viernes, 21 de enero de 2022

3. Orígenes del Teatro

Bacanales y desfiles dionisíacos: juegos y representaciones teatrales

Los juegos y representaciones teatrales han acompañado siempre las festividades como símbolos de la energía rítmica del cosmos, del ritmo del universo; también proyectan ese símbolo en el movimiento. La representación o juego teatral es el método por el cual los poderes del universo, o la Divinidad, crean y se expresan a través de la manifestación; por eso hablamos naturalmente del “juego” de esas fuerzas. También expresan la exuberante energía del Creador. Hablamos del “juego” de la luz solar, que fertiliza e ilumina, donde se da la interacción de los poderes masculino-femenino, de las fuerzas opuestas, pero complementarias. El juego significa también el papel que el hombre desempeña en el escenario de la vida. Este juego del mundo manifiesto es expresado más adecuadamente por el hinduismo y el budismo tántrico a través del juego de la deidad creadora en la Danza de Shiva, que ha creado el mundo de los fenómenos, de mâyâ o la ilusión. Es interesante señalar que la palabra “ilusión” deriva de la expresión latina “jugar o representar un juego” (1).


“Conocer el juego, es aprender a salir de él jugándolo” (2). En verdad eso es la vida, un proceso arduo con pruebas y obstáculos que superar en el que hay que tomar decisiones todo el tiempo renunciando a los resultados, es decir con desapego, de lo contrario se produce un encadenamiento, como le ocurre a Perséfone raptada por Hades y cautiva en el Tártaro al probar de sus frutos. Lo cual nos lleva a preguntarnos por nuestra posición con respecto “al mundo y sus negocios, económicos y políticos, sentimentales, ideológicos, pasionales, etc., etc.” (3), un escenario laberíntico con los demonios desatados en el que lo queramos o no, estamos metidos.

Tanto las danzas como las representaciones tradicionales se rigen por reglas. En los juegos hay movimientos o jugadas ganadoras o perdedoras, acciones y opciones que influyen en el resultado del juego, y que son irreversibles una vez que se toman. En la danza, el movimiento rítmico trasforma el espacio en tiempo, en imitación del juego divino y refuerza su potencia en el plano de la emoción y la actividad (4).


La abundancia de escenas en los vasos de Paestum y también en los vasos áticos de mejor calidad, dan fe de lo populares que en su momento llegan a ser los desfiles dionisíacos y otras representaciones en las que los dioses cantan, bailan y actúan de modo un tanto demencial, pasándolo a lo grande como niños ensimismados en estos juegos recreativos, mientras el espectador quizá no termina de encajar lo que ocurre, ya que todo aquello es imposible de definir. Incluso puede llegar a resultar excesivo y desproporcionado hasta el rechazo y el horror, por lo grotesco de los personajes y las situaciones, y paradójicamente experimentarse una atracción indescriptible semejante a la de un vértigo, al punto de producirse insospechadas aperturas, la percepción de otras realidades, “mundos nuevos que permanecían invisibles y sin embargo nos son familiares” (5). Por lo que lo cómico y lo grotesco, también tiene un lugar dentro del amplio abanico de aspectos y formas que adopta la danza de la divinidad. La profusión de representaciones de Phlyax en la cerámica, pone de manifiesto la importancia de este tipo de juegos escénicos originados en la Magna Grecia.


Notas:
1. J. C. Cooper, El Simbolismo, Lenguaje Universal. Ed. Lidium, Buenos Aires, 1988.
2. Federico González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos. Ed. Obelisco, Barcelona, 1990.
3. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Horror”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
4. J. C. Cooper, El Simbolismo, Lenguaje Universal, op. cit.
5. Federico González y col. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. “La Vía Simbólica”. Ed. Symbolos, Barcelona, 2003.

Imágenes:
1. Nicolás Poussin. El Triunfo de Baco, 1635-36. The Nelson-Atkins Museum of Art.
2, 3, 4 y 5. Ménades. Réplica romana de un original griego del s. V a.C. Museo del Prado.
6. Cáliz terracota, detalle Phlyax, ca. 350-325 a.C. Metropolitan Museum of Art.
7. Cáliz terracota, detalle Phlyax, ca. 360- 350 a.C. J. Paul Getty Museum.

Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la Memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.



viernes, 7 de enero de 2022

2. Orígenes del teatro

Los Misterios en la Antigüedad

Para un hombre tradicional o arcaico todo es sagrado y el universo un juego perenne de relaciones misteriosas y simbólicas, poseedoras en sí mismas de significados evidentes. Vive en un asombro perpetuo y a la vez está perfectamente integrado a su ambiente y participa constantemente de los efluvios del cielo y la tierra. Es entonces un mediador y como tal encuentra su ubicación en el mundo, lo que se corresponde con su verticalidad. Debe por lo tanto reproducir estos misterios a imitación del gran gesto creador de un constructor original, fecundando la posibilidad de una cultura (1).


En el polo opuesto se encuentra el hombre moderno, cuya vida cuadra a la perfección con la frase de Macbeth: “una historia contada por un idiota lleno de odio y furor y que nada significa”. Síntoma de pobreza vital que no nos es desconocida: pérdida de la capacidad de asombro, sensación de estar viviendo una uniformidad más o menos aplastante en el que un día y otro son lo mismo y, en fin, sentimiento de no hallar paz en un mundo al que no se le termina de ver el sentido, por lo que es frecuente tratar de remediarlo con sucedáneos que a corto, medio o largo plazo nos devolverán ineludiblemente a la cruda realidad.
Pero no todo está perdido, pues una brizna de integridad se halla en el interior del corazón, tal cual una semilla en la tierra que al ser irrigada con el agua de vida, muere para renacer como planta y convertirse en árbol que da fruto, y los pájaros, símbolo de los estados superiores, anidan en él.


Se trata, en síntesis, del proceso de la iniciación que da lugar al hombre nuevo, “aquél que se ha despojado de su antiguo yo y se enfrenta con la inmutabilidad del Sí Mismo” (2).

Este es el segundo nacimiento. No hay cultura que no conserve sus ritos iniciáticos, incluso en la actualidad, aunque hoy se hallen despreciados y se intente confundirlos con pseudoiniciaciones y desviaciones de todo tipo. Los cultos mistéricos de Isis y Osiris en el antiguo Egipto, los de Mitra y Cibeles en el Próximo Oriente, los de Eleusis y Dioniso en Grecia, así como los de los Cabiros en Samotracia, etc., por referirnos sólo a algunos de los más cercanos, han abierto las puertas a miles de seres humanos atraídos por el conocimiento de su identidad y de la del cosmos. En el rito iniciático y su posterior efectivización, el iniciado revive en el alma los mitos arquetípicos protagonizados por los dioses y las diosas. Ellos ejemplifican su propio proceso regenerador y liberador. Y aquí en Occidente, los de la diosa Deméter, su hija Perséfone y su esposo Hades, así como los de Dioniso y otras entidades, fueron, y son, los relatos míticos en torno a los cuales se articuló la transmisión de la enseñanza tradicional, que al operar sobre el alma de los hombres y mujeres que libremente los acogían, experimentaban una auténtica transmutación interior (3).

Proceso sintetizado en la parábola de la semilla, que muere y renace como planta, simbólica recurrente en distintas cosmovisiones que en el caso de Occidente han cristalizado en esta estructura cultural que pende de un hilo y se diría a punto del colapso. Si bien no se puede negar que continúa tan viva como siempre, en tanto se opera la posibilidad de rememorar “en el alma los mitos arquetípicos protagonizados por los dioses y diosas” que “ejemplifican su propio proceso regenerador y liberador”.
El nacido dos veces, tomando como ejemplo a Dioniso, vive en estado de gracia, en constante recreación, pero ello no lo excluye de experimentar adversidades difíciles de sobrellevar mientras juega a conjugar los opuestos con frío desapego, reproduciéndose lo divino en lo humano y reconociéndose lo humano como divino, siempre en construcción, como lo reitera el propio Ser siendo y sus modelos a escala que lo recrean.

Notas:
1. Federico González. Simbolismo y Arte. “Arte, Símbolo y Mito en las culturas tradicionales”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2004.
2. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Hombre Nuevo”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
3. Mireia Valls con la colaboración de Lucrecia Herrera. Las Diosas se revelan. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.

Imágenes:
1. Johann Daniel Mylius. Opus Medico-Chymicum, 1618.
2 y 3. Johannes Tauler. Helle-leuchtender Hertzens-Spiegel, 1705.
4. Elias Ashmole. Theatrum Chemicum Britannicum, 1652.

Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la Memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.