lunes, 14 de julio de 2025

La Cábala y el Agartha (2ª parte)

2. Luz o el Agartha en la tradición judía

Y así como Jacob identificó uno de estos puntos ligados directamente al Centro del Mundo y erigió un altar sobre la antigua ciudad de Luz, más adelante, cuando las doce tribus (1) se distribuyen la Tierra Santa, se asientan y se construye Jerusalén, también en esta ciudad se levantará un templo justo en el lugar donde se manifiesta nuevamente la conexión cielo, tierra e inframundo y donde hay, por tanto, otra de esas “puertas” que conducen a la oculta ciudad de Agartha-Luz.

En una antigua leyenda de aquellas que narraban los cuenta cuentos de los cafés de Constantinopla hasta bien entrado el siglo XIX, se guarda uno de los pasajes más misteriosos del descenso de un elegido a ese mundo subterráneo en el que se esconde Luz. Ya apuntábamos más arriba que es bien asombroso ver cómo ciertos elementos doctrinales de primer orden se transmiten a través de canales insospechados, fuera de la “ortodoxia oficial”, conteniendo, sin embargo, informaciones del todo fidedignas. El pasaje en cuestión está incorporado dentro del relato de la visita de la reina de Saba o Balkis al rey Salomón en Jerusalén con el fin de escrutarlo acerca de su sabiduría y para poder también contemplar el templo que ha hecho levantar a la deidad bajo la dirección del arquitecto Hiram, ser misterioso del que se desconoce su ascendencia y harto diestro en las artes constructivas y metalúrgicas al que traicionan unos obreros que quieren impedir el éxito de la empresa, justo en el momento clave de la construcción del mar de bronce, provocando una catástrofe que sume al maestro en una profunda desesperación. Es entonces cuando se le aparece la sombra gigantesca de uno de sus antepasados, Tubalcaín, diciéndole que ha venido para conducirlo nada más y nada menos que al “centro de la tierra”; una vez en su interior le comunica que allí “se eleva el palacio subterráneo de Henoch, nuestro padre, que el Egipto denomina Hermes y que en Arabia se honra con el nombre de Idris” (2). Desde luego que aquí le está empezando a revelar la genealogía suprahumana a la que ambos pertenecen, transmisión que culmina en el momento que le explica:

Tus pies pisan la gran piedra esmeralda que sirve de raíz y pivote a la montaña Kaf; has abordado el dominio de tus padres. Aquí reina sin división el linaje de Caín. Bajo estas fortalezas de granito, en medio de estas cavernas inaccesibles, hemos podido encontrar por fin la libertad (3).

Y tras guiarlo por los pasadizos subterráneos de ese santuario de fuego del que proviene el calor de la tierra y donde una legión de obreros repartidos por muchas regiones preparan todos los metales que se distribuyen por las venas del planeta, lo lleva al encuentro del primer ancestro, Caín, quien le transmitirá que en verdad no es hijo de Adán, sino de Eva fecundada por Eblis, “el Ángel de la Luz”, el cual desliza una de sus chispas de fuego divino en el seno de la mujer, dando ésta a luz a un ser divino y humano a la vez, y por tanto superior por esta ascendencia a los hijos del primer hombre, Adán, hecho sólo de barro. Y es justamente este linaje encabezado por el “hijo de la Luz”, Caín, el que será depositario de todos los conocimientos cosmogónicos y metafísicos que generosamente legará a la humanidad, la que sin embargo siempre lo rechazará, a él y a su descendencia por el mal comprendido “asesinato” de Abel (4).


Pero sigamos con ese viaje por las entrañas de la tierra en el que Hiram guiado por Tubalcaín se encuentra a continuación con el hijo de Caín, Henoch (5), el constructor de la primera ciudad, Henochia, y el transmisor de las artes y las ciencias, las leyes y la cultura a todos los hombres, labor que continuaron los de su linaje, hasta llegar a Lamek y sus cuatro hijos, uno de los cuales es justamente Tubalcaín, el forjador de todos los metales, conocedor de las artes de la transmutación alquímica tanto material como espiritual, el que ahora anima a su sucesor, Hiram, a completar la alta labor que tiene entre manos. Y ello lo hace activando el fuego del espíritu divino que anida en el centro de su ser, pues nada ni nadie puede destruir este linaje de procedencia suprahumana, que además sobrevive al diluvio cobijándose, no en el arca de Noé, sino bajo tierra.

(Continuará)

Notas:
1. Recordar que 12 es el número simbólico de los integrantes que conforman un centro sagrado secundario hecho a imagen y semejanza del centro supremo.
2. Gérard de Nerval. Voyage en Orient. Imprimerie Nationale de France, París, 1950. Destacar que Kaf o Qâf es el símbolo de la “montaña polar”, de la que nos dice René Guénon: “Por otra parte, según la tradición árabe, el Ruj o Fénix no se posa jamás en tierra en otro lugar que no sea la montaña de Qâf, o sea de la ‘montaña polar’; y de esta misma ‘montaña polar’, designada con otros nombres, proviene en las tradiciones hindú y persa el soma, que se identifica con el ámrta, o ‘ambrosía’, bebida o alimento de inmortalidad”. Ver el capítulo “La tierra del sol” de René Guénon en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada. Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1988. Por otra parte, señalar también que en el punto más bajo del eje que atraviesa la montaña polar figura una piedra esmeralda, la que se dice se desprendió de la frente del Ángel de la Luz y con la que los ángeles tallaron la copa que habría de contener el elixir de la inmortalidad. Además es la piedra que da nombre a la Tabla de Esmeralda, la síntesis de los principios doctrinales de la Tradición Hermética.
3. Gérard de Nerval. Voyage en Orient. Imprimerie Nationale de France, París, 1950.
4. Los cainitas son el prototipo de los iniciados, de aquéllos que reconocen su naturaleza divina y suprahumana y la posibilidad de reconquistar el estado edénico, y aún lo que está más allá de él, gracias al trabajo operativo sobre su alma. En este sentido, el asesinato de Abel significa el sacrificio de lo simplemente humano en pos de la plena restauración de la auténtica ascendencia divina.
5. En la Biblia aparecen varios Henoch, siendo dos los más importantes; el primero es éste del que venimos hablando en la leyenda, el hijo de Caín, constructor de la ciudad antediluviana. El otro es hijo de Yéred, o sea descendiente de Set (hijo de Adán y Eva), y del cual se dice que anduvo con Dios y que se lo llevó al cielo sin pasar por la muerte. Se le atribuye El libro hebreo de Henoch, un texto fundamental de la Cábala del Carro y de la Literatura de los Palacios. Ver la nota de Marc Garcia El Libro Hebreo de Enoch en el apartado de “Notas y Reseñas”. Pero en todo caso, aún y tratándose de dos personajes distintos, ambos encarnan una misma energía, depositada en su nombre, ya que con las mismas letras hebreas se designa a la educación, la enseñanza, la iniciación y la consagración, o sea todo lo relacionado con la transmisión que es lo que en verdad es la tradición.

Imagen:
1. Tubalcaín en la leyenda de Hiram, dibujo de Pierre Méjanel.

Colección Aleteo de Mercurio 10.
La Cábala en el Corazón.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2025.



jueves, 19 de junio de 2025

La Cábala y el Agartha (1ª parte)

1. Luz o el Agartha en la tradición judía


El nombre que recibe el Agartha en la tradición judía es Luz. En Gen XXVIII 10-22 se relata el sueño de Jacob donde vio una escalera apoyada justo en la piedra que se había colocado como cabezal. La cima de la escalera tocaba los cielos y por ella subían y bajaban los ángeles. Al despertar exclamó:

“¡Así pues, está Yahveh en este lugar y yo no lo sabía!” Y asustado dijo: “¡Que temible es este lugar! ¡Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo!” Levantóse Jacob de madrugada, y tomando la piedra que se había puesto por cabezal, la erigió como estela y derramó aceite sobre ella. Y llamó a aquel lugar Betel, aunque el nombre primitivo de la ciudad era Luz (1).

Tiempo después, Jacob volvió a pasar por ese lugar:

Jacob llegó a Luz, que está en territorio cananeo –es Betel– junto con todo el pueblo que le acompañaba, y edificó allí un altar, llamando al lugar El Betel porque allí mismo se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano (2).

Además de referirse a esta ciudad oculta muy antigua, como veremos antediluviana y directamente vinculada con Henochia –la primera ciudad levantada por Henoch, el hijo de Caín–, la etimología de luz en hebreo significa dos cosas más al mismo tiempo; por un lado tiene el sentido de “almendra” y por extensión de “almendro”, designando tanto al árbol como al fruto o al hueso del fruto que por su dureza simboliza lo inviolable que protege el germen albergado en su interior; por otra parte, también se refiere a una partícula ósea indestructible alojada en la base de la columna vertebral y de la que se dice que “contiene los elementos virtuales necesarios para la restauración del ser” o para obrar la resurrección del cuerpo al final del ciclo de la presente humanidad gracias al influjo de “la rosa celestial, revivificadora de las resecas osamentas” (3); o sea que dicha partícula indestructible alberga el “núcleo de inmortalidad” de igual modo que la ciudad Luz es la “morada de la inmortalidad”, es decir, de la esencia de la Tradición, de su doctrina perenne emanada de la Tradición Primordial. En todos los casos se está refiriendo a la Verdad eterna ahora oculta, escondida, ya sea bajo tierra, o en el interior del cuerpo humano, o si nos referimos a la almendra, dentro de su hueso. Además, R. Guénon nos revela lo siguiente, según unas informaciones extraídas de la Enciclopedia Judaica que religan las simbólicas que acabamos de mencionar:

Cerca de Luz existe, se dice, cierto almendro (también llamado luz en hebreo) en cuya base se encuentra un hueco desde el cual se accede a un subterráneo; y tal subterráneo conduce a esa misma y completamente oculta ciudad (4).

Pero, ¿hay que tomarse al pie de la letra la localización de Luz según los pocos pasajes de la Biblia que la citan o es más bien el sentido simbólico el que interesa escrutar principalmente? ¿Y cómo es que poco o nada más se explica de Luz en las fuentes oficiales siendo entonces necesario recurrir a otros canales más escondidos para seguirle la pista? Pero veamos el tercer momento en el que la Biblia la menciona:

También la casa de José subió a Betel: Yahveh estuvo con ella. La casa de José hizo una exploración por Betel. Antes la ciudad se llamaba Luz. Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: “Indícanos la entrada de la ciudad y te lo agradeceremos”. Él les enseñó la entrada de la ciudad: la pasaron a cuchillo, y dejaron libre a aquel hombre con toda su familia. El hombre se fue al país de los hititas y construyó una ciudad, a la que llamó Luz. Es el nombre que tiene hasta la fecha (5).

Extraños son los senderos por los que la Tradición Primordial y el centro sagrado que la conserva en el Kali Yuga –el Agartha o Luz para la Cábala– se perpetúan en el tiempo y se exteriorizan en diversas localizaciones, siendo sin embargo idéntica su simbólica. No deja de sorprender que en este caso recién citado sea el propio traidor de Luz el único que se salve de la masacre, y que justamente él y su familia refunden la ciudad en otro lugar, aunque también puede verse en este personaje a un integrante del Agartha custodio de la tradición que no se la guarda para sí, sino que la revela a quien se la pide. En todo caso, ya se trate de uno u otro, el gesto que realizan es el de levantar un mundo nuevo conforme a los lineamientos emanados del Principio Supremo legislador del Agartha –el Rey del Mundo o el Manu según ya hemos visto–, lo que da idea, ante todo, de que el Agartha es ubicuo, siendo sus manifestaciones aquí y allí los símbolos de la idea del Centro del Mundo alojado en verdad más allá de las coordenadas espacio-temporales, en el u-topos. De ahí su presencia eterna, reconocible y accesible para toda la humanidad –cual la montaña, en el inicio del ciclo cósmico– o bien oculto en lo más recóndito de la caverna al final de los tiempos, donde muy pocos llegan a identificarse con él pero en todo caso, siempre ubicado sobre el mismo eje que atraviesa la montaña polar.

(Continuará)

Notas:
1. Betel en hebreo significa la “Casa de Dios” y el texto nos dice también que es la puerta del cielo. Si atendemos a la etimología de cielo en diversas lenguas, en todas ellas significa “‘lo que cubre’ o ‘lo que esconde’, pero también ‘lo que está escondido’, y este último sentido es doble: se trata de lo que se esconde a los sentidos, el ámbito suprasensible; y es también, en los períodos de ocultación o de oscurecimiento, la tradición que deja de manifestarse de manera exterior y abierta, transformándose entonces el ‘mundo celestial’ en ‘mundo subterráneo’”. René Guénon. El Rey del Mundo. Ed. Paidós, Barcelona, 2003.
2. Biblia de Jerusalén. Gen XXXV, 6-7. Ed. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1975.
3. René Guénon. El Rey del Mundo. Ed. Paidós, Barcelona, 2003.
4. Ibid.
5. Biblia de Jerusalén. Ju I, 22-26, op. cit.

Imagen:
1. Bartolomé Esteban Murillo. El Sueño de Jacob, 1660-1665, Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Colección Aleteo de Mercurio 10.
La Cábala en el Corazón.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2025.



viernes, 6 de junio de 2025

5. Himnos Cabalísticos

A Luzbel

Al brillante, al de la luz más pura,
al que luce el tercer ojo diamantino
conocedor del sentido de eternidad;
el que se sacrifica y abandona el estado de unidad
atraído por la fuerza de la gravedad,
arrastrando tras de sí una multitud de ángeles.
A ti, Luzbel, entono este himno.
Tú que acarreas la pesada carga de un ciclo completo,
y en tu caída derramas chispas en los cuatro mundos,
manteniendo vivo el recuerdo del paraíso.
Tú que promueves las uniones de toda tu milicia
con las bellas hijas de los hombres,
asegurando así los maridajes del cielo y de la tierra,
y haciendo que una gota de luz se geste en cada vientre.

Tú que has descendido hasta el polo inverso del universo adoptando el nombre de Sandonfón,
muéstrate ahora con la plenitud de tu esplendor a tus iniciados,
fulmina todos sus errores y desviaciones,
y al resucitarlos de la muerte que los mata,
deposita en sus manos la copa que contiene el elixir de larga vida.
Tallada por los ángeles de la esmeralda desprendida de tu frente,
ha viajado a través del tiempo cayendo poco a poco en el olvido
hasta quedar oculta, casi perdida...

Pero no, no, no,
triple negación de todo lo que te niega.
El sagrado cáliz contiene todavía la esencia de la doctrina intacta.
Cantamos bien alto que hemos oído la voz de una sabiduría imperecedera,
que nos han transmitido una enseñanza indestructible,
que nos han instruido con libros veraces,
y guiados por esta luz, que es tu luz,
vamos remontando cumbres hasta la fuente original.
Tu nombre, Luzbel, contiene la partícula indestructible
que alojada en la raíz de la columna, resucitará en el último instante
a todos los seres devolviéndolos al punto inmutable, origen del universo.

¡Haz que nos mantengamos firmes en la realización de lo que somos!
Otórganos el don de la clarividencia
y acepta nuestro gesto de entrega y lucha para que al cerrar este ciclo cósmico
no quede ni una sola semilla por retornar a la matriz.
Que una vez restituido tu tercer ojo,
cese todo trabajo y movimiento y el brillo de tu esplendor
abra una estrecha brecha hacia la más que luminosa Oscuridad de la esencia.





Imagen:
1. Luzbel.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



martes, 20 de mayo de 2025

4. Himnos Cabalísticos

A la Shekinah

Te invoco y actualizas en mí tu recuerdo,
inmanencia de lo Absoluto,
águila que me raptas hacia lo más alto
infundiéndome la memoria del Uno.

Se diría que te es indiferente mi gesto,
tal tu generosidad sin par.
Pues te entregas a cada momento
aunque ya ha tiempo
que tu puerta está sin golpear
por éste, sumido como está
en un módico tedio
del que no alcanza a zafar.
(¡tantos años!)

En nuestro trato,
tu tercio es dar
(y a fe mía que siempre das)
y mis dos terceras partes, acoger y retornar.
Y como en nuestra empresa
las cosas van por unanimidad,
si un accionista no concurre a la asamblea,
¿qué obra se podría operar?

Pero me has llamado por mi nombre.
Te oí ayer en mi sueño
(¿eras tú, verdad?)
y me despertaste.
Te he buscado en el bosque
donde tu presencia solía intuir.
Y mira tú por dónde
es hoy aquí,
en este otro lugar sin acondicionamiento,
que te descubro sentada ante mi asiento.
Y aquí me tienes,
diciendo:
¡Shekinah!
Tu nombre que también es mi nombre,
porque soy lo que tu eres,
amante que vienes a mi encuentro.





Imagen:
1. Nombre Divino: Shekinah.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



lunes, 5 de mayo de 2025

3. Himnos Cabalísticos

A Metatron

He buscado y rebuscado el origen de tu nombre,
y en ningún lugar lo he encontrado.
¿Será por tu proximidad al Dios Desconocido?
No se sabe de dónde viene,
no procede de esta o aquella tradición,
sin embargo todas te conocen
y proclaman tu preeminencia en el empíreo.
Los que no se adscriben a ningún bando lo pronuncian en secreto,
Metatron,
los de espíritu libre, viajeros de pisada firme y vuelo vertical.

Eres rayo, luz fulminante y fecundante,
fuerza que penetra todos los estados por su centro,
potencia activa del Principio.
Príncipe de la Faz –sólo una letra te separa de la Paz–,
eres el jefe de todas las jerarquías celestes,
el testimonio de la Verdad,
el que no deja ningún espacio a la dualidad
y canta sin desmayo la Gloria del Innombrable.

En soledad te invoco, una y otra vez,
Metatron, Metatron, Metatron,
desenmascara el error y la estúpida ignorancia,
mantén a raya a los feroces enemigos,
doblega sin esfuerzo al Adversario.
Derrama el rocío del cielo
y resucita de las cenizas a tus iniciados,
azúzalos con tu sacudida eléctrica,
levántalos del tedio, del miedo, la pereza o la soberbia
y arráncalos de este fastidioso fango.

Joven, eres el más joven,
el intrépido habitante de la cúspide de la montaña cósmica
coronado con las letras generatrices de todo lo nombrable.
Pequeño YHVH, así recibes a los que te encarnan,
les dices: “Eres el brillo de mi rayo”,
y de este modo, ¡oh maravilla!,
se opera el milagro de una sola cosa
entre el conocedor y lo conocido por el rito del conocimiento.

Dispuesta está la Shekinah a recibir permanentemente tu influjo,
y preñada de tu savia,
no deja ni un instante de alumbrar espacios vírgenes.
Ahora esperamos tu retorno,
Metatron,
ya sea bajo el ropaje de Enoch, Elías o Jesús,
o con el de aquél o aquélla que has raptado
y sabe que no media distancia alguna entre “tú y el otro”.

Misterioso, poderoso, rotundo,
ilumina esta asamblea reunida en el centro subterráneo,
y aspira su aliento para devolverlo al Origen.
¡Que tu nombre perdure hasta el fin de los tiempos,
y sea el que insufle renovada vida al eón que se avecina!





Imagen:
1. Nombre Divino: Metatron.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



jueves, 24 de abril de 2025

2. Himnos Cabalísticos

A Shaddai y otros nombres del Innombrable

Son tantos los nombres con que se te canta, deidad Innombrable, que comenzaremos por deletrear las cuatro letras del Tetragramaton, iod, he, vau, he, de las que emanan los cuatro planos simultáneos de tu Ser. Sin ser judíos, o tal vez siéndolo, reconocemos el alcance de estas grafías tan acordes con la sagrada Tetraktys, símbolo de la hermandad entre las distintas ramas de la Tradición a la que pertenecemos, la Hermética, la emanada del Verbo que se ha encarnado haciéndose hombre, Ieoshuah; en nuestra lengua, Jesús.

Señor, Mi Señor, Adonai, con esta invocación que no indica posesión sino una profunda filiación contigo, se abre la puerta (delet) a mi auténtico Yo (Ani). Y ahora, ¿qué rumbo tomar, qué dirección en este universo invisible concebido en el pensamiento de Yah?

El, Elohim, Eloha, triple cantinela creacional que ubica los cuatro arcángeles en las esquinas del mundo, Gabriel, Rafael, Miguel y Uriel. ¿Quién como tú? Si tú eres mi fuerza, mi medicina y mi luz. Y así me balanceo entre los dos interrogantes –Mi (¿Quién?) y Mah (¿Qué?)– que son las fronteras de la caja-cubo cósmica, donde tu espíritu ruaj va trazando senderos invisibles con las letras-llamas dando vida a nefesh y neshamah.

¡Haim, eres la fuente de la vida en toda su extensión! Inspiro tu aliento que introduce en mis adentros el nombre de las 10 sefiroth y un Árbol invisible se va iluminando en mi conciencia. ¡Soy el que Soy!, pero no lo veo inscrito en la zarza ardiendo, sino en el centro del corazón, albergue de la más alta intuición. ¡La Unidad (Ejad) que lo abarca todo y es una con Ahavah, el Amor! Hasta que con la exhalación todo se va descomponiendo y desaparece el Árbol que soy, y me sumerjo en un caos amorfo, que vuelve a ordenarse cuando tu divina inmanencia, la Shekinah, se abre al rayo fecundo de Metatron.

Ángel de la Faz, preséntame a tu par, al misterioso Shaddai, el Todopoderoso, oculto al igual que tú en la cifra 314. Tú que todo lo puedes, Tú que todo lo incluyes, Tú que eres umbral y catapulta hacia El Elion, el Dios Altísimo de Melkitsedeq, descorre el velo que esconde tu rostro. En la intimidad de un espacio sin coordenadas, de un tiempo sin minutos ni segundos, he aquí que descubro que yo soy tú, sin más, sin testigo ni aval. Con temor ante tamaña grandeza y por no caer en la soberbia –siempre al acecho, pues el ego se crece con un pestañeo–, vuelvo a concentrarme en lo más pequeño, en la letra seminal, en la iod con la que concluye tu nombre, Shaddai y se inicia el Tetragramaton.

Más no diré, pues es imposible hablar de la simultaneidad que abraza el siendo de todos los ángeles, por eso concluyo este himno y alabanza repitiendo tu Nombre, Hashem, y recordando la paradoja que, “Tu nombre es silencio, no el silencio audible de la belleza, ni siquiera la música perfecta de las esferas. Tu nombre es No” (1), Lo, Nada, Ain, En Sof, Sin Fin.




Nota:
1. Federico González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2024.

Imagen:
1. Nombre divino: Shaddai.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



lunes, 7 de abril de 2025

1. Himnos Cabalísticos

Al Árbol de la Vida

Comienzo por cantar al jardinero que sembró al voleo las semillas del Árbol cósmico. Canto su ímpetu, su amor, su destreza en el arte de modelar y dar forma a las ideas, repitiendo sus nombres y el orden de la emanación, un día tras otro, sin descanso, sin enmienda, a golpe de verso y conjugando rigor y gracia mientras se fuma un puro sentado en la butaca del centro.

Canto al corazón arado que recibe la simiente y la deja germinar desde la más recóndita oscuridad cada vez que recuerda los nombres de las 10 esferas que al mismo tiempo son, como se sabe, numeraciones sagradas.

Canto al uno, al dos y al tres, triángulo primordial cuya cúspide es Kether, la corona del cosmos, el Uno sin par. De ti brotan todas las potencias sin que tú salgas jamás de tu mismidad. ¡Que toda la conciencia se concentre en este punto! Y veremos pasar mundos, días y años, abriendo y cerrando ciclos mientras el universo se levanta y se destruye apoyado en las siete sefiroth de construcción, cuyos nombres incanto desde Malkhuth hasta Hesed, para entregar el alma a sus más altas instancias más allá del abismo, Tehom.

Canto a la Inteligencia, Binah, que alumbra todos los mundos y se encierra en el regazo de la Sabiduría, del semillero cósmico, Hokhmah; equidistantes diosas que se equilibran en Daat. ¡Venga a nosotros el Conocimiento! Que se abra el tercer ojo hacia el punto más elevado del cielo, liberándonos así del peso de cada esfera hasta alcanzar las raíces implantadas allende la Corona, en el En Sof insondable.

Árbol de Luz que das la vida, que la recreas con el residuo, reshimu, de la divinidad más oculta. ¡Que por tu intermedio todos los que nos hacemos uno con tu tronco, tus ramas, frutos y raíces, ardamos en tus cenizas, devolviendo tu núcleo indestructible, Luz, a su origen increado! Y a medida que recorremos los 32 senderos de Sabiduría nos vamos fundiendo, sin confusión, en el secreto del Misterio absoluto.





Imagen:
1. Árbol de la Vida Sefirótico.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.