viernes, 20 de noviembre de 2020

Mitos del cielo de invierno

Orión

Orión es la reina de las constelaciones del cielo de invierno. Se distingue muy fácilmente por sus siete estrellas brillantes dispuestas según una forma parecida a la de una mariposa, de las que tres corresponden al cuerpo y cuatro a las alas.

La Antigüedad siempre ha asociado a Orión con un coloso. Cuenta Eratóstenes, recogiendo a su vez el relato de Hesíodo, que Orión era hijo de Poseidón y de Euríale (hija por su parte del rey Minos) y que tenía el don de caminar tanto sobre la tierra como sobre las aguas.

Aconteció una vez que Orión viajó a la isla de Quíos –una tierra famosa por sus vinos y regentada por Enopión, hijo de Dioniso y Ariadna–, y que estando allí se emborrachó y violó a Mérope, la hija del rey. Enopión, enfurecido por el atrevimiento de Orión, lo dejó ciego y lo desterró a la isla de Lemnos. Hefesto se compadeció de su infortunio y le entregó al esclavo Cedalión para que le sirviese como lazarillo.


Orión tomó a Cedalión sobre sus hombros y con su guía se dirigió hacia el oriente. Curado allí de su ceguera por Helios, Orión regresó a Quíos dispuesto a vengarse de Enopión; pero sus conciudadanos lo habían escondido bajo tierra y el héroe hubo de desistir de su propósito. Acto seguido, Orión se marchó a Creta y se entregó a la caza junto a Artemisa y su madre Leto. En una ocasión se jactó de que sería capaz de dar muerte a cualquier animal vivo de la Tierra. Gea se irritó por ello e hizo que apareciera un gigantesco escorpión, el cual picó a Orión y lo mató. Eratóstenes también dice que, según otras tradiciones, Orión se enamoró de Artemisa y que fue ésta quien hizo aparecer al escorpión. Zeus elevó a Orión y al escorpión al firmamento en recuerdo de lo sucedido, y de ahí que la constelación de Escorpio se levante por el este persiguiendo a Orión cuando dicho asterismo se pone por el oeste.

Los egipcios veían en la constelación de Orión una representación simbólica de Osiris. En la Tradición hebrea se relaciona a Orión con el gigante Sansón. En China, a Orión se le conoce como Tsan, cazador y guerrero.


Imagénes:
1. Orión. Johannes Hevelius, Uranographia. Danzig, 1690.
2. Orión. Arato, Fenómenos. Manuscrito Aratea, Universidad de Leiden, c. 816.

Colección Aleteo de Mercurio 7.
Mitos del Cielo Estrellado.
Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2020.



viernes, 6 de noviembre de 2020

¿Dónde viven estas mujeres?

La voz de la pitonisa está mucho más cercana a un gruñido, a un sonido telúrico que emerge de lo profundo de la tierra, que a un canto suave y refinado. El contacto con lo sagrado sacude, trastorna los sentidos, aplaca la carcelera razón y sumerge en unas profundidades abismales, cual las simas más hondas del mundo subterráneo. De ahí que se diga que la primera profetisa fue la Tierra, luego la titánide Temis, diosa del Orden y la Justicia a la que sucedió la también titánide Febe, antecesora del brillante Apolo, cuyo oráculo por excelencia habla por boca de la pitia.


¿Y dónde viven estas mujeres? ¿Cuáles son sus dominios? Principalmente las cuevas, las grutas húmedas cercanas a cauces subterráneos cuyas aguas estimulan la visión; en las puertas del inframundo, ya que no se puede ascender al cielo sin pasar por el infierno. Por otra parte, descender al centro de la Tierra es también una forma de ver el retorno al origen, pues no en vano se dice que el agua de la vida sale de sus entrañas, y que quien beba de ella ya no tendrá sed nunca jamás.
(...)
Y todo lo dicho apenas sí queda impreso en el viento y en este pequeño cuaderno. El libro, como el depósito que ha sido durante milenios de una sabiduría universal y viva —cual los oráculos de las pitonisas—, está muriendo y con él la posibilidad de hacer memoria y de recordar quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos; pero nosotros vamos a seguir depositando en él lo que se nos ha revelado...

Imagen:
François Perrier, Eneas y la sibila de Cumas. Museo Nacional de Varsovia.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las diosas se revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.