lunes, 20 de diciembre de 2021

1. Orígenes del teatro

El que porta la máscara

Dioniso, el “nacido para ser dios, se ofrece a los dioses en las libaciones, de modo que por su mediación obtienen los hombres los bienes” (1), por eso sienten unas inmensas ganas de seguirlo y estar en su compañía, ser uno con Él, entregándose voluntariamente a la llama del amor —que también es Zeus—, y “a los éxtasis y goces de la sublime y fogosa belleza” (2) concernientes a Apolo. Esta es precisamente la índole dionisíaca que nos interesa y que despierta por la participación en los ritos y ceremonias mágicas que pueden incluir la ingesta de determinadas sustancias.


El vino es la sangre del dios hecho hombre y simboliza “el conocimiento esotérico, es decir, la doctrina reservada a la élite y que no conviene a todos los hombres, lo mismo que no todos pueden beber el vino impunemente. De eso resulta que el empleo del vino en un rito confiere a éste un carácter claramente iniciático” (3); ingerirlo significa ser uno con Él y sus múltiples facultades y facetas, de ahí que otro de los nombres de Baco sea multiforme, como lo es el actor cuyo oficio consiste en extraer de su interior distintos personajes.


Walter Otto en su libro Los Dioses de Grecia, nos dice de esta deidad:

Su espíritu arde con la bebida embriagante que se denominó la sangre de la tierra; sensualidad primitiva, delirio, disolución de la conciencia hasta lo ilimitado sobreviene a los suyos como un huracán; los tesoros de la tierra se abren a los extasiados. También los muertos se reúnen alrededor de Dioniso, vienen con él en la primavera, cuando trae las flores. Amor y frenesí salvajes, estremecimiento frígido y bienaventuranza se hallan lado a lado en su séquito. Todos los primitivos rasgos de la deidad de la tierra se acrecientan en él hasta lo ilimitado, pero también hasta la profundidad del pensamiento. Homero conoce muy bien la admirable figura divina. Denomina al dios el “delirante” (4).

Notas:
1. Eurípides. Bacantes. Ed. Gredos, Madrid, 2008.
2. Federico González Frías. Noche de Brujas. Auto Sacramental en dos actos. Ed. Symbolos, Barcelona, 2007.
3. René Guénon. El rey del Mundo. Ed. Luis Cárcamo, Madrid, 1987.
4. Walter Otto. Los Dioses de Grecia. Ed. Siruela, Madrid, 2003.

Imágenes:
1. Sebastien Bourdon. Bacchanalia, s. XVII. Hermitage Museum.
2. Triunfo de Baco. Camafeo, s. XVIII. British Museum.

Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la Memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.



lunes, 6 de diciembre de 2021

Al dios del vino y del teatro

3. A Pan

Zeus cornudo te llaman los más antiguos poetas
invocando tu delirio dionisíaco preñado de inspiración divina.
Oh Pan, cuánta belleza esconde el interior de tus bosques,
belleza oculta, belleza agreste, que guarda arcanos secretos.
Mientras yaces sobre la maleza al dulce son de tu siringa,
de tu oscura naturaleza nace el pánico al que das nombre
y que sume al alma en el vértigo preparándola para el gran salto,
oh Inuo, portador de Luz y señor de las transmutaciones.
Ninfas, faunos y sátiros se unen al hechizo de tu danza,
que enfervoriza el sagrado fuego llevando al éxtasis a los hombres
mientras en la confusión y el ruido te deleitas impertérrito,
alzándote sobre los cuatro elementos que fundamentan tu reino.
Desconocido es tu territorio cual la mente para los mortales,
y sutil penetra tu melodía el oído de los danzantes
avivando temidas fantasías para librarlos de ellas,
pues sólo lo que sale a la luz puede ser reconocido.
Tus cuernos miran al Cielo que en la oscura noche
tu piel moteada refleja, y tu purpúreo semblante
se enciende al nacer y al ocultarse el astro rey,
que por tus barbas desciende llevando Luz a los hombres.
Sobre rebaños y lobos sueles señorear ufano
porque la Naturaleza es tu reino y dominas agua y fuego,
bajando hasta las simas como el Sol de mediodía
remontando renovado para alcanzar el Empíreo.
En las cumbres de la Arcadia conocidos son tus amores
por la música y las Ninfas, como tu amada Syringe,
cuya celestial melodía canta a la divina armonía,
y a pesar de su fatal huida, a tu instrumento dio nombre.
Cálido es también tu corazón cuando palpita por Eco
quien evasiva te esquiva hasta oírse en los dos latidos
de un único corazón que todo lo acoge e integra;
eso revela tu nombre cuando en su caverna resuena.
Mientras en el secreto del bosque a tus iniciados guías
hacia los mundos sutiles reservados a los Inmortales,
no deja de oírse tu música, que en su grata medida
el sello de Apolo luce y en su intensidad a Dioniso vela.


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.