Dice una máxima hermética que “lo que está abajo es como lo que está arriba y lo que está arriba es como lo que está abajo”. Así pues, estando el gobierno de las cosas del cielo en manos de dioses (a los que cada cultura ha dado nombres y atributos), lo que pertenece a la tierra y a sus interioridades, lo ctónico, también ha de estar vinculado con entidades numinosas. Son seres con los que los habitantes de Mallorca siempre han tenido una relación muy cercana como muestran las leyendas, las fiestas y las artesanías de la isla.
Aquí cada pueblo y lugar tiene su dimoni propio (o varios de ellos), un personaje simbólico en el que se sintetizan todas las energías que bullen dentro de la tierra y se inyectan en corrientes subterráneas, piedras, plantas y animales para que la vida pueda tener curso (pues sin ellas la obra del sol, el aire y el agua no podría coagular). Y por ello se le llama “señor del inframundo”, un título enormemente malentendido por aquella moral pacata que considera que lo de orden terrenal es algo pecaminoso y no una imagen sagrada de lo que habita en lo alto.
Dimoni (demonio) proviene del griego daimon y significa, etimológicamente, “ser intermediario”. De este modo, el personaje al que en las danzas de nuestros pueblos vemos bailar despreocupadamente con una careta con cuernos —de expresión en muchos casos temible—, un sayo coloreado y un bastón no es un ente “maligno”, sino un alegre colaborador de la deidad creadora en la obra de construcción del mundo. Y lo hace manejando con destreza el fuego, pues es gran conocedor de las combustiones y las transmutaciones que éstas comportan. De ahí los innumerables correfocs en los que participa la tropa de entidades del inframundo, especialmente en las fiestas mayores pero también en días señalados cercanos a los solsticios de invierno y de verano, cuando aparecen pertrechados con antorchas y abundante pirotecnia azuzando a todo aquél que se cruza en su camino.
Bien haríamos en reconocer a estos intermediarios como aliados en la vía de autoconocimiento, ya que son espejos de nuestros miedos y tonteras en su aspecto más grosero y, a la vez, un reflejo sublunar de la luz intelectual más alta. Si no fuera por los ángeles caídos, poco podríamos conocer de las regiones etéreas en las que un día habitaron, ¿no?
Imágenes:
1. Ejército de dimonis, Marratxí.
2. Un dimoni en un correfoc, Algaida.
1. Ejército de dimonis, Marratxí.
2. Un dimoni en un correfoc, Algaida.
Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.