4. Ofiuco y la Serpiente
Ofiuco (o Serpentario), situado entre Hércules y Escorpio, sostiene en sus manos una gran serpiente que atraviesa toda la constelación. La Antigüedad grecorromana lo relacionó con Asclepios (Esculapio), hijo de Apolo y de Coronis. Cuenta el mito que Coronis se dejó seducir por el mortal Isquis cuando ya estaba encinta de Asclepios y que el dios hiperbóreo la mató para castigar su infidelidad. En el momento en que el cuerpo de Coronis iba a ser incinerado, Apolo (o Hermes según otros relatos) extrajo al niño nonato del vientre de su madre.
Apolo confió a su hijo al centauro Quirón y éste lo instruyó en el arte de la medicina. Asclepios puso su ciencia al servicio de los mortales, realizando muchas curaciones y resucitando a muertos con la sangre de Medusa que Atenea le había entregado (procedente del lado derecho de la górgona, la cual tenía el poder de dar la vida, mientras que la sangre del lado izquierdo era un veneno virulento). El poder de Asclepios se convirtió en un grave perjuicio para el reino de Hades y éste protestó ante Zeus. El dios olímpico, para evitar que el orden del mundo se alterase, decidió aniquilar a Asclepios con uno de sus rayos, y Apolo vengó este acto matando a flechazos a los Cíclopes, gigantes forjadores de los rayos de Zeus, un acto por el cual éste condenó a Apolo a servir a Admeto, rey de Tesalia, durante un año.
Otra tradición relaciona el destino de Asclepios con el del mortal Hipólito, hijo de Teseo y de la reina de las Amazonas. Hipólito veneraba a la diosa virgen Artemisa y desdeñaba a Afrodita. La diosa del amor resolvió vengar la afrenta haciendo que Fedra, madrastra de Hipólito, se enamorase locamente de él, pasión que la lleva a suicidarse al ver su amor despreciado. Hipólito es acusado falsamente de haber intentado violar a Fedra y de ser el responsable de su muerte. Teseo da crédito a la acusación y pide a Poseidón que inflija un castigo divino a su hijo. El dios hace que un monstruo temible surja de las profundidades del mar y espante a los caballos del carro de Hipólito mientras éste viajaba por la costa de Trecén. Hipólito cae del carro y los animales, presos del pánico, lo arrastran en su carrera desenfrenada causando su muerte. Artemisa se apiada del infortunio de Hipólito y pide a Asclepios que resucite al joven, lo que consigue valiéndose de sus artes médicas. El designio funesto del dios del mar y de la tierra había sido contravenido y Zeus, enojado por tal subversión del orden de la existencia, fulmina a Asclepios. Elevado al cielo tras su muerte, le fue concedida la inmortalidad y el rango de dios.
Apolo confió a su hijo al centauro Quirón y éste lo instruyó en el arte de la medicina. Asclepios puso su ciencia al servicio de los mortales, realizando muchas curaciones y resucitando a muertos con la sangre de Medusa que Atenea le había entregado (procedente del lado derecho de la górgona, la cual tenía el poder de dar la vida, mientras que la sangre del lado izquierdo era un veneno virulento). El poder de Asclepios se convirtió en un grave perjuicio para el reino de Hades y éste protestó ante Zeus. El dios olímpico, para evitar que el orden del mundo se alterase, decidió aniquilar a Asclepios con uno de sus rayos, y Apolo vengó este acto matando a flechazos a los Cíclopes, gigantes forjadores de los rayos de Zeus, un acto por el cual éste condenó a Apolo a servir a Admeto, rey de Tesalia, durante un año.
Otra tradición relaciona el destino de Asclepios con el del mortal Hipólito, hijo de Teseo y de la reina de las Amazonas. Hipólito veneraba a la diosa virgen Artemisa y desdeñaba a Afrodita. La diosa del amor resolvió vengar la afrenta haciendo que Fedra, madrastra de Hipólito, se enamorase locamente de él, pasión que la lleva a suicidarse al ver su amor despreciado. Hipólito es acusado falsamente de haber intentado violar a Fedra y de ser el responsable de su muerte. Teseo da crédito a la acusación y pide a Poseidón que inflija un castigo divino a su hijo. El dios hace que un monstruo temible surja de las profundidades del mar y espante a los caballos del carro de Hipólito mientras éste viajaba por la costa de Trecén. Hipólito cae del carro y los animales, presos del pánico, lo arrastran en su carrera desenfrenada causando su muerte. Artemisa se apiada del infortunio de Hipólito y pide a Asclepios que resucite al joven, lo que consigue valiéndose de sus artes médicas. El designio funesto del dios del mar y de la tierra había sido contravenido y Zeus, enojado por tal subversión del orden de la existencia, fulmina a Asclepios. Elevado al cielo tras su muerte, le fue concedida la inmortalidad y el rango de dios.
Imagen:
Ofiuco y la Serpiente. Zacharias Bornmann, Astra. Bratislava, 1596.
Ofiuco y la Serpiente. Zacharias Bornmann, Astra. Bratislava, 1596.
Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.
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