lunes, 27 de junio de 2022

Para cerrar la puerta y abrirla

No nos olvidamos en estos cantos de los dioses tutelares y protectores del hogar, los Lares; tampoco de los Manes o almas de los difuntos ni de los démones que habitan cada pequeño segmento del universo que se conocen como Penates. A todos ellos un vívido recuerdo y ofrendas diarias.


Y, contigo, Jano, (...) tú que portas las llaves, el que abre y cierra las puertas solsticiales, el que tiene la barca preparada para navegar por los ciclos perpetuos y para emprender rumbo al viaje sin retorno. Estamos un tanto fatigados de tantas reiteraciones, mirando ora al pasado, ora al futuro, por eso ponemos toda la concentración e ímpetu en atravesar ese tercer rostro invisible que nos libere de todos estos, esos o aquellos y por supuesto del yo egótico que nos aprisiona, incluso del nosotros, para fundirnos, sin confusión, en el Océano de lo Eterno e Infinito.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



lunes, 20 de junio de 2022

Hunab Ku

Creían los indios de Yucatán que había un dios único,
vivo y verdadero, que decían ser el mayor de los dioses,
y que no tenía figura ni se podía representar por ser incorpóreo.
A éste llamaban Hunab Ku, y decían que de él procedían todas las cosas;
y como era incorpóreo no lo adoraban con imagen alguna, ni la tenían de él.
Tenía un hijo a quien llamaban Hun Itzamná o Yax Coc Ah Mut.

Este dios era mayor que todos los otros, y le llamaban también Kinch Ahau.
Era casado y su mujer fue inventora del tejer las telas de algodón con que se vestían.
Por eso la adoraron por diosa, y la llamaban Ix Azal Voh.
El hijo del dios único, que llamaban Itzamná, tengo por cierto que fue el [mismo]
que entre ellos inventó primero los caracteres que servían de letras a los indios;
porque a éste le llamaban también Itzamná, y lo adoraban por dios.


Relato mítico de los mayas yucatecos, compilado por Samuel Feijóo en Mitología americana. Mitos y leyendas del Nuevo Mundo.

Colección Aleteo de Mercurio 3.
Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados.
Selección de Marc García.
Fotografías de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



domingo, 5 de junio de 2022

El lugar donde estaba el cielo

En el año y en el día de la oscuridad y tinieblas, antes que hubiese días, ni años,
estando el mundo en grande oscuridad, que todo era caos y confusión,
estaba la tierra cubierta de agua, sólo había limo y lama sobre la haz de la tierra.
En aquel tiempo, dicen los indios que aparecieron visiblemente un dios que tuvo por nombre “un ciervo”, y por sobrenombre, “culebra de león”; y una diosa muy linda y hermosa, cuyo nombre era “un ciervo” y por sobrenombre “culebra de tigre”.
Estos dos dioses dicen haber sido principio de los demás dioses que los indios tuvieron. Luego que aparecieron estos dos dioses en el mundo, y con figura humana,
cuentan las historias de esta gente, que en su omnipotencia y sabiduría
hicieron y fundaron una grande Peña [sacándola fuera del agua]
sobre la cual edificaron unos muy suntuosos palacios, hechos con grandísimo artificio, adonde fue su asiento y morada en la tierra. Encima de lo más alto de la casa y habitación de estos dioses estaba una hacha de cobre, el corte hacia arriba, sobre la cual estaba el cielo.


Esta peña y palacios de los dioses estaba en un cerro muy alto, junto al pueblo de Apoala que está en la provincia que llaman Mixteca Alta. Esta peña en lengua de la gente tenía por nombre “lugar donde estaba el cielo”. [Quisieron significar en esto, que era lugar de paraíso y gloria, donde había suma felicidad y abundancia de todo bien, sin haber falta de cosa alguna. Éste fue el primer lugar que los dioses tuvieron para su morada en la tierra, adonde estuvieron muchos siglos en lugar ameno y deleitable, estando en este tiempo el mundo en oscuridad y tinieblas...]

De un mito mixteco de la creación. En: Walter Krickeberg, Mitos y leyendas de los aztecas, incas, mayas y muiscas.

Colección Aleteo de Mercurio 3.
Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados.
Selección de Marc García.
Fotografías de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.