lunes, 20 de diciembre de 2021

1. Orígenes del teatro

El que porta la máscara

Dioniso, el “nacido para ser dios, se ofrece a los dioses en las libaciones, de modo que por su mediación obtienen los hombres los bienes” (1), por eso sienten unas inmensas ganas de seguirlo y estar en su compañía, ser uno con Él, entregándose voluntariamente a la llama del amor —que también es Zeus—, y “a los éxtasis y goces de la sublime y fogosa belleza” (2) concernientes a Apolo. Esta es precisamente la índole dionisíaca que nos interesa y que despierta por la participación en los ritos y ceremonias mágicas que pueden incluir la ingesta de determinadas sustancias.


El vino es la sangre del dios hecho hombre y simboliza “el conocimiento esotérico, es decir, la doctrina reservada a la élite y que no conviene a todos los hombres, lo mismo que no todos pueden beber el vino impunemente. De eso resulta que el empleo del vino en un rito confiere a éste un carácter claramente iniciático” (3); ingerirlo significa ser uno con Él y sus múltiples facultades y facetas, de ahí que otro de los nombres de Baco sea multiforme, como lo es el actor cuyo oficio consiste en extraer de su interior distintos personajes.


Walter Otto en su libro Los Dioses de Grecia, nos dice de esta deidad:

Su espíritu arde con la bebida embriagante que se denominó la sangre de la tierra; sensualidad primitiva, delirio, disolución de la conciencia hasta lo ilimitado sobreviene a los suyos como un huracán; los tesoros de la tierra se abren a los extasiados. También los muertos se reúnen alrededor de Dioniso, vienen con él en la primavera, cuando trae las flores. Amor y frenesí salvajes, estremecimiento frígido y bienaventuranza se hallan lado a lado en su séquito. Todos los primitivos rasgos de la deidad de la tierra se acrecientan en él hasta lo ilimitado, pero también hasta la profundidad del pensamiento. Homero conoce muy bien la admirable figura divina. Denomina al dios el “delirante” (4).

Notas:
1. Eurípides. Bacantes. Ed. Gredos, Madrid, 2008.
2. Federico González Frías. Noche de Brujas. Auto Sacramental en dos actos. Ed. Symbolos, Barcelona, 2007.
3. René Guénon. El rey del Mundo. Ed. Luis Cárcamo, Madrid, 1987.
4. Walter Otto. Los Dioses de Grecia. Ed. Siruela, Madrid, 2003.

Imágenes:
1. Sebastien Bourdon. Bacchanalia, s. XVII. Hermitage Museum.
2. Triunfo de Baco. Camafeo, s. XVIII. British Museum.

Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la Memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.



lunes, 6 de diciembre de 2021

Al dios del vino y del teatro

3. A Pan

Zeus cornudo te llaman los más antiguos poetas
invocando tu delirio dionisíaco preñado de inspiración divina.
Oh Pan, cuánta belleza esconde el interior de tus bosques,
belleza oculta, belleza agreste, que guarda arcanos secretos.
Mientras yaces sobre la maleza al dulce son de tu siringa,
de tu oscura naturaleza nace el pánico al que das nombre
y que sume al alma en el vértigo preparándola para el gran salto,
oh Inuo, portador de Luz y señor de las transmutaciones.
Ninfas, faunos y sátiros se unen al hechizo de tu danza,
que enfervoriza el sagrado fuego llevando al éxtasis a los hombres
mientras en la confusión y el ruido te deleitas impertérrito,
alzándote sobre los cuatro elementos que fundamentan tu reino.
Desconocido es tu territorio cual la mente para los mortales,
y sutil penetra tu melodía el oído de los danzantes
avivando temidas fantasías para librarlos de ellas,
pues sólo lo que sale a la luz puede ser reconocido.
Tus cuernos miran al Cielo que en la oscura noche
tu piel moteada refleja, y tu purpúreo semblante
se enciende al nacer y al ocultarse el astro rey,
que por tus barbas desciende llevando Luz a los hombres.
Sobre rebaños y lobos sueles señorear ufano
porque la Naturaleza es tu reino y dominas agua y fuego,
bajando hasta las simas como el Sol de mediodía
remontando renovado para alcanzar el Empíreo.
En las cumbres de la Arcadia conocidos son tus amores
por la música y las Ninfas, como tu amada Syringe,
cuya celestial melodía canta a la divina armonía,
y a pesar de su fatal huida, a tu instrumento dio nombre.
Cálido es también tu corazón cuando palpita por Eco
quien evasiva te esquiva hasta oírse en los dos latidos
de un único corazón que todo lo acoge e integra;
eso revela tu nombre cuando en su caverna resuena.
Mientras en el secreto del bosque a tus iniciados guías
hacia los mundos sutiles reservados a los Inmortales,
no deja de oírse tu música, que en su grata medida
el sello de Apolo luce y en su intensidad a Dioniso vela.


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



sábado, 20 de noviembre de 2021

Al dios del vino y del teatro

2. A Sileno

Viejo sabio Paposileno,
patriarca de todos los sátiros,
eres hijo del guardián de las puertas
Hermes psicopompo.
Beodo y barrigudo, de gran corazón,
nadie como tú conoce los secretos
que guarda la sagrada Vid.
Mandatario de la crianza de Dioniso plutodotes,
de quien eres protector y leal compañero
y al que coronaste dios supremo
de la embriaguez iniciática.
A lomos de tu asno, ebrio, renqueante y solaz
asistes a las frenéticas procesiones del tíaso,
de rendición al éxtasis y al exceso
porque nunca nada fue suficiente.
Bajo el influjo de la noche y la luna,
corren las Ménades furiosas
despedazando animales y niños
jactándose embriagadas por el sagrado vino.
Itifálico equino de potencia sexual perturbadora,
de colosales guerras internas,
que atesoras singular sabiduría
y el don de la profecía,
tus visiones proféticas son alivio de todos.
Señor de los bosques, voraz e insaciable,
tosco y delicado, de semblante ridículo,
te asimilas a la nada en tu huida incesante
de lo que está determinado.
Mentor del alegre dios de la risa,
en tu suma ebriedad
y en ceremoniosa epifanía,
te asomas siempre al abismo
y renaces de nuevo a la clarividencia, la luz y la calma.


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



sábado, 6 de noviembre de 2021

Al dios del vino y del teatro

1. A Dioniso y sus ménades

Braman los montes, braman los valles,
¡Evohé, Evohé!, se oye clamar al tíaso.
Llega “el Libertador”, anunciado por sus ménades
que entre aulós y címbalos avanzan serpenteando
celebrando tu llegada entre vítores y alabanzas.
Te manifiestas glorioso desde el corazón de la Tierra,
evocando, Dimorfo, tu más sagrada estirpe
mientras escoltado por fieras avanza el ruidoso séquito
esgrimiendo los tirsos ornados de hiedra y parra.
Divina locura a la que invitan tus danzas,
que de puro entusiasmo contagian al orbe entero.
Acudimos sin demora a la cita tus iniciados
entonando exaltados ditirambos,
e integrados a tu séquito nos despojamos de ceñidores.
Confundidos entre tus ménades
se arquea sin control el cuerpo
describiendo extáticos giros
al perderse el vínculo que nos ata a los sentidos.
Del tirso penden los lazos que nos unen con lo divino
y se agitan como serpientes danzando en la algarabía.
Dios inmortal del vino que mana de los manantiales,
de él se embriaga el alma del mundo
para devolver a su Origen a las presas del olvido.
A lo lejos retumba el monte y silencioso queda el fértil valle
al acompasarse a tu corazón el mío.
Atrás quedan címbalos y flautas
cuando el Misterio te rapta y tu nombre borra por siempre
esfumándolo en la Nada.
Ya no importa quiénes fuimos;
se disuelven las ilusiones y renace lo verdadero,
y tendidos exhaustos sobre la fría hiedra
se abre nuestra mirada más allá de las estrellas.
De lo más negro de la noche del alma
surge el desgarrado clamor que libre te evoca,
Dioniso, Misterioso, invocando tu llegada.
¡Evohé!


Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Textos del Ateneo del Agartha.
Ilustraciones de Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



martes, 19 de octubre de 2021

Mitos del cielo de verano

8. Sagitario

Arato se refiere al Sagitario como “el que blande el arco” y dice que tiende la cuerda muy cerca del dardo. Análogamente, Eratóstenes expone que es una figura en pie disparando un arco y razona que puesto que “ningún centauro ha usado dicho arma”, debe verse más bien como la imagen de un hombre con patas de caballo y cola de sátiro, concretamente la de Croto, el hijo de Pan y de Eufeme, nodriza de las Musas.
Croto habitaba en el monte Helicón y departía con las hijas de Mnemosine, con cuya compañía gozaba grandemente, siendo ellas quienes le transmitieron el arte de lanzar las flechas con las que podía cazar a las fieras que le servían de sustento. Explica el autor de los Catasterismos que Croto –palabra griega que significa “aplauso”– es también como se denomina al gesto de admiración que un día nació en él al oír cantar a las Musas y al que se sumaron todos sus compañeros. Por ello

las Musas, al ver que gracias a la iniciativa de Croto su labor era apreciada por todos, decidieron que Zeus debía recompensarlo por su piedad; y de este modo fue ascendido al cielo, batiendo sus manos y blandiendo además su arco.

Higino cuenta que la constelación es una imagen celeste diseñada por Zeus para poder exponer todas las habilidades de Croto:

Le dio patas de caballo porque era un gran jinete, y le añadió unas flechas para que, de este modo, se pudiera ver su sagacidad y su rapidez. Puso en su cuerpo una cola de sátiro porque las Musas se deleitaron con Croto no menos que Líber con los sátiros.

Y añade:

Ante sus pies se encuentran algunas estrellas dispuestas en círculo. Hay quienes opinan que se trataba de una corona, abandonada como por un juego.

Cornelius sugiere que la vinculación de Sagitario con un cazador puede provenir del dios-arquero Nergal de Mesopotamia, también asociado con el dios de la guerra y del fuego Irra.


Imagen:
Sagitario. Zāhir al-Dīn Ulūġh Beg Kūrakan, Souwar al-kawakib al-thabita. Samarcanda, 1436.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



martes, 5 de octubre de 2021

Mitos del cielo de verano

7. Capricornio

Dice Eratóstenes que es el hijo de Egipán (etimológicamente, “el dios Pan transformado en cabra”). Éste era hijo de la cabra Amaltea –luego hermano de leche de Zeus– y habitó con el dios en la cueva del monte Ida en que Rea había ocultado a su hijo para sustraerlo a Cronos. Su parte inferior era de fiera y tenía cuernos en la cabeza.
Egipán luchó al lado de Zeus en la Titanomaquia y fue quien encontró la concha de caracol marino cuyo estruendo hizo huir a los titanes (de los cuales Higino dice que experimentaron el primer “terror pánico”). Es en recuerdo de dicha concha por lo que Capricornio tiene cola de pez.
Egipán también auxilió a Zeus en su combate con Tifón, a quien Gea engendró tras la derrota de los titanes. Escribe Antonio Ruiz de Elvira en su Mitología Clásica citando a Apolodoro:

Tifón superaba en estatura a los más altos montes, tocando los astros con la cabeza; de las manos le salían cien cabezas de serpientes y sus extremidades inferiores estaban formadas por anillos de víboras; todo el cuerpo lo tenía provisto de alas.

Los olímpicos se metamorfosearon en animales para escapar de Tifón aunque Zeus acabaría trabando un cruento combate con éste en el monte Casio de Siria. Zeus lanza a Tifón sus rayos fulminantes pero él lo envuelve con sus extremidades de víbora y logra cortarle los tendones, los cuales entrega al monstruo femenino Delfine –híbrido de mujer y serpiente– para que los custodie. Tifón carga a Zeus a cuestas y lo recluye en la cueva Coricia de Cilicia; mas Hermes y Egipán consiguen hacerse con los tendones y restituírselos a Zeus. Con sus energías repuestas, el dios persigue a Tifón hasta la Tracia, donde éste se defiende arrancando montañas enteras y arrojándoselas para aplastarlo. Finalmente, Zeus logra vencer a Tifón en Sicilia y lo aprisiona bajo el monte Etna.
Higino explica que es por la metamorfosis de los dioses olímpicos para huir de Tifón que los egipcios veneran y prohiben maltratar a los animales en que aquéllos se convierten (Zeus en toro, Hera en vaca, Apolo en cuervo, Artemisa en gato, Hermes en ibis, Baco en macho cabrío, Afrodita en pez) pues son imágenes divinas. En cuanto a Pan (Egipán), dice que “se arrojó al río y la parte posterior de su cuerpo se transformó en pez, mientras que la otra tomó la forma de un macho cabrío”, estratagema que asombró a Zeus y por la que éste “fijó su imagen en el cielo”.
Cornelius apunta que la representación de Capricornio como una cabra marina puede tener orígenes asirio-babilónicos, cuyo dios de la sabiduría Oannes, o Uanna, era mitad hombre, mitad pez. De Oannes, un ser mitológico conocido en todo el golfo Pérsico, se cuenta que solía hablar con los humanos y que les enseñó la escritura, las matemáticas y la arquitectura, así como a vivir en sociedad.
En la tradición astronómica india, a Capricornio se lo figura como un cocodrilo.


Imagen:
Capricornio. Sidney Hall, Urania’s Mirror. Londres, 1824.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



lunes, 20 de septiembre de 2021

Mitos del cielo de verano

6. El grupo de Andrómeda

Cuenta el mito que la reina Casiopea y su hija Andrómeda eran muy bellas. Un día, Casiopea proclamó orgullosamente que eran más bellas que las Nereidas –las cincuenta ninfas del mar hijas de Nereo– y éstas se quejaron a Poseidón, su protector. Poseidón agitó las aguas con su tridente inundando Palestina y convocó a la monstruosa ballena Cetus. Viendo a su reino amenazado, el rey Cefeo, esposo de Casiopea, acudió al oráculo de Amón para preguntar cómo podría salvarlo y éste le respondió que debía ofrecer a la bella Andrómeda como víctima expiatoria al monstruo. Para cumplir con el designio oracular, Cefeo encadenó a Andrómeda a unas rocas ante la costa de Jope (la actual Jaffa o Yafo junto a Tel Aviv, donde los arrecifes naturales que resguardan su pequeño puerto pesquero son denominados aún hoy en día Rocas de Andrómeda). Eratóstenes dice que Andrómeda se muestra en el cielo con los brazos en cruz tal como fue encadenada.


Cuando Cetus ya se aproximaba a su presa, Perseo acudió a lomos de su caballo alado Pegaso y se declaró dispuesto a combatir al monstruo marino a cambio de la mano de Andrómeda, trato al cual Cefeo y Casiopea se avinieron. Volando sobre la superficie marina, Perseo logró confundir a Cetus con su sombra, y cayendo sobre éste, lo mató con la espada.
Devuelta la paz al reino, se celebraron los fastos del matrimonio de Perseo con Andrómeda. En medio de la fiesta, un celoso pretendiente de la princesa (su tío Fineo, según algunas versiones) conjurado con Casiopea lanzó a 200 guerreros contra la pareja nupcial. Perseo sacó rápidamente la horrible cabeza de Medusa de su zurrón y los atacantes quedaron petrificados al verla.

El mito de Perseo

El oráculo de Delfos revela a Acrisio, rey de Argos, que no tendrá descendencia masculina y que un nieto suyo lo matará, por lo que decide encerrar a su hija Dánae en una torre de bronce. Pero Zeus logra penetrar en ella a través de una grieta en forma de lluvia de oro y fecunda a Dánae, quien da a luz a Perseo. Dánae consigue ocultarlo durante cuatro años, mas Acrisio acaba descubriéndolo y ordena que ella y Perseo sean lanzados al mar en un cofre. Éste es transportado por las corrientes hasta la isla de Sérifos y allí son rescatados por el pescador Dictys, hermano del rey Polidectes.
Polidectes se enamora de Dánae, y Perseo, para liberar a su madre, pacta con el rey traerle a cambio la cabeza de la górgona Medusa, sacerdotisa de Atenea violada por Poseidón y transformada por ello en una criatura terrorífica con la cabeza cubierta de serpientes cuya visión petrificaba al mortal que la mirase. Perseo logra llevar a cabo esta gesta con la hoz que le brinda Hermes, el escudo bruñido que le ofrece Atenea –con el cual alcanza a ver el reflejo de Medusa sin mirarla– y las sandalias aladas, el zurrón y el casco de invisibilidad de Hades que le entregan las ninfas Estigias.
Regresa a Argos tras su matrimonio con Andrómeda y se entera que Polidectes ha intentado violar a su madre en su ausencia. En un banquete con el rey, Perseo saca la cabeza de Medusa del zurrón y convierte en piedra a Polidectes y a su corte. Más tarde devuelve a Hermes y a Atenea los instrumentos con los que ha realizado su hazaña, y la diosa coloca la cabeza de Medusa en el centro de su escudo.

Acerca de Pegaso

Se dice que Pegaso fue concebido por Medusa cuando Poseidón la sedujo disfrazado de caballo. Cuando Perseo degolló a la górgona, Pegaso salió de su interior completamente formado. También se cuenta que nació una fuente en el monte Helicón (a la cual los pastores llamaron Hipocrene, según Arato) de la huella de sus cascos, la cual fue consagrada a las Musas, y que fue montado por el héroe Belerofontes para librar a las gentes del Asia Menor de la temible Quimera.


Imágenes:
1. Andreas Cellarius, Harmonia Macrocósmica. Amsterdam, 1660.
2. Andreas Cellarius, Harmonia Macrocósmica. Amsterdam, 1660. Detalle del cuadrante en que se encuentran las constelaciones del grupo de Andrómeda (a excepción de Cetus, que pertenece al hemisferio austral).

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



jueves, 9 de septiembre de 2021

Mitos del cielo de verano

5. La Flecha

La Flecha es la tercera constelación más pequeña del firmamento, y al parecer los hebreos y los persas también la relacionaban con una saeta. Explica Eratóstenes en sus Catasterismos:

Ésta es la flecha de Apolo, con la que dicen que mató a los Cíclopes que habían fabricado el rayo de Zeus, todo ello por ayudar a Asclepio. Luego el dios Apolo la escondió en el país de los Hiperbóreos, donde se encuentra un templo de columnas. Se cuenta que más tarde la recuperó cuando Zeus le absolvió del asesinato y concluyó sus trabajos al servicio de Admeto (tema del que trata Eurípides en su Alcestis). Parece que entonces esta flecha ascendió al cielo llena de sazonados frutos. Heráclides del Ponto afirma en su tratado Sobre la Justicia que se trataba de una flecha descomunal. Desde entonces Apolo la colocó en el firmamento transformándola en estrella, para que sirviera de recuerdo de su combate.

Arato reseña, breve y misteriosamente, que “más adelante ha sido lanzada otra Flecha, sola, sin arco”.


Por su parte, Higinio explica que es una de las armas de Heracles con la que mató al águila que se comía el hígado de Prometeo. Los antiguos ofrecían grandes sacrificios a los dioses y consumían todas sus víctimas en las llamas sagradas. El ingenioso titán Prometeo, benefactor del género humano, había conseguido de Zeus que de cada víctima sólo una parte fuese ofrendada en el fuego y que la otra sirviese para el alimento de los hombres. Pero Prometeo había urdido una estratagema para conseguir un provecho aún mayor:

Primero, colocó en un altar sus hígados y juntó el resto de la carne de cada toro, recomponiéndolo en una sola pieza y cubriéndolo con una piel de buey. Los huesos los cubrió con el resto de la piel. Los colocó a la vista y le dio a Júpiter la posibilidad de elegir la parte que él quisiera. (...) Engañado por Prometeo al confiar que cada una de las partes era del toro, eligió para él la parte de los huesos.

Zeus lo descubrió y, enfurecido, arrebató a los mortales el fuego “para que el favor de Prometeo no prevaleciera sobre el poder de los dioses”. Mas Prometeo concibió cómo robar el fuego a los dioses y devolvérselo a los hombres:

Alejado de todo el mundo, llegó hasta el fuego de Júpiter, lo redujo y lo encerró en su vara. Gozoso parecía volar más que correr y blandía la vara, con el fin de que la emanación del humo, que estaba encerrado en esta angostura, no extinguiera la luz.

Zeus castigó por esta ofensa a los hombres entregándoles a Pandora, una mujer creada por Hefesto a imitación de las diosas y llena de dones divinos (el encanto de Afrodita, el conocimiento de las artes de la casa de Atenea, y la palabra, la curiosidad y la mentira de Hermes), y una jarra sellada de la que acabarán saliendo todas las desgracias de la Humanidad; y a Prometeo, encadenándolo en el Cáucaso y enviándole un águila que le devorara constantemente el hígado, el cual volvía a renacer por la noche.
Mucho tiempo después, Heracles salió en busca de las manzanas del jardín de las Hespérides sin conocer su paradero y llegó hasta Prometeo encadenado. Éste le aconsejó eficazmente y el héroe, agradecido tras su victoria, logró poner fin al tormento del titán. Higino relata de este modo cómo Prometeo llega a recuperar finalmente la libertad:

Júpiter, seducido por la belleza física de Tetis, la solicitaba en matrimonio, pero sólo obtenía negativas de la temerosa jovencita. Por aquel entonces —dicen— las Parcas vaticinaron (...) que el que desposara a Tetis tendría un hijo que gozaría de mayor renombre que su padre. Prometeo (...) anunció a Júpiter lo que había oído. Éste, temeroso por lo que en circunstancias semejantes había hecho a su padre Saturno (...) abandonó la idea de tomar a Tetis por esposa y a Prometeo, por su buena acción, le expresó su merecido agradecimiento y lo liberó de las cadenas.


Imágenes:
1. La Flecha. Arato, Fenómenos. Versión traducida al latín por Marco Tulio Cicerón. Manuscrito Harley 2506, British Library, c. 1040.
2. La Flecha rodeada por las constelaciones del Delfín, el Águila y el Cisne. Athanasius Kircher, Ars magna lucis et umbrae. Roma, 1646.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



viernes, 20 de agosto de 2021

Mitos del cielo de verano

4. Ofiuco y la Serpiente

Ofiuco (o Serpentario), situado entre Hércules y Escorpio, sostiene en sus manos una gran serpiente que atraviesa toda la constelación. La Antigüedad grecorromana lo relacionó con Asclepios (Esculapio), hijo de Apolo y de Coronis. Cuenta el mito que Coronis se dejó seducir por el mortal Isquis cuando ya estaba encinta de Asclepios y que el dios hiperbóreo la mató para castigar su infidelidad. En el momento en que el cuerpo de Coronis iba a ser incinerado, Apolo (o Hermes según otros relatos) extrajo al niño nonato del vientre de su madre.
Apolo confió a su hijo al centauro Quirón y éste lo instruyó en el arte de la medicina. Asclepios puso su ciencia al servicio de los mortales, realizando muchas curaciones y resucitando a muertos con la sangre de Medusa que Atenea le había entregado (procedente del lado derecho de la górgona, la cual tenía el poder de dar la vida, mientras que la sangre del lado izquierdo era un veneno virulento). El poder de Asclepios se convirtió en un grave perjuicio para el reino de Hades y éste protestó ante Zeus. El dios olímpico, para evitar que el orden del mundo se alterase, decidió aniquilar a Asclepios con uno de sus rayos, y Apolo vengó este acto matando a flechazos a los Cíclopes, gigantes forjadores de los rayos de Zeus, un acto por el cual éste condenó a Apolo a servir a Admeto, rey de Tesalia, durante un año.
Otra tradición relaciona el destino de Asclepios con el del mortal Hipólito, hijo de Teseo y de la reina de las Amazonas. Hipólito veneraba a la diosa virgen Artemisa y desdeñaba a Afrodita. La diosa del amor resolvió vengar la afrenta haciendo que Fedra, madrastra de Hipólito, se enamorase locamente de él, pasión que la lleva a suicidarse al ver su amor despreciado. Hipólito es acusado falsamente de haber intentado violar a Fedra y de ser el responsable de su muerte. Teseo da crédito a la acusación y pide a Poseidón que inflija un castigo divino a su hijo. El dios hace que un monstruo temible surja de las profundidades del mar y espante a los caballos del carro de Hipólito mientras éste viajaba por la costa de Trecén. Hipólito cae del carro y los animales, presos del pánico, lo arrastran en su carrera desenfrenada causando su muerte. Artemisa se apiada del infortunio de Hipólito y pide a Asclepios que resucite al joven, lo que consigue valiéndose de sus artes médicas. El designio funesto del dios del mar y de la tierra había sido contravenido y Zeus, enojado por tal subversión del orden de la existencia, fulmina a Asclepios. Elevado al cielo tras su muerte, le fue concedida la inmortalidad y el rango de dios.


Imagen:
Ofiuco y la Serpiente. Zacharias Bornmann, Astra. Bratislava, 1596.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



jueves, 5 de agosto de 2021

Mitos del cielo de verano

3. Hércules

Se trata de una constelación muy extensa si bien sus estrellas son poco brillantes. En la Antigüedad también se la llamaba “El Arrodillado” por su forma. En la iconografía hermética se la figura como Hércules-Heracles blandiendo una maza, con la piel del león de Nemea enrollada en un brazo y apoyando un pie sobre la cabeza del Dragón.


Heracles es hijo de Zeus y de la mortal Alcmena, hija a su vez de Perseo. Al nacer, Hera envía dos serpientes para matar a Heracles pero éste, dotado de una fuerza prodigiosa, las estrangula. De joven es instruido en las artes de conducir carros, manejar el arco y tocar la lira. Habiendo liberado Tebas, su ciudad natal, del tirano Ergino, el rey Creonte le entrega en agradecimiento a su hija Mégara, con la cual se une y tiene hijos. Pero Heracles es enloquecido por Hera y mata a sus hijos en un rapto de locura. Cuando el héroe recupera la cordura, abandona la ciudad por consejo de la Pitia y emprende los trabajos que habrán de permitirle expiar su crimen.

Leemos en la Introducción a la Ciencia Sagrada de Federico González y colaboradores:

Esta figura, prototipo del héroe triunfante, es decir del hombre que a través de una serie de esfuerzos y aventuras logra “divinizarse”, o mejor, retornar a sus orígenes divinos (ya que es hijo de Zeus-Júpiter), es tal vez la más importante y ejemplificadora de la antigüedad greco-latina. Su simbólica incluye no sólo los doce famosos trabajos y pruebas que debe realizar a exigencias de Hera-Juno, la contra-parte femenina de Zeus-Júpiter (este último símbolo del espíritu fecundador), sino igualmente una serie de fabulosas victorias que corren parejas con sus nutridas flaquezas. Esta oposición entre las energías masculinas, celestes y espirituales, y las femeninas, terrestres y materiales, prefiguradas por la pareja olímpica Zeus-Hera (Júpiter-Juno para los romanos), marcará la vida de Heracles-Hércules, nacido humano, y el que por medio de los combates purificadores de toda su existencia es recibido en el Olimpo como el hijo preferido de su Padre celestial en razón del continuado sacrificio mediante el cual no sólo ha vencido a innumerables enemigos externos, sino que ha podido salir victorioso de los combates internos contra sus indefinidas tendencias hacia la densidad, reflejo de sus innumerables egos, antes de acceder al conocimiento y la paz, emblemas de la inmortalidad del alma y la vida eterna que finalmente logra por su espíritu combativo, sublimizado por la búsqueda constante del Espíritu y la Verdad, a través de un recorrido jalonado de errores, rectificaciones y logros.
Narrar los trabajos, hazañas y aventuras de este héroe llevaría por lo menos un volumen. Nos limitaremos a dar a los lectores algunos de los elementos de la rica simbólica de este personaje mítico, recordando que todos sus infortunios y caídas son provocados por Hera, imagen de sus impulsos destructores y descendentes, puesto que esta divinidad le maldijo por el hecho de ser hijo de su esposo Zeus (el espíritu ascendente), el que le fue infiel al procrear a Heracles fuera de su olímpico matrimonio, razón por la que el héroe humano debe ser objeto de su venganza y su nefasta influencia. Es importante recordar que el nombre Heracles significa “la gloria de Hera”. Señalaremos que todos estos “trabajos” o combates tienen el discurso de un poema continuado y se refieren a la purificación del espíritu gracias a la victoria sobre los oscuros impulsos “materiales”, es decir entre la oposición y la complementación de lo más sutil y lo más denso.
En sus primeras acciones Heracles domina al jabalí de Erimanto, vence al toro de Creta y ahoga al león de Nemea. Todos estos animales simbolizan a las fuerzas vivas de las pasiones, a las que el héroe debe imponerse sin negarlas, ya que debe enfrentarlas como obstáculos en su camino. Igualmente sojuzga a la reina de las amazonas, o sea a su parte pasiva y oscura, uno de sus egos inestables. También mata a la hidra de Lerna, imagen de esos egos serpentinos a los que es casi imposible cortar la cabeza, labor que se le facilita por haber anteriormente limpiado de estiércol las caballerizas de Augías. Luego se impondrá sobre el gigante Geriones y sobre Anteo y Diomedes, símbolos de la bestialidad y lo antiespiritual, y puede así cazar a los emisarios celestes, los pájaros del lago de Estinfalo, lo que le permitirá obtener viva a la cierva de los pies de bronce, imagen de la ligereza, levedad y rapidez. Finalmente llega al jardín de las Hespérides, donde obtiene el fruto áureo de sus esfuerzos, lo que le facilita dominar al perro-monstruo de tres cabezas, Cerbero, guardián del Tártaro (como el dragón en otras tradiciones), último de sus obstáculos en el camino de la reintegración al Sí Mismo.

Heracles regresa a su patria purificado de su delito de sangre y se casa con Deyanira, hija del rey Eneo. Cuenta el mito que el centauro Neso quiso violarla y que Heracles lo atravesó con una flecha. Neso, antes de morir, entrega a Deyanira una túnica envenenada con su sangre haciéndole creer que con ella podrá reavivar el amor de su esposo si éste algún día se debi- lita. Transcurrido el tiempo, Heracles se enamora de la hija del rey Éurito y se apodera de ella. Deyanira le ofrece entonces la túnica; Heracles se la pone y al instante es atacado por el violento veneno que la impregna. Devorado por atroces dolores, el héroe ordena levantar una pira en el monte Etna y se lanza sobre ella. Zeus lo saca de las llamas y lo conduce al Olimpo, donde le concede la inmortalidad.


Imágenes:
1. Hércules. Ludovico de Angulo, De figura seu imagine mundi tam astronomice quam historiographice. Lyon, 1456.
2. Hércules. Arato, Fenómenos. Manuscrito Aratea, Universidad de Leiden, c. 816.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



miércoles, 21 de julio de 2021

Mitos del cielo de verano

2. La Corona Boreal

Se la divisa junto al Boyero y está situada entre dicha constelación y Hércules. Según Eratóstenes, esta pequeña diadema de 9 estrellas visibles a simple vista representa la corona con la que Ariadna, hija del rey Minos de Creta, se engalanó en su boda con Dioniso en la isla de Naxos. Se dice que Hefesto la hizo con oro fundido y con piedras preciosas de la India, que era un obsequio de las Horas y de Afrodita y que fue Dioniso quien la elevó a los cielos. Otra tradición cuenta que es el hilo de oro que permitió a Teseo salir del laberinto tras su victoria sobre el Minotauro.
Minos había derrotado a los atenienses y en las capitulaciones había impuesto la condición de que cada nueve años se transportaran a Creta siete muchachos y siete muchachas de Atenas elegidos al azar para introducirlos en el laberinto y ser devorados por su monstruoso hijastro, engendro de Pasifae tras ser montada por un toro blanco que Minos no había querido sacrificar al dios Poseidón. Se habían enviado ya dos contingentes de jóvenes a Creta y Teseo, hijo del rey Egeo, creyendo que podría aniquilar al Minotauro y librar de ese modo a la juventud ateniense del sorteo funesto, se ofrece a formar parte del tercer viaje. La nave llega a Creta y Ariadna, al ver a Teseo, concibe una gran pasión hacia el príncipe y le ofrece ayudarlo si él la desposa y la lleva consigo a Atenas. El príncipe accede y Ariadna ruega al arquitecto Dédalo que le revele la estructura del laberinto. Dédalo lo hace y le da un ovillo áureo con el que, si uno lo desenrolla a medida que se interna en el laberinto y lo resigue en sentido inverso, puede encontrar la salida. Ariadna entrega el ovillo a Teseo y el príncipe consigue aniquilar al Minotauro y retornar triunfante. Teseo embarca a Ariadna y a los jóvenes que le acompañaban en su nave y pone rumbo a Atenas. Al llegar a la altura de la isla de Naxos (también llamada Día), el navío fondea y los amantes saltan a tierra. Ariadna se queda dormida y al despertar ve que la nave ha partido sin ella. Dioniso acude entonces en su carro tirado por panteras y su bullicioso cortejo, y fascinado por la belleza de la joven, la seduce y la convence para que se case con él.
La constelación de la Corona Boreal contiene un racimo de 400 galaxias situadas a más de 1.000 millones de años luz de la Tierra.


Imagen:
La Corona Boreal. Cayo Julio Higino, Poeticon Astronomicon. Venecia, 1485.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



miércoles, 7 de julio de 2021

Mitos del cielo de verano

1. El Boyero

Arato lo denomina Artofílace (=“guardián de osos”), nombre que alude a la faceta del Boyero (=“pastor de bueyes”) como perseguidor de las Osas Mayor y Menor alrededor del polo norte celeste.
Arturo, la estrella más brillante de la constelación, es de color amarillo y muy fácilmente visible en el cielo de las noches de verano. En la Antigüedad se la consideraba un presagio de tormentas, aunque la Astrología siempre la ha tenido por un astro benéfico. Arturo está situado en la rodilla del Boyero.
La tradición también identifica al Boyero con el ateniense Icario, padre de Erígone. Cuenta el mito que Dioniso reveló a Icario el secreto de la elaboración del vino y que éste obsequió la bebida a unos labradores. Éstos la bebieron hasta embriagarse, y creyendo haber sido envenenados, mataron a Icario y quemaron su cuerpo. Erígone, con la ayuda de su perra Maira, buscó la tumba de Icario y tras descubrirla, apesadumbrada, se ahorcó. Zeus (o según otras leyendas, Dioniso) elevó a los cielos a Icario como el Boyero, a Erígone como Virgo y a Maira como la estrella Procyon del Can Menor (según otras versiones, como la constelación Canes Venatici).
Virgo se sitúa a los pies del Boyero, quien extiende su mano hacia el rabo de la Osa Mayor.


Imagen:
El Boyero. Fio degli Uberti, Il Dittamondo. Versión anotada por Andrea Morena da Lodi e ilustrada por el Maître des Vitae Imperatorum. Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia, Milán, 1447.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado. 
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.



sábado, 19 de junio de 2021

La Máscara Real y su Simbólica

4. La Comitiva de la Aurora y El Carro del Sol

El paso de la oscuridad de la noche al derroche de luz del día viene anunciado por la Aurora; y aquí llega ella, como una lozana amazona, precediendo al sol y trayendo consigo los colores y las luces, las cuatro estaciones y los 12 signos del zodíaco, las Musas y los Vates a los que las cantoras de la Cosmogonía inspiran, amenizado todo el conjunto por el baile circular de las Tres Gracias y por Anfión, Arión y Lino, tres personajes míticos vinculados de algún modo con Apolo por ser cantores, músicos, inventores del ritmo y la melodía, e incluso del tercero se dice que fijó definitivamente los caracteres del alfabeto fenicio.


Es obvio que a través del desfile de todas estas deidades se está presentando al amplisímo campo de la mitología y de las artes liberales como el depositario de las enseñanzas cosmogónicas, ocupando un lugar principal la astronomía, la música y la aritmética.


Apolo, el que gobierna el carro de las nueve Musas, el que tañe la lira que le ha regalado Hermes, el que conoce las íntimas proporciones que regulan los ciclos cósmicos, las eras, los tiempos, las circunstancias y hasta los acontecimientos concretos, los módulos de todas las construcciones geométricas, ya sean arquitecturas, jardines, partituras, objetos, etc., comparece ahora con su carro dorado inundando toda la escena con su luz y su brillo y señalando el eje directo que une la tierra, la luna, él mismo y la estrella Polar. Su padre Júpiter le sucede acompañado de Juno y las aves que los simbolizan, o sea el águila y el pavo real respectivamente, la pareja olímpica por excelencia, más dos deidades muy antiguas, preolímpicas, que son Astrea y Temis, las que remontan a un tiempo más primordial de esta humanidad. La primera, hija de Júpiter y la propia Temis, es diosa de la justicia y símbolo de la virtud que regía en la Edad de Oro, y fue transformada posteriormente en la constelación de Virgo. Temis, a su vez, es hija de Gea y Urano, diosa del orden y la justicia y se habla de sus dones proféticos. Al fondo de la escena, otro carro rebosante de flores y frutos, transporta a tres diosas de la vegetación que son Vetumno, Pomona y Flora. Cada una tiene sus atribuciones y ejemplifica un aspecto del alma del mundo, visto como un inmenso vergel en el que florecen todas las posibilidades, las que sometidas a la rueda de las mutaciones y revoluciones testifican la vida de un cosmos vivo, significativo y revelador de un Misterio subyacente en cualquiera de sus rincones o comarcas.

Imágenes:
1. Grabado de la Comitiva de la Aurora.
2. Grabado del Carro del Sol.

Colección Aleteo de Mercurio 1.
La Máscara Real y su Simbólica.
Mireia Valls.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



sábado, 5 de junio de 2021

La Máscara Real y su Simbólica

3. El Carro de Eolo

¿Quién contempla hoy en día el firmamento no como algo ajeno a nuestra vida sino como el depositario de las claves del Universo y del pequeño cosmos que somos todos y cada uno de nosotros?


¡Mucha atención! Tres carros majestuosos irrumpen con Eolo, Marte y Venus y Cinthia. Eolo, el Señor de los vientos que vivía sobre la isla flotante de Eolia tenía seis hijos y seis hijas desposados entre sí, y se dice que Zeus le otorgó el poder de controlar las corrientes de aire, apresándolas o liberándolas a su antojo. Estos flujos invisibles desatan tan pronto tempestades que arrasan lo que encuentran a su paso, como suaves brisas benéficas portadoras de mensajes y diversidad de gérmenes. A veces facilitan los viajes y otras los malogran, o interrumpen, por lo que siempre se debe estar atento a escuchar por dónde te lleva la corriente; decidir si hay que dejarse fluir, luchar o detenerse, y en todo caso siempre jugar a conjugar los opuestos, tal cual la conjunción que Venus y Marte simboliza. El Amor y la Guerra parten de un punto superior del que emana su aparente polarización y la alianza de estas dos deidades mantiene el delicado equilibrio de las tensas fuerzas universales. Tras los dos amantes, la casta Cinthia –cuyo nombre en griego es el gentilicio de Kynthos que significa “Del monte Kynthos, diosa de la Luna”– cierra este primer grupo de carros celestes. El astro de los crecimientos y decrecimientos, el más cercano a la tierra, el que signa los flujos y reflujos de las aguas e ilumina en medio de la negra noche, abre su puerta a una esfera más alta del firmamento, dando paso a aquella deidad que anuncia la llegada de su hermano gemelo, es decir, Apolo.

Imagen:
Grabado del Carro de Eolo.

Colección Aleteo de Mercurio 1.
La Máscara Real y su Simbólica.
Mireia Valls.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



jueves, 20 de mayo de 2021

La Máscara Real y su Simbólica

2. La Comitiva de Cupido

El perro ladrador anuncia la llegada de Cupido en el siguiente grabado; Eros, uno de los dioses primordiales surgidos al mismo tiempo que Gea y Urano, el promotor de todas las uniones y alianzas humanas y suprahumanas comparece como un niño al que sigue una ordenada comitiva: pastores Idálicos, Ninfas Acidalias, Tracios y Ninfas de Venus ¿qué novedades traéis de tan lejanas tierras y tiempos tan pretéritos? Vuestros rostros graves y las miradas al cielo guardan enseñanzas antiquísimas que han llegado a nuestros días merced a la larga cadena de transmisión que conforma esta comitiva: soldados espartanos y espartanas, luchadores natos, ancestros de nuestra cultura junto con los fusileros de montaña, o sea aquellos componentes del ejército regular de Cataluña que los toman como modelo; y detrás nada menos que la Hidra de Lerna cabalgada por Hércules que la sujeta pues sabe del inmenso poder de esta fiera para reproducir sus cabezas y dificultar la salida victoriosa del héroe que fundó Barcelona cuando regresó de recoger las manzanas del Jardín de las Hespérides, allá en la mítica Atlántida, continente del que los occidentales heredamos muchos de sus conocimientos depositados en la civilización del Antiguo Egipto y que luego sus sabios transmitieron por toda la cuenca del Mediterráneo. Aquí estáis también representados, capitaneados por Hespero a caballo, el hermano de Atlas y padre de Hesperis, que unida a su tío Atlas, el más conocido rey de la Atlántida, alumbró a las Hespérides, en número de siete, las jóvenes doncellas convertidas en estrellas conservadoras simbólicas de una Sabiduría Perenne que se transmite de ciclo en ciclo cósmico sin alterar su esencia.


Por eso, tras Hespero sigue la larga comitiva de los Hesperios Astronómicos, sosteniendo toda suerte de instrumentos para observar el cielo, para escrutar sus revoluciones, los módulos y proporciones que se expresan a través del movimiento de los astros, que revelan unas leyes invariables y presentan al dios Tiempo como la imagen móvil de la eternidad. Cerrando la comitiva, hombres y mujeres personificando los meses lunares y sus mutaciones, los astros y las estrellas portan antorchas luminosas que difunden la luz por el firmamento y la derraman sobre la tierra, recordando que la astronomía es una de las ciencias o artes liberales que transmite a los hombres las claves para descifrar el código con el que está signado el Cosmos entero. Perdido en el horizonte, sobre un puente, se erige la estatua de un ser gigantesco, de espaldas a todo el desfile y con una mano levantada señalando hacia arriba.

Imagen:
Grabado de la Comitiva de Cupido.

Colección Aleteo de Mercurio 1.
La Máscara Real y su Simbólica.
Mireia Valls.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



miércoles, 5 de mayo de 2021

La Máscara Real y su Simbólica

1. La Comitiva de Hermes-Mercurio

Damos vuelta a la página y comparece de nuevo Mercurio, montado ahora a caballo y acompañado de sus 4 Genios y una graciosa y bulliciosa comitiva, señoreando él en medio de la danza ecuestre, portando su ostentoso caduceo, mientras los Genios muestran en alto una esfera terrestre, otra celeste, herramientas agrícolas y un mástil y un timón de velero.


Comienza el viaje que unirá el cielo con la tierra y viceversa; los aparejos, las herramientas y los vehículos están preparados y dispuestos para ser entregados a los artistas y artesanos. Dos pajes en sendos extremos de la escena marcan los límites del evento y vigilan las esquinas, mientras unos vientos favorables y unas auras apacibles bailan alegremente; más retirados, cerca de un mar en el que se levanta una gran ola, los vientos furiosos y las tempestades se mantienen contenidos por una atmósfera benéfica que impregna todo el conjunto. Mensajes de otros mundos vuelan por el invisible aire, la aparente agitación presagia un gran acontecimiento, Hermes trae buenas nuevas... Todo está preparado para recibir al Monarca, al Rey del Mundo, a ese estado interno del alma que el iniciado reconoce como la plena realización del estado humano. Por eso se dice que aquél que se conoce a sí mismo es capaz de gobernarse y gobernar al mundo, no desde el exterior, sino por una fuerza interna que poco desea ni busca acerca de glorias y victorias mundanas y sí de conquistas celestes. Investida de las alas de Hermes, el alma recupera su vuelo y se eleva verticalmente a las altas esferas del intelecto.

Imagen:
Grabado de la Comitiva de Hermes-Mercurio.

Colección Aleteo de Mercurio 1.
La Máscara Real y su Simbólica.
Mireia Valls.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



miércoles, 21 de abril de 2021

El dios Make-Make

Make-Make es un dios creador muy importante de la mitología de los rapanui, los aborígenes de la isla de Pascua. Fue quien se apareció en sueños a Hau-Maka, sabio, profeta y consejero del rey Hotu Matu’a de la isla mítica de Hiva, para revelarle la ruta que llevaba de la primera patria de los rapanui a una isla desierta del Pacífico, y que ese era el destino al cual debía ser conducido todo el pueblo ante el inminente hundimiento de Hiva. Hau-Maka explicó su visión al rey y éste decidió abandonar Hiva con sus súbditos, alcanzando por mar las costas de Pascua y llevando consigo “el árbol del pan, cocos, ñames y otros frutos para plantar”.


A Make-Make se le representaba como un hombre-pájaro con forma humana, pico, alas y plumas. De él, “la leyenda dice que una vez hubo creado la Tierra, se sintió vacío y originó a su primogénito a su semejanza, tras haber observado su reflejo en el agua del interior de una calabaza y haberlo unido a un pájaro. También decidió fecundar al mar y así nacieron los peces, pero no convencido con ellos, fertilizó una roca terrosa roja y de ella surgió el hombre y luego la mujer”.

Luis T. Melgar Valero, La enciclopedia de la Mitología.

Colección Aleteo de Mercurio 3.
Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados.
Selección de Marc García.
Fotografías de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



lunes, 5 de abril de 2021

Versos para un viaje de conocimiento

Ahora, cuando el Estado de Transición hacia el Renacimiento brilla sobre mí
debo abandonar la pereza para la que no hay tiempo en la vida,
y dedicarme sin distracción alguna al camino de estudio, reflexión y meditación,
reconociendo las propias proyecciones y mente, y realizando el aspecto trino de la Realidad;
ahora que he obtenido un cuerpo humano,
no hay tiempo en el camino para divagaciones de la mente.

Del Bardo Thödol, o Libro tibetano de los muertos.


Colección Aleteo de Mercurio 3.
Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados.
Selección de Marc García.
Fotografías de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



viernes, 19 de marzo de 2021

Yurianaca y Cauyumarie

Este mundo viene de una mujer llamada Tatéi Yurianaca, Nuestra Madre Tierra Fecunda. Nuestro hermano mayor, Venadito del Sol, fue quien la fecundó. En el mundo primero y oscuro de Huatetüapa, la Tierra vivía en la forma de una mujer. Allá, Cauyumarie le preguntó si quería convertirse en un mundo amplio y le explicó:
— Tú tendrás algunos de los dioses más importantes y serás un mundo grande. Tú serás una jícara, como matriz del mundo, y te criará a base de mi fuerza.
Yurianaca estuvo de acuerdo y entonces Cauyumarie, haciéndose muy chiquito, se introdujo en la matriz de Yurianaca. Ésta quedó embarazada y empezó a ensancharse, para que hubiera en ella campo suficiente para las frutas y las comidas. Así nació el mundo, o sea, la Tierra. Cauyumarie está dentro de la panza de Yurianaca, con cabeza de venado y cuerpo de persona. En el centro de la matriz sembró lo que el huichol podía comer antes de conocer la agricultura: el hongo, la cebolla bronca, tomatillo, chile, guajes (leguminosas) y dos especies de nopal... Además, Cauyumarie dejó el gusano comestible y la iguana.
Cauyumarie obró con la ayuda de sus aliados. Tatehuarí, el amo del fuego, fue encargado del Venado Azul, el antepasado de los venados, cuya sangre alimenta el alma de los dioses. Tatehuarí camina sobre las flores, así como Tahueviécame, Nuestro Padre Sol. El mundo está rodeado de agua, cuya vida simbolizan cuatro águilas nacidas de la espuma de los mares. Las águilas vigilan los cuatro puntos cardinales.

Relato huichol recopilado por Samuel Feijóo en Mitología Americana. Mitos y leyendas del Nuevo Mundo.

Colección Aleteo de Mercurio 3.
Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados.
Selección de Marc García.
Fotografías de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



viernes, 5 de marzo de 2021

El que camina libremente por el infinito

El que sigue la Norma exacta
del Cielo y de la Tierra,
empujado por los seis soplos
que eternamente se transforman;
el que camina libremente por el infinito,
¿de qué podría depender?

Fragmento de Los capítulos interiores, de Zhuang Zi.


Colección Aleteo de Mercurio 3.
Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados.
Selección de Marc García.
Fotografías de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.



viernes, 26 de febrero de 2021

Revelaciones

En el principio, cuando apenas se le revela a un hombre, le da una señal. (...) Cuando por fin él está en términos cercanos con ella, le descubre su rostro y sostiene una conversación con él acerca de todos sus misterios secretos y todos los caminos secretos que han estado ocultos en su corazón desde tiempo inmemorial. Así un hombre se hace un verdadero adepto a la Torah, un “señor de la casa”, pues a él, ella le ha descubierto todos sus misterios sin guardar ni esconder uno solo. Ella le dice: ¿ves la señal, la pista, que te di en un principio? ¿Ves cuántos misterios encierro? Él entonces cae en la cuenta de que no se puede añadir una sola cosa a las palabras de la Torah, ni se le puede quitar tampoco ningún símbolo, ni una letra. Así deberían seguir los hombres a la Torah, con todas sus fuerzas, y convertirse en sus amantes, como hemos visto (1).


El símbolo vela y devela.
A Dios nadie le ha visto jamás (2).
Sin embargo, su Luz es inteligible.

Interrogado Tales sobre cuál es el más antiguo de los seres, respondió: Dios, pues es inengendrado. Interrogado Sócrates sobre qué es Dios, dijo: lo inmortal y eterno. Interrogado Hermes sobre qué es Dios, dijo: el creador del universo, un pensamiento sapientísimo y eterno (3).

Notas:
1. Zohar, Libro del Esplendor, citado por Federico González y Mireia Valls en Presencia Viva de la Cábala.
2. Biblia de Jerusalén, Juan I, 18.
3. Corpus Hermeticum, Extractos de Estobeo, XXVIII.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético. Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2018.



sábado, 13 de febrero de 2021

Fijar lo volátil

Mnemosyne es la diosa griega de la memoria, hija de Urano y Gea, madre de las Musas engendradas con Zeus a lo largo de nueve noches, la cual era la que insuflaba la anamnesis en los seres humanos. Invocarla es llamar a la Inteligencia Universal para que se haga en nosotros. Lo fijo debe primar sobre lo aéreo para dejar así grabado en el papel, en la tablilla de barro, o el rollo, y el libro, las enseñanzas para llegar al Conocimiento acuñadas por el dios revelador; el que burila debe cuajar las ideas y dioses que le preceden y sobre todo ser muy amigo de Platón que escribió lo siguiente: “Disposición del alma capaz de conservar la verdad que hay en ella” (Definiciones) (1).


Conocer es re-conocer, recordar. El camino del Conocimiento se hace mediante el recuerdo, palabra cuya etimología tiene que ver con “volver al corazón”, siendo el corazón para los Antiguos la sede de la Inteligencia y de la Intuición intelectual. Tanto para los egipcios como para los hebreos, se piensa con el corazón.

La palabra bl [Lev = corazón] hace alusión a los “treinta y dos” [senderos] que estaban escondidos y con cuya ayuda fue creado el mundo. [b + l = 2 + 30 = 32] (2).

Son los treinta y dos senderos de la Sabiduría, maravillosamente escondidos, que se encuentran en el corazón y sobre cada uno de estos senderos vela una forma particular, sobre la que se dice (Gn. 3:24): “... para guardar el camino del Árbol de la Vida” (3).

Notas:
1. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Memoria”,
2. Le Bahir, Livre de la clarté, 63.
3. Le Bahir, Livre de la clarté, 98.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético. Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2018.



sábado, 23 de enero de 2021

El jardín del alma

Porque ciegas están las almas de los hombres,
(¡sí!) de todo aquel que, sin las Vírgenes del Helicón,
con sabiduría de mortales explora la senda profunda del arte
(1).


El jardín simboliza una geografía sagrada, una imagen mítica del mundo, invisible a los ojos de los sentidos, habitada por dioses y espíritus sutiles. Su belleza deriva de la justa proporción, esencia del verdadero arte, regida por Apolo, aquí presente a través de una de sus Musas, Erato, “la deliciosa”, musa de la poesía lírica y los cantos sagrados. La auténtica poesía fluye de la música de su lira, a través de la cual el propio dios establece las pautas, ritmos y ciclos que regulan el crecimiento en su medida adecuada y confiere armonía a este jardín del alma.

Notas:
1. Píndaro, Peanes, VIIb, 13-15.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético. Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2018.



jueves, 7 de enero de 2021

Apolo y el oráculo

Aquí, sí, pienso levantar un hermosísimo templo
para que sea oráculo para los hombres, que para mí siempre
aquí reunirán cumplidas hecatombes,
cuantos el rico Peloponeso pueblan
y cuantos habitan Europa y en las islas, de uno y otro lado bañadas:
que vendrán a recibir el oráculo; mi certero consejo a éstos,
a todos, transmitiré profetizando en el pingüe templo
(1).

Cuenta Filóstrato que el primer templo de Apolo Febo fue construido por abejas, las cuales edificaron sus murallas con plumas de aves y cera, y añade Pausanias que el dios agradecido transportó dicho templo a la Hiperbórea, donde pasaba los inviernos entre cisnes. En Delfos, la cera tenía un papel importante en los ritos del dios geómetra, quien otorgó a los panales la perfección de su estructura.
La Ciencia Sagrada es una ciencia exacta, tan certera como las flechas del Flechador, que curan de la ignorancia.

Una refutación, o ilustrísimo rey, cuando ha sido reconocida, provoca en el refutado el deseo de conocer lo que antes ignoraba (2).


***

Y a mi corazón, cual un niño a su madre amada,
obediente, al bosque sagrado de Apolo bajé,
criador de coronas y flores,
donde a los hijos de Leto
con frecuencia las muchachas de Delfos,
junto al ombligo sombreado de la tierra, cantan
y con ligero pie la tierra tocan
(3).

Notas:
1. Himnos Homéricos, “A Apolo”, 287-293.
2. Corpus Hermeticum, Extractos de Estobeo, XXVII, “De Hermes. Del discurso de Isis a Horus”.
3. Píndaro, Peanes, VI estr. I, 12-18. Ed. Gredos, Madrid, 1984.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético. Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2018.