martes, 5 de mayo de 2020

Mitos del cielo de otoño

Piscis

Dice Eratóstenes que los dos peces son descendientes del Gran Pez (Piscis Australis) y que están retenidos por el mismo sedal de un modo tal que “convergen en dirección a la pezuña de Aries”. Ambos se encuentran sobre la eclíptica, aunque en distinta zona.

Arato cuenta que uno es más rápido que el otro y que siente más de cerca al viento Bóreas cuando comienza a descender del norte, y también que a la estrella en que se unen los cordones asidos a sus colas se le llama Nudo. Cornelius observa que dicho astro es una estrella doble que los árabes denominan Alrischa, nombre que significa “cuerda” y que posiblemente deriva del babilónico riksu, “tratado” en el sentido de acuerdo o pacto que vincula. Higino comenta que “se trata no sólo del nudo de los peces, sino también de la esfera en su totalidad”, aludiendo a que en aquel tiempo la longitud celeste de la estrella coincidía aproximadamente con el punto vernal en que se anudan el ecuador celeste y la eclíptica, hoy en día desplazado hacia Acuario debido al movimiento de precesión de los equinoccios.

Higino explica asimismo que uno de los peces se llama Austral y el otro Boreal, y que “el denominado Boreal se encuentra ubicado entre el círculo equinoccial y el estival, bajo el brazo de Andrómeda, y mira hacia el polo ártico” mientras que su compañero, situado “bajo el lomo del caballo” (se refiere a Pegaso), está “no muy alejado del círculo equinoccial y orientado hacia el ocaso”.




Ovidio cita en sus Fastos un mito que vincula a Pisicis con Venus y Cupido:

Cuentan que tú y tu hermano (pues sois estrellas que brilláis juntas) llevasteis a lomos a dos dioses. Huyendo una vez Dione [Venus] del terrible Tifón, por los tiempos en que Júpiter empuñó las armas en defensa del cielo, llegó hasta el Éufrates acompañada del pequeño Cupido y se sentó a la orilla del agua palestina. El chopo y los cañaverales dominaban las elevaciones de las riberas, y los sauces prometían la esperanza de que podrían ocultarse ellos también. Mientras estaba escondida, resonó el bosque con el viento; pálida de miedo, creyó que había llegado algún tropel de enemigos, y conforme tenía al hijo en el pecho, dijo: “Socorredme, ninfas, traed auxilio a dos dioses”. Y sin dilación dio un salto adelante. Dos peces gemelos los recogieron sobre sus lomos; por ello ahora poseen las estrellas, un digno regalo. De ahí que los reverentes sirios consideren un sacrilegio servir a la mesa esta especie y no profanen sus bocas con peces.

Imagen:
Piscis.
Arato, Fenómenos.
Versión traducida al latín por Marco Tulio Cicerón.
Manuscrito Harley 2506, British Library, c. 1040.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



No hay comentarios:

Publicar un comentario