domingo, 20 de diciembre de 2020

La Vía Láctea

La Vía Láctea es un conjunto estelar que contiene nueve décimas partes de los astros visibles en la bóveda celeste. Dice Manilio que “no hay necesidad de buscarlo: espontáneamente se ofrece a los ojos, se muestra a sí mismo y obliga a que se le mire. En efecto, es un círculo blanco que brilla en el cielo azul, como si de improviso fuese a traer el día y a abrir el cielo”. Arato escribe sobre ella:

Si alguna vez en una noche serena, cuando la celeste Noche muestra a los hombres todas las refulgentes estrellas, y ninguna de ellas se oscurece a causa del plenilunio, sino que todas lucen claramente a través de las tinieblas; si alguna vez la admiración cautivó tu corazón en ese momento al contemplar el cielo dividido en toda su extensión por un ancho círculo, o si algún otro, próximo a ti, te señaló este anillo resplandeciente, sabe que lo llaman la Leche.

Higino, citando otras fuentes, explica que “cuando Ops [asimilada a Rea] presentó a Saturno [Cronos] una piedra en lugar del niño nacido [Zeus], él ordenó que lo amamantara. Mientras ella oprimía su mama, la leche derramada dio forma al círculo, al que ya nos hemos referido anteriormente”.

Manilio cita diversas tradiciones acerca de la génesis de la Vía Láctea: una luz nueva que se proyecta a causa del resquebrajamiento de la bóveda celeste, o por el contrario, una cicatriz o sutura luminosa formada al unir los cielos “sus espacios separados” para conformar el universo. También ha sido vista como un sendero de astros quemados por el tránsito del carro del Sol con sus caballos “durante los tiempos primigenios”, o bien por Faetón “volando a través de las constelaciones en el carro de su padre, mientras admiraba desde más cerca el insólito espectáculo del universo”. Y añade:

¿O acaso son las almas heroicas y nombres dignos del cielo que, separados de sus cuerpos y de la tierra, son devueltos desde el mundo y viajan aquí para ocupar su lugar en el cielo, vivir una vida en el éter y disfrutar del universo?


Cornelius reseña que para la tradición hebrea era un río de Luz, en la India era vista como la imagen celeste del río Ganges, y en el antiguo Egipto, como la contraparte o continuación celestial del Nilo. Según la tradición del pueblo peruano de Misminay, próximo al Cuzco, la Vía Láctea es un río que recoge agua del océano en el cual flota la Tierra devolviéndosela en forma de lluvia, y el río Vilcanota es el reflejo terrenal de dicho río celeste. Abundando en estas correspondencias simbólicas, en un acápite titulado Geografía Sagrada de la Introducción a la Ciencia Sagrada de Federico González y colaboradores leemos:

Muchas veces la propia toponimia revela las analogías y correspondencias que existen entre el orden terrestre y el celeste. Tal es el caso, por ejemplo, de la ciudad de Santiago de Compostela, palabra ésta que precisamente quiere decir “campo de estrellas”. El trazado mismo del Camino de Santiago se considera como una proyección terrestre de la Vía Láctea, queriéndose indicar así el origen celeste de ese camino.

Imagen:
La Vía Láctea como un río de leche que recorre el firmamento.
Giovanni Antonio de Varese (atribución), bóveda de la Sala del Mapamundi del Palazzo Farnese de Caprarola, 1573-1575.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



viernes, 4 de diciembre de 2020

Mitos del cielo de invierno

Monoceros o Unicornio

Las estrellas –apenas perceptibles en los cielos contaminados lumínicamente de nuestras ciudades– que ocupan el interior del Triángulo de invierno pertenecen a la constelación de Monoceros o Unicornio. Fue el astrónomo holandés Petrus Plancius quien dio este nombre al asterismo en el siglo XVII.

El gesto de Monoceros es el de un animal que salta por encima de la Vía Láctea. Federico González Frías escribe en la entrada “Unicornio” de su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos:

El Unicornio es un caballo blanco con pezuñas divididas y barba de cabra, con un cuerno frontal impelido hacia arriba y que toma forma espiral, tal cual se lo puede observar en el famoso tapiz que lo representa, depositado en la abadía de Cluny. En la iconografía cristiana indica curiosamente a la Virgen fecundada por el rayo del espíritu, por eso se los vincula en muchas iconografías. En todo caso siempre está relacionado con el rayo que toca a los hombres para despertarlos, al mismo tiempo que simboliza un arma de defensa. Posteriormente esta criatura imaginaria ha sido el protagonista de numerosos escritos y leyendas que han dado lugar a múltiples obras de arte relacionadas con los contenidos de la psiqué. En China fue durante un periodo el emblema real y en Inglaterra forma parte –con el león– del escudo del monarca británico.


El Fisiólogo griego, un conocido bestiario de la Edad Media, cuenta este mito acerca del unicornio:

Hay un animal llamado dajja, extremadamente gentil, que los cazadores son incapaces de atrapar debido a su gran fortaleza. Tiene un solo cuerno en medio de la frente. Pero observad la estratagema con la que los cazadores lo atrapan. Traen a una joven doncella, pura y casta, a la que se dirige el animal cuando la ve, lanzándose sobre ella. Entonces la joven le ofrece sus senos, y el animal comienza a mamar de los pechos de la doncella, y a conducirse familiarmente con ella. La muchacha, entonces, mientras sigue sentada tranquilamente, alarga la mano y aferra el cuerno que el animal lleva en la frente; en este momento llegan los cazadores, atrapan a la bestia y la conducen ante el rey.

Imagen:
El Unicornio entre las constelaciones del Can Mayor y el Can Menor.
Alexander Jamieson, A celestial atlas comprising a systematic display of the Heaven. Londres, 1822.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



viernes, 20 de noviembre de 2020

Mitos del cielo de invierno

Orión

Orión es la reina de las constelaciones del cielo de invierno. Se distingue muy fácilmente por sus siete estrellas brillantes dispuestas según una forma parecida a la de una mariposa, de las que tres corresponden al cuerpo y cuatro a las alas.

La Antigüedad siempre ha asociado a Orión con un coloso. Cuenta Eratóstenes, recogiendo a su vez el relato de Hesíodo, que Orión era hijo de Poseidón y de Euríale (hija por su parte del rey Minos) y que tenía el don de caminar tanto sobre la tierra como sobre las aguas.

Aconteció una vez que Orión viajó a la isla de Quíos –una tierra famosa por sus vinos y regentada por Enopión, hijo de Dioniso y Ariadna–, y que estando allí se emborrachó y violó a Mérope, la hija del rey. Enopión, enfurecido por el atrevimiento de Orión, lo dejó ciego y lo desterró a la isla de Lemnos. Hefesto se compadeció de su infortunio y le entregó al esclavo Cedalión para que le sirviese como lazarillo.


Orión tomó a Cedalión sobre sus hombros y con su guía se dirigió hacia el oriente. Curado allí de su ceguera por Helios, Orión regresó a Quíos dispuesto a vengarse de Enopión; pero sus conciudadanos lo habían escondido bajo tierra y el héroe hubo de desistir de su propósito. Acto seguido, Orión se marchó a Creta y se entregó a la caza junto a Artemisa y su madre Leto. En una ocasión se jactó de que sería capaz de dar muerte a cualquier animal vivo de la Tierra. Gea se irritó por ello e hizo que apareciera un gigantesco escorpión, el cual picó a Orión y lo mató. Eratóstenes también dice que, según otras tradiciones, Orión se enamoró de Artemisa y que fue ésta quien hizo aparecer al escorpión. Zeus elevó a Orión y al escorpión al firmamento en recuerdo de lo sucedido, y de ahí que la constelación de Escorpio se levante por el este persiguiendo a Orión cuando dicho asterismo se pone por el oeste.

Los egipcios veían en la constelación de Orión una representación simbólica de Osiris. En la Tradición hebrea se relaciona a Orión con el gigante Sansón. En China, a Orión se le conoce como Tsan, cazador y guerrero.


Imagénes:
1. Orión. Johannes Hevelius, Uranographia. Danzig, 1690.
2. Orión. Arato, Fenómenos. Manuscrito Aratea, Universidad de Leiden, c. 816.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



viernes, 6 de noviembre de 2020

¿Dónde viven estas mujeres?

La voz de la pitonisa está mucho más cercana a un gruñido, a un sonido telúrico que emerge de lo profundo de la tierra, que a un canto suave y refinado. El contacto con lo sagrado sacude, trastorna los sentidos, aplaca la carcelera razón y sumerge en unas profundidades abismales, cual las simas más hondas del mundo subterráneo. De ahí que se diga que la primera profetisa fue la Tierra, luego la titánide Temis, diosa del Orden y la Justicia a la que sucedió la también titánide Febe, antecesora del brillante Apolo, cuyo oráculo por excelencia habla por boca de la pitia.


¿Y dónde viven estas mujeres? ¿Cuáles son sus dominios? Principalmente las cuevas, las grutas húmedas cercanas a cauces subterráneos cuyas aguas estimulan la visión; en las puertas del inframundo, ya que no se puede ascender al cielo sin pasar por el infierno. Por otra parte, descender al centro de la Tierra es también una forma de ver el retorno al origen, pues no en vano se dice que el agua de la vida sale de sus entrañas, y que quien beba de ella ya no tendrá sed nunca jamás.
(...)
Y todo lo dicho apenas sí queda impreso en el viento y en este pequeño cuaderno. El libro, como el depósito que ha sido durante milenios de una sabiduría universal y viva —cual los oráculos de las pitonisas—, está muriendo y con él la posibilidad de hacer memoria y de recordar quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos; pero nosotros vamos a seguir depositando en él lo que se nos ha revelado...

Imagen:
François Perrier, Eneas y la sibila de Cumas. Museo Nacional de Varsovia.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las diosas se revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.



miércoles, 21 de octubre de 2020

Los oráculos y la adivinación

El de los oráculos y la adivinación no es un tema fácil, como tampoco lo es el de las sibilas o profetisas que “oyen” o “ven” los mensajes de los que se hacen emisarias. Actualmente, nada está más lejos de la cotidianidad de los modernos que el diálogo con los dioses o las potencias vivas del universo. ¿Quién los reconoce como lo que son, las fuerzas que mantienen la arquitectura cósmica, las energías que regulan el devenir y que marcan el destino del mundo y de todos los seres, o sea, los intermediarios entre el Principio y su manifestación, en la que por supuesto está incluido el ser humano? ¿Quién los invoca y mantiene con ellos un diálogo permanente?


Y si no se los recuerda, ni nombra ¿cómo esperar que se revelen o “hablen” con facilidad? Ellos no caen en la trampa de la estulticia y la soberbia humana —que cree bastarse a sí misma—, y como agudos estrategas se mantienen en la retaguardia, vigilantes. Ante la ignorancia generalizada, ahí permanecen, medio retirados, distantes, ora tediosos, ora demasiado silentes; aunque a veces nos sorprenden con sus convulsiones, manifestadas a través de catástrofes naturales y fenómenos meteorológicos extremos, que sólo consiguen despertar una mueca pasajera de miedo y horror en las caras de los televidentes, aunque luego ni siquiera se plantean qué mensaje oculto, simbólico, subyace tras esas hecatombes.

El oráculo calla para quien no reconoce la visión de las cosas tal cual es. Por eso hoy, ante la inmensa sordera de los receptores, los oráculos están más silenciosos que nunca, pues lo central en ellos no es saber si pasará esto o aquello, ni cuándo, ni cómo, ni si se saldrá ganando o perdiendo en tal o cual gesta. Lo nuclear, y eso siempre ha sido así, es dar cabida a la irrupción del dios, del emisario que se cuela por la brecha que comunica los simultáneos planos del universo, lo que significa hacer efectiva y actuante la concatenación entre todos esos mundos.

Imagen:
François Lagrenée, Alejandro consultando el oráculo de Apolo. Musée Fabre, Montpellier.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las diosas se revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.



miércoles, 7 de octubre de 2020

Volvamos a las pitonisas o sibilas...

¿Quiénes son estas misteriosas mujeres a las que la antigüedad tanto veneró, y que hoy ni se las recuerda, o a lo sumo se las tiene por una leyenda, cuando no por unas locas dementes?


Cristina de Pizán las pondera de este modo en uno de sus libros:

Entre las mujeres de muy alta dignidad, figuran en primer lugar las sabias sibilas que, según los autores de mayor autoridad eran diez. Escúchame bien, querida Cristina, ¿ha existido jamás un solo profeta a quien Dios haya concedido el honor de la revelación y haya querido tanto como a esas nobles damas que estoy evocando? Les confirió tales dones de profecía que lo que decían no sólo parecía anticipar el futuro sino narrar acontecimientos pasados, conocidos ya, porque sus escritos resultaban tan claros e inteligibles como una crónica. Anunciaron incluso la llegada de Cristo de forma más clara y detallada que los textos de los profetas. Las llamaron “sibilas”, lo que significa: “la que conoce el pensamiento divino”, porque tan milagroso era su don de profecía que sólo podía provenir del espíritu divino; “sibila” se refiere, por lo tanto, a un oficio y no a un nombre propio. Nacieron en diversos países del mundo y en épocas distintas, pero todas vieron hechos extraordinarios que habían de acontecer más tarde, como el nacimiento de Cristo, al que hemos aludido ya. Sin embargo, todas eran paganas y ninguna perteneció a la religión judía.

Llamaron a la primera sibila, que venía de Persia, Pérsica y a la segunda, que era libia, se la llamó Líbica. La tercera recibió el nombre de Délfica, por haber nacido en el templo de Apolo en Delfos. Profetizó la destrucción de Troya y Ovidio le dedicó unos versos. Nació en Italia la cuarta, llamada Cimeriana. Erífila se llamaba la quinta, originaria de Babilonia. Ella anunció a los griegos que habían acudido para consultarla que habían de destruir Troya e Ilión, su ciudadela, y que Homero dejaría sobre tales hechos un relato muy fantasioso. Le cambiaron el nombre por el de Eritrea porque así se llamaba la isla donde vivía y allí se descubrieron sus libros. La sexta se llamó Samiana, por ser de la isla de Samos. Nacida en Italia, en Cumas, provincia de Campania, la séptima llevaba el nombre de Cumeana. Helespontina, por el Helesponto, la llanura de Troya, era la octava, que vivió en la época de Ciro y del famoso autor Solón. En Frigia nació la novena, la sibila Frigiana, que profetizó claramente la llegada de un falso profeta o anticristo. A la décima, Tiburtina, le daban también el nombre de Albunia y fue muy venerada por sus oráculos porque anunció la venida de Cristo (1).

Nota:
1. Cristina de Pizán, La Ciudad de las Damas.

Imagen:
Giovani Guercino, Sibila Pérsica. Pinacoteca Capitolina, Roma.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las diosas se revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.



lunes, 21 de septiembre de 2020

Las diosas oraculares y las pitonisas

Extrañas mujeres anónimas, cuyo nombre procede de la serpiente Pitón con la que Apolo se enfrentó en Delfos, y finalmente venció, instaurando sobre ese suelo su oráculo, que sin duda está afiliado a su fuente primigenia, el de la profetisa Gea, simbolizada por esa enorme serpiente, entidad telúrica que mora en el mundo subterráneo. La pitonisa encarna esa energía, y reúne en sí el poder de la diosa Madre, el de sus hijas Temis y Febe, y el del brillante Apolo, dios de la luz que fecunda las tinieblas y las ordena; de la luz que hace aparecer las imágenes y las formas, de la luz que al tocar los sentidos hace ver la gran ilusión caleidoscópica del mundo. La pitonisa deja pasar a través de sí el misterio de la cosmogonía y su vaticinio es un sendero para remontarse de nuevo al origen. Un camino de ida y vuelta, convulso, peligroso, paradójico, lleno de encrucijadas, senderos cada vez más estrechos, que concurren finalmente ante una puerta estrecha, la salida a lo supracósmico, al Misterio Absoluto.


Imagen:
Hendrick Goltzius, Apolo venciendo a Pitón. Grabado para la Metamorfosis de Ovidio.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las Diosas se Revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.



domingo, 6 de septiembre de 2020

La caverna del corazón

Las iniciaciones pueden ser vistas como el recorrido de los laberintos para arribar al centro donde se encuentra lo más secreto y la salida vertical (1).

Para los Papago (Arizona), en el centro del laberinto se encuentra el monte sagrado Baboquivari, al que ascienden en búsqueda de la visión. Es allí donde se une la Tierra al Cielo y el hombre puede comunicarse con el Espíritu. En él mora I’itoli, dios que habita en una gruta al noroeste de la montaña, representado a la entrada del laberinto, símbolo de la búsqueda, pues se dice que fue él quien guió a su pueblo desde el otro lado a través del agujero de un hormiguero, convirtiendo para ello a su gente en hormigas. Para este pueblo éstas representan a los guardianes de su Tradición.




La gruta, oculta en el interior de la montaña y análoga al corazón, es siempre el lugar de iniciación. En ella se muere y se renace.
Uno es iniciado en su corazón, encendiéndose un fuego secreto, una luz invisible que ilumina el alma y su camino.

Imagen:
Pintura sobre huevo de avestruz de la autora.

Nota:
1. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Laberinto”.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético, Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2018.



domingo, 23 de agosto de 2020

Mensajeros del cielo

El Pájaro de Trueno es responsable del sonido del trueno. Sus ojos centellean rayos. Es guardián de la Verdad y protector de los hombres.




Para los Sioux Brulé (Grandes llanuras), el Pájaro de Trueno, mítica ave gigantesca de increíble fuerza, mensajera del Gran Espíritu, es un ser sutil que vive en las Black Hills. Se dice que fue la unión entre una joven y la gran águila moteada, Wanblee Galeshka, la que preservó la raza humana devastada por el diluvio. Sólo a ella rescató este ave y la llevó al altísimo árbol donde tenía su nido, en un pináculo de piedra en forma de aguja, lugar sagrado en las Black Hills y único punto que no quedó cubierto por las aguas. Allí la hizo su esposa y tuvieron un hijo y una hija. Cuando se retiraron las aguas, bajaron ambos y de la descendencia del águila se repobló el mundo (1).

Imagen:
Pintura sobre huevo de avestruz de la autora.

Nota:
1. Basado en Lame Deer, Winner, Dakota del Sur, 1969. Recogido por Robert W. Parsons, Twin Memoirs. Generations, “How the Sioux came to be – Brulé Sioux”. Page Publishing Inc., 2016.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético, Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2018.



sábado, 8 de agosto de 2020

Vida y muerte

Tawa o Taiowa simboliza para los Hopi el espíritu del Sol, del crecimiento y la abundancia. Mientras Tawa simboliza el espíritu de la Vida, Masauwu, el Hombre Esqueleto, gobernante del Inframundo, simboliza el espíritu de la Muerte. Es el dios de la Tierra, guardián del Fuego y de la puerta.




La ceremonia de Iniciación es supervisada por los jefes tribales que encarnan las energías de Tawa y de Masauwu bajo la forma de Kashinas y tiene lugar en la kiva, cuya estructura y configuración evoca la Cosmogonía. Con la Kashina de Tawa se invoca el regreso del Sol, imprescindible para que crezca el maíz, no sólo sustento de este pueblo sino, por sobre todo, símbolo sagrado para su cultura, presente en todos sus ritos y sus ceremonias, relacionadas con su cultivo, donde se ofrendan plumas y polen de esta planta, mientras la Kashina de Masauwu ejerce de guardián de la Puerta, defendiendo el pasaje.

Imagen:
Pintura sobre huevo de avestruz de la autora.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético, Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2018.



martes, 21 de julio de 2020

El Espejo

En los días previos a la llegada de los invasores teníamos payasos. No payasos como los ves ahora [...]. Nuestros payasos revestían cualquier cosa. Así como les apeteciera, se vestían. Y no salían sólo de vez en cuando para hacer el tonto y hacer reír, nuestros payasos estaban con nosotros todo el tiempo. Eran tan importantes para el pueblo como el jefe, el chamán, los bailarines o los poetas (1).

Se dice que estos payasos sagrados veían con los ojos de un niño y por ello detectaban lo falso a distancia. Se les llamaba “destructores de héroes” porque su papel era despertar del sueño. Con la llegada del hombre blanco, cambiaron su forma para ser “invisibles” y poder seguir actuando, pues éste no podía soportar ser el blanco de las risas, al punto de llegar a asesinarlos.
Koshare, Koyaala o Hano es el nombre del Payaso Sagrado Kashina de los Hopi (Arizona). Entre los Arapahoe (Grandes llanuras) es llamado Ha Hawkan, “idiota sagrado”, y entre los Oglala y los Dakota (Grandes llanuras), Heyoka, “loco”.




Imagen:
Pintura sobre huevo de avestruz de la autora.

Nota:
1. Testimonio de una anciana extraído de Daughters of Copper Woman, Anne Cameron.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético, Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2018.



domingo, 5 de julio de 2020

Las constelaciones del Triángulo de Verano III

Águila

Del águila se explica que es el único ave que puede volar mirando directamente al Sol. Eratóstenes cuenta que los dioses se repartieron las criaturas aladas a suertes y que a Zeus le tocó el águila, figurando ésta desde entonces en el firmamento.




La constelación del Águila evoca el rapto de Ganímedes, hijo del rey Tros de Troya. El mito narra que siendo Ganímedes el joven más hermoso de la Tierra, los dioses le eligieron para llevar la copa dorada de su néctar y le concedieron el don de la eterna juventud. Zeus lo deseaba y lo raptó, transformado en águila, para convertirlo en su copero personal en el Olimpo, desplazando de este modo a Hebe, hija de Hera y diosa de la juventud. Hera, ofendida, quiso avergonzar a Zeus ante los dioses por su amor a un joven, pero Zeus, enfurecido y determinado a glorificar a Ganímedes, lo elevó al cielo donde ahora es la constelación de Acuario.

Imagen:
Ptolomeo, Almagesto.
Versión traducida al latín de Gerardo de Cremona, c. 149.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



jueves, 18 de junio de 2020

Las constelaciones del Triángulo de Verano II

Cisne

Esta constelación se asemeja a un cisne que se aleja del polo volando sobre la Vía Láctea. Dice Eratóstenes que Zeus adoptó la forma de este ave cuando se enamoró de Némesis, diosa primordial hija de Nicte, la cual se había transformado en cisne para intentar conservar su virginidad. El dios voló hasta el Ática y consiguió seducirla, surgiendo de su unión un huevo del que nacería la bella Helena; y quiso por ello que figurase un cisne en vuelo entre las constelaciones del cielo.




Otra tradición cuenta que Leda, esposa del rey Tíndaro de Esparta, compartía su lecho con Zeus, el cual adoptaba la forma de un cisne para sus encuentros amorosos furtivos. Leda puso dos huevos: del primero nació Helena de Troya y Clitemnestra, y del segundo, los Dioscuros (Cástor y Pólux, a quienes recuerda la constelación de Géminis). Cástor era mortal, mientras que Pólux, hijo de Zeus, nació inmortal.

(Continuará).

Imagen:
Detalle del Cisne.
Giovanni Antonio de Varese (atribución).
Bóveda de la Sala del Mapamundi del Palazzo Farnese de Caprarola, 1573-1575.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



viernes, 5 de junio de 2020

Las constelaciones del Triángulo de Verano I

Las constelaciones del Triángulo de Verano I: Lira

Tres estrellas muy brillantes forman el denominado Triángulo de Verano: Vega, de color azul-blanco, perteneciente a la constelación de Lira; Deneb, azul-blanca, que forma parte de la constelación del Cisne; y Altaïr, blanca, integrante de la constelación del Águila. Deneb y Altaïr se hallan sobre la Vía Láctea.




Lira

Se dice que es la lira inventada por Hermes con el caparazón de una tortuga y los cuernos de las vacas de Apolo. Tenía 7 cuerdas en memoria de las hijas de Atlas. Hermes se la entregó a Apolo y éste a Orfeo, el cual aumentó el número de sus cuerdas a 9 en honor a las Musas. Cuenta Eratóstenes que un día Orfeo, quien embelesaba a las piedras y a las fieras con su canto, dejó de honrar a Dioniso y comenzó a venerar a Apolo como dios principal. Pasado el tiempo ocurrió que Orfeo se desveló una noche y se dirigió al monte Pangeo para esperar la salida del Sol. Irritado por la defección de Orfeo, Dioniso azuzó a las Basárides –mujeres de la Tracia– en su contra y éstas lo descuartizaron, desperdigando sus miembros. Las Musas los reunieron, les dieron sepultura en Libetra y pidieron a Zeus que transformase la lira de Orfeo en estrellas para que permaneciese en el cielo en memoria de las hijas de Mnemosine y del poeta. También se dice que la constelación de Lira se oculta en algunos momentos del año como testimonio de la desgracia ocurrida a Orfeo.

(Continuará).

Imagen:
Detalle de las constelaciones del Triángulo de Verano.
Giovanni Antonio de Varese (atribución).
Bóveda de la Sala del Mapamundi del Palazzo Farnese de Caprarola, 1573-1575.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



miércoles, 20 de mayo de 2020

Mitos del cielo de invierno

Cáncer

Cuando el Sol se encuentra sobre Capricornio, las estrellas de Cáncer alumbran sobre el meridiano nocturno con su brillo pálido (y a la inversa, es en los días que el Sol ilumina desde Cáncer cuando vemos a Capricornio en lo alto de la bóveda estrellada nocturna). He aquí el relato de Eratóstenes acerca de la constelación del cangrejo:

Parece que fue la diosa Hera quien lo colocó en el firmamento. Cuenta Paniasis en su obra Heraclia que un cangrejo salió de la laguna en la que Hércules luchaba con la hidra y le mordió el pie él solo, sin concurso de otros. Hércules, irritado, lo aplastó con el pie, y desde entonces el cangrejo alcanzó una gran fama y se le cuenta como uno de los doce signos del Zodíaco. Algunas estrellas de esta constelación reciben el nombre de Asnos, y fue el dios Dioniso el que los elevó al cielo. Anexo a ellos se encuentra el llamado Pesebre. He aquí su historia: cuando los dioses partieron a la guerra contra los Gigantes, se dice que el dios Dioniso, Hefesto y unos sátiros subieron a lomos de unos asnos; cuando aún los Gigantes no los habían divisado, los asnos se pusieron a rebuznar hallándose a corta distancia, y los Gigantes echaron a correr al oír los rebuznos. En recompensa por dicha acción los asnos pasaron a formar parte de la constelación de Cáncer a la zona de poniente.

Cáncer tiene dos estrellas muy brillantes sobre su caparazón, que son los Asnos, y una nebulosa que se encuentra entre éstos compone el llamado Pesebre; da la impresión de estar flanqueado por los Asnos. Cáncer tiene una estrella de escaso brillo sobre cada pata del lado derecho y en la pata anterior del lado izquierdo dos poco brillantes, otras dos sobre la pata segunda, una en la tercera; igualmente presenta una en el extremo de la cuarta pata, otra sobre la boca y tres iguales y no muy grandes sobre la pinza de la derecha; otras dos iguales, no de gran tamaño, sobre la pinza de la izquierda. Suman un total de dieciocho.




Imagen:
El Sol junto a la constelación de Cáncer en el hemisferio boreal.
Giuliano de Arrigo (más conocido como Pesello), Hemisferio celeste.
Cúpula de la sacristía vieja de la basílica de San Lorenzo, Florencia, 1442-1446.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



martes, 5 de mayo de 2020

Mitos del cielo de otoño

Piscis

Dice Eratóstenes que los dos peces son descendientes del Gran Pez (Piscis Australis) y que están retenidos por el mismo sedal de un modo tal que “convergen en dirección a la pezuña de Aries”. Ambos se encuentran sobre la eclíptica, aunque en distinta zona.

Arato cuenta que uno es más rápido que el otro y que siente más de cerca al viento Bóreas cuando comienza a descender del norte, y también que a la estrella en que se unen los cordones asidos a sus colas se le llama Nudo. Cornelius observa que dicho astro es una estrella doble que los árabes denominan Alrischa, nombre que significa “cuerda” y que posiblemente deriva del babilónico riksu, “tratado” en el sentido de acuerdo o pacto que vincula. Higino comenta que “se trata no sólo del nudo de los peces, sino también de la esfera en su totalidad”, aludiendo a que en aquel tiempo la longitud celeste de la estrella coincidía aproximadamente con el punto vernal en que se anudan el ecuador celeste y la eclíptica, hoy en día desplazado hacia Acuario debido al movimiento de precesión de los equinoccios.

Higino explica asimismo que uno de los peces se llama Austral y el otro Boreal, y que “el denominado Boreal se encuentra ubicado entre el círculo equinoccial y el estival, bajo el brazo de Andrómeda, y mira hacia el polo ártico” mientras que su compañero, situado “bajo el lomo del caballo” (se refiere a Pegaso), está “no muy alejado del círculo equinoccial y orientado hacia el ocaso”.




Ovidio cita en sus Fastos un mito que vincula a Pisicis con Venus y Cupido:

Cuentan que tú y tu hermano (pues sois estrellas que brilláis juntas) llevasteis a lomos a dos dioses. Huyendo una vez Dione [Venus] del terrible Tifón, por los tiempos en que Júpiter empuñó las armas en defensa del cielo, llegó hasta el Éufrates acompañada del pequeño Cupido y se sentó a la orilla del agua palestina. El chopo y los cañaverales dominaban las elevaciones de las riberas, y los sauces prometían la esperanza de que podrían ocultarse ellos también. Mientras estaba escondida, resonó el bosque con el viento; pálida de miedo, creyó que había llegado algún tropel de enemigos, y conforme tenía al hijo en el pecho, dijo: “Socorredme, ninfas, traed auxilio a dos dioses”. Y sin dilación dio un salto adelante. Dos peces gemelos los recogieron sobre sus lomos; por ello ahora poseen las estrellas, un digno regalo. De ahí que los reverentes sirios consideren un sacrilegio servir a la mesa esta especie y no profanen sus bocas con peces.

Imagen:
Piscis.
Arato, Fenómenos.
Versión traducida al latín por Marco Tulio Cicerón.
Manuscrito Harley 2506, British Library, c. 1040.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



lunes, 20 de abril de 2020

Mitos del cielo de verano

El Delfin

El Delfín se encuentra justo en el ecuador celeste y por ello es visible desde cualquier parte del mundo excepto la Antártida. Dice Manilio que el Delfín es “orgullo del océano y del cielo y en ambos lugares venerado”. Según Eratóstenes,

se dice que está en el firmamento por el siguiente motivo: cuando Poseidón quiso tomar a Anfitrite por esposa, ella, recelosa, escapó hacia donde mora Atlas, buscando conservar su virginidad. Mientras estuvo escondida, Poseidón envió muchos emisarios, entre los cuales uno era un delfín. Tras largo errar por los confines de las islas de Atlas, da con ella, se lo comunica a Poseidón y la lleva ante él. Éste se casó con Anfitrite y en recompensa concedió al delfín todo tipo de honores en el mar, lo declaró sagrado y colocó su figura en el firmamento. Y cuantos buscan congraciarse con Poseidón lo representan con un delfín en su mano, asignándole gran fama de ser benévolo.

Anfitrite (etimológicamente “la que rodea el mundo”) era hija de Nereo, el anciano del mar, y de Dóride. Poseidón la había visto por primera vez cuando jugaba con las demás nereidas, sus hermanas, en las orillas de Naxos. Tras desposarse con el dios, Anfitrite se convirtió en reina de los mares y prohijó a Tritón, mitad hombre y mitad pez.

Higino transmite otras dos tradiciones acerca del Delfín, la primera de las cuales se relaciona con el dios Líber-Dioniso. Unos navegantes tirrenos acogen al dios aún niño para llevarlo a Naxos junto a sus acompañantes, y deseosos de hacerse con el botín urden desviarse de su rumbo. Dioniso, que lo sospecha, manda a sus compañeros cantar a coro una música que embelesa a los tirrenos y los mueve a bailar tan frenéticamente que se arrojan al mar, convirtiéndose en delfines. Fue el propio Dioniso quien colocó en el cielo la imagen de uno de ellos porque “quiso confiar a los hombres su proyecto”.




La segunda leyenda la menciona también Agustín de Hipona en La ciudad de Dios. Arión era un citarista de la ciudad de Lesbos que vivía en tiempos de los siete sabios de Grecia. En una ocasión volvía de Italia por mar con grandes riquezas que había conseguido y los marineros resolvieron acabar con él para quedarse con el tesoro. Lo prenden, y Arión les pide como última gracia poder cantar un rato al son de su cítara, a lo que los malvados acceden. Su música es tan suave que los delfines acuden de todas partes y rodean la nave. Arión invoca a los dioses, se lanza al mar con su cítara y cae sobre el lomo de uno de los cetáceos, el cual lo transporta hasta Ténaro, el cabo más meridional del Peloponeso. Se dice que aún en tiempos de Agustín se podía ver en este lugar una estatua con un delfín en recuerdo de Arión.

Cornelius dice que en la India se asociaba a la constelación con la marsopa y que se consideraba portadora de fortuna. Los árabes llamaban al asterismo “piedras preciosas” y, según el autor, daban el nombre de “Sarcófago de Job” al rombo formado por sus estrellas principales.

Imagen:
El Delfín.
Abd ar-Rahman as-Sufi, Liber locis stellarum fixarum.
Manuscrito de la Forschungsbibliotek Gotha, s. XV.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



lunes, 6 de abril de 2020

Mitos del cielo de primavera

Centauro

Higino dice que “está representado como si tuviera los pies apoyados sobre el círculo antártico y su espalda en el círculo invernal” (trópico de Capricornio), y que “el denominado círculo lácteo separa las patas del Centauro del resto de su cuerpo”. Se trata, pues, de una constelación austral.

La astronomía grecolatina lo relaciona con el centauro Quirón, hijo de Crono y de la oceánide Fílira –hija ésta a su vez de los titanes Océano y Tetis– a la cual se unió adoptando la forma de un caballo. Su nombre deriva del griego xeir (queir), “mano”. Eratóstenes dice que Quirón superaba en justicia a todos los hombres. Vivía en una cueva en el monte Pelión y fue el preceptor de Asclepio y de Aquiles así como de Jasón y Acteón. Trabó amistad con Heracles y el héroe respetó su vida en la Centauromaquia. Heracles convivió con Quirón durante mucho tiempo y aceptaba gustoso todos los consejos y enseñanzas que éste le daba sobre las artes de la caza y la guerra, la música, la ética, el conocimiento de las plantas, la medicina y la cirugía, etc.

Cuenta el mito que Heracles, en su camino hacia el monte Erimanto en busca del jabalí al que debe dar caza en su cuarto trabajo, se hospeda en casa de Folo y pide vino de un tonel que era propiedad común de los centauros. Pese a las advertencias de su anfitrión, el héroe insiste y Folo ha de abrir la tinaja. Al sentir el olor, los centauros acuden armados de rocas y árboles. Heracles los rechaza con un tizón y luego los persigue con su arco y sus flechas. Los centauros se agazapan tras Quirón y una flecha lo hiere accidentalmente en la rodilla. Heracles corre a extraérsela y a aplicarle un remedio; pero las heridas de esas flechas no pueden cicatrizar y son, además de incurables, muy dolorosas. Según relata Apolodoro, Quirón, para poner fin a su agonía, intercambia su vida inmortal por la de Prometeo, al que libra de este modo de su condena. Es Heracles quien propone el trueque a Zeus, y el dios decide aceptarlo.




Según Eratóstenes, Zeus elevó a Quirón a los cielos por su piedad y allí se le ve sosteniendo con la mano derecha un pequeño animal sacrificial –algunos dicen que es un odre de vino–, y con la mano izquierda, un tirso.

Imagen:
El Centauro.
Detalle de la obra de Fernando Gallego El cielo de Salamanca.
Bóveda de la Biblioteca antigua de la Universidad de Salamanca, 1483-1492.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del cielo estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



miércoles, 18 de marzo de 2020

La tropa délfica IV

A Artemisa



Arisca diosa del peplo corto,
siempre a la carrera
con los lebreles de Pan
y tus armas al hombro,
el arco y el carcaj.


Detente, pues apuntar quiero
hacia ti mi pensamiento.
Y haciéndolo pretendo
que en mí derrames tus flechas,
efluvios lunares que a su modo espejan
los rayos de tu hermano solar.


Proteges a lo que ha parido Natura
como también a la madre que te parió.
Velas por los animales salvajes y los bosques
junto a tu cofradía de vírgenes
y algún que otro hombre
que como Hipólito te ha jurado casto amor.


Artemisa,
versión huraña de la Belleza,
atráeme a tu foresta,
luminar que en la noche reflejas
a Apolo y su poder.
Y ahora corramos juntos
a lo tuyo que es lo nuestro,
que aún hay labor por un poco de tiempo.
¡Y que no nos vengan a joder!


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Editado en abril del 2019 por Libros del Innombrable, Zaragoza.



jueves, 5 de marzo de 2020

La tropa délfica III

“Toda la tropa délfica nos llama, unámonos a sus andanzas, cantando con las Musas y Apolo cerca de las fuentes y saliendo de cacería con la agreste Artemisa por los tupidos bosques. Invoquemos al dios solar como hacía la pitonisa encerrada en la recámara más secreta del templo y así, en hierogamia sagrada y por la vía directa, poder ascender desde el centro del corazón hasta el polo celeste...”


A Apolo (II)



Imitando el gesto de aquéllos
cuya nave condujiste hasta tu predio,
divino delfín, suelto el timón y el gobierno te entrego
decidido a que todo lo narres tú y no yo,
joven dios ante el que tiembla el Olimpo entero.


Reclamas para ti la forminge y el arco,
las áureas fechas y el plectro dorado.
Tuyo es el peán y todos los versos
que, unánimes, hombres y Musas
entonamos con canto alado.
Sepultas a la fuente Telfusa
por no haber querido cederte su espacio.
¡Como si otro sol pudiese brillar junto al Sol!
Traspasas al horrible monstruo Pitón
y ocupas el lugar que te está reservado
donde el ónfalo, en Delfos, al pie del Parnaso.


A tu Oráculo he acudido adhiriéndome a mi Destino.
Y mi Destino me has revelado de manera sencilla,
recordándome quien soy y que de tu luz
en mi lámpara una candela llevo prendida.
Farolillo que hoy levanto a lo alto
invocando al dios del día,
Apolo, estrella bajo la que he nacido,
para que estos minúsculos destellos atraigan
tus rayos de fuego y se obre la alquimia.


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Editado en abril del 2019 por Libros del Innombrable, Zaragoza.




sábado, 22 de febrero de 2020

La tropa délfica II

A Delos




Sometida al embate de las olas,
errante por el piélago,
flotante isla rocosa de aspecto desolado
y nombre odioso para los humanos,
sólo tú a Leto has acogido
encinta de mellizos divinos.


A tu voluntad no ha detenido
el temor que a otras tierras ha disuadido
(¡tremendo dios es el Flechador!),
y te ha bastado un juramento benéfico
para sumarte, confiada, a tu destino.
Cuenta el poeta que has sonreído
al ver la cara de Apolo viniendo sobre ti,
recién nacido...


Comarca dorada por el brillo primero del Sol,
áurea Delos,
morada de la Deidad,
se acabó ir dando tumbos sin rumbo
de aquí para allá.
Quieta ya para siempre en la geografía,
restituida en la Inmutabilidad
de donde has surgido,
en el Ser que siempre has sido.


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Editado en abril del 2019 por Libros del Innombrable, Zaragoza.



miércoles, 5 de febrero de 2020

La tropa délfica I

“Hemos navegado hasta Delos, nos hemos amarrado a la palmera que nos ha alumbrado por segunda vez, y ahora, como hermanos en el espíritu vivimos instalados en la Delfos mítica, depositaria del oráculo que no ha enmudecido, pues, ¿acaso no oís el tañido de la lira del inmortal Apolo? ...”


A Leto




Hija de la Inteligencia y de su brillo,
el padre Zeus te penetra
y por su favor tu vientre engendra
al Sol y la Luna, luminares de los ciclos.

Llegada la hora del parto
se te niega la gracia de las madres.
¿Puede ser que no quepa espacio ni hora
para un nacimiento divino?

Te rechazan incontables islas y ciudades
hasta que te acoge la humilde Delos.
Mas Ilitía no acude retenida por Hera,
ardiente en celos.

De tus dolores son testigos
las nobles diosas que te acompañan,
quienes ingenian que Iris vuele
a por la comadrona sagrada.

Y por fin llega la hora feliz,
blanca y gozosa Leto.
Ya de rodillas, abrazada a la palmera
te dispones al alumbramiento,
y alumbras a la vez mi pensamiento.


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Editado en abril del 2019 por Libros del Innombrable, Zaragoza.



martes, 21 de enero de 2020

Espejito, espejito

Queremos ahora detenernos un momento en el significado del espejo, aquél que la madrastra interpela una y otra vez obsesivamente. Ya hemos advertido el uso invertido que hace de este objeto —en sí mismo mágico—, porque su objetivo no es trascender la dualidad entre ella y su imagen, sino adular solamente su belleza exterior, individual, desconociendo que el espejo mágico debe ser utilizado con fines universales, no particulares, como un medio para comprender que todos los reflejos y las formas manifestadas son imágenes especulares de la Belleza, que en su esencia es una idea más allá de todas las concreciones, pero que las incluye a todas; es decir, la Belleza entendida como la proyección de la Unidad en todos los mundos informales y formales que finalmente materializan en la tierra. Para ahondar en el significado del espejo, queremos citar aquí el siguiente texto:




El espejo refleja nuestra imagen, aunque de modo invertido. Si bien los primeros espejos de la antigüedad son de metal es obvio que el primer espejo es el lago o el río, de aguas quietas, presente en el mito de Narciso que sólo es capaz de ver su imagen exterior. En este sentido los espejos serían enemigos del Sí Mismo y el Conocimiento, e incluso capaces de atrapar la imagen del que se mira en ellos, cautivo de su individualidad. Su utilización mágica seguramente deriva de que la ilusión es imagen de la realidad como la ciudad terrestre lo es de la ciudad celeste. Nunca es verdad lo que nos dicen los espejos. (...)
El espejo es siempre el otro, el que no es el que es, o el que lo sustituye en una constante interrelación de personajes, la danza del yo y el otro. El espejo es de por sí mágico –como ya se ha dicho– y se han utilizado siempre para actos relacionados con la visión y las deformaciones que ésta puede sufrir. Hay igualmente un espejo donde todo se ve, que es atributo de adivinos y chamanes. Por otra parte, y siendo que los símbolos deben necesariamente ser enseñados y aprendidos sin lo cual no pueden comprenderse, el iniciador o hierofante cumple siempre también una función especular donde el aprendiz pueda mirarse, o viceversa. Se debe volver sobre aquello de que la imagen que proyectan los espejos es invertida con respecto a lo que reflejan, como también lo son muchas analogías. ¿Soy o no soy? Se preguntan de forma indefinida los espejos, aunque todos ellos saben que son sólo un reflejo de un Principio al que conocen, pues se mira en ellos
(1).

Nota:
1. González Frías, Federico, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos (entrada: Espejo). Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

Cuaderno Aleteo de Mercurio 5.
Cuentos Tradicionales, Símbolo e iniciación.
Textos de Margherita Mangini.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Editado por Libros del Innombrable, noviembre, 2018.



martes, 7 de enero de 2020

La mujer malvada

En muchos cuentos populares aparece a menudo un personaje análogo al de la madrastra de Blancanieves: la mujer malvada. Puede ser reina, ogra, madrastra, suegra, bruja, o varias de estas cosas a la vez, pero en esencia se trata de una misma energía, o de un aspecto de ella. Hablamos de la cara oscura de la energía femenina, tan bien descrita en el comentario a la lámina número tres de los Arcanos Mayores contenido en el libro del Tarot de Federico González, donde se enuncian los aspectos invertidos de esta carta y por tanto de esta energía o corriente cósmica:

Falta de inteligencia y de gracia
Aparentar lo que no se es
Vulgaridad - Grosería - Caprichos
Coquetería - Cursilería
Dificultad de dar formas - Falta
de nobleza - Mal gusto
Inestabilidad - Exageración
Falsos brillos y éxitos
Impuntualidad – Improvisación
(1).




(...) Este personaje, invertido, es el que dificulta el camino del protagonista, el que le hace la vida imposible porque se deja cegar por sus pasiones. Tiene ciertos poderes mágicos u objetos de poder, que, sin embargo, no le otorgan el verdadero poder ya que, en vez de ponerlos al servicio de la Unidad y el Amor, los utiliza con fines particulares, separando y obstaculizando la unión, por lo que su alcance es corto. Es aquella corriente que tira para abajo, que es un impedimento en el camino de Conocimiento, que no quiere que el alma vuele libre. Es aquella mujer que quiere ocupar un lugar que ya no le corresponde, que no quiere dejar los privilegios, que es

arrastrada por unas energías compulsivas que la pierden por los recovecos del alma inferior, tan llena de deseos, obsesiones, emociones, fobias y anhelos que de no recibir el soplo del alma superior y del Espíritu conducen a un callejón sin salida. Diversos peligros y trampas acechan constantemente a la maga: lo más vil, empero, es traicionar el fin último de sus búsquedas y operaciones, que es el de la realización metafísica, sustituyéndolo por la satisfacción de pasiones o deseos demasiado humanos que además nunca llegan a saciarse. La posesión, en cualquiera de sus formas, es otro de los grandes escollos; el afán por ser dueño del otro, el pretender manejar los hilos de la vida propia o de los semejantes, el acaparar poder, saber, dinero, prestigio o fama; es decir, la ignorante ceguera de la individualidad prepotente y soberbia que se cree demasiado a sí misma e intenta suplantar al Yo único y supraindividual que no es propiedad de nadie (2).

(continuará).

Notas:
1. González, Federico, Tarot. mtm editores, Barcelona, 2008.
2. Mireia Valls, Las diosas se revelan, Colección Aleteo de Mercurio 2, Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.

Cuaderno Aleteo de Mercurio 5.
Cuentos Tradicionales, Símbolo e iniciación.
Textos de Margherita Mangini.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Editado por Libros del Innombrable, noviembre, 2018.