestad augusta del Invisible, y parece que, por idea justa de su poder ostenta trofeos sobre sus muros, de los enemigos que fueron, de los enemigos futuros... Así por las cornisas se ven en hileras, tejidas de alabastro, las mágicas banderas que cien y cien victorias parecen pregonar. En medio de aquella sala surgía un gran altar sin ídolo ni otro emblema, un trozo de estalagmita consagrado al dios incógnito. Aquella era la meta a la que se encaminaba la larga procesión... (1).


Han pasado siglos, milenios, de aquellas antiguas tradiciones que invocaban al dios desconocido en la cima de una montaña o en el interior de una gruta. Nuredduna, el símbolo de todos sus profetas y profetisas, realizó un gesto sagrado de total entrega al Misterio, pues esa y no otra era la razón de ser de su existencia.

Esa y no otra es la meta de los que ahora mismo se libran en el altar del sacrificio erigido secretamente en el centro de sus corazones, conformado como una gran pira en la que... ¡zas! todo deviene esfumatura.

Todo este universo es un gran cuento, extraordinario y sagrado cuento contado por aquel dios incógnito que es lo único Real. Aunque mejor callarse, pues de él, ¿qué podría ser dicho?

Nota:
1. Miquel Costa i Llobera, La deixa del geni grec. Cita tomada de la obra de Mireia Valls Islas Simbólicas. Montjuïc - Mallorca - Buda. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2009.

Imágenes:
1. Vestíbulo de las cuevas de Artà, grabado de un autor desconocido. Revista “La ilustración española y americana”, 1875.
2. Interior de las cuevas de Artà.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.