viernes, 6 de noviembre de 2020

¿Dónde viven estas mujeres?

La voz de la pitonisa está mucho más cercana a un gruñido, a un sonido telúrico que emerge de lo profundo de la tierra, que a un canto suave y refinado. El contacto con lo sagrado sacude, trastorna los sentidos, aplaca la carcelera razón y sumerge en unas profundidades abismales, cual las simas más hondas del mundo subterráneo. De ahí que se diga que la primera profetisa fue la Tierra, luego la titánide Temis, diosa del Orden y la Justicia a la que sucedió la también titánide Febe, antecesora del brillante Apolo, cuyo oráculo por excelencia habla por boca de la pitia.


¿Y dónde viven estas mujeres? ¿Cuáles son sus dominios? Principalmente las cuevas, las grutas húmedas cercanas a cauces subterráneos cuyas aguas estimulan la visión; en las puertas del inframundo, ya que no se puede ascender al cielo sin pasar por el infierno. Por otra parte, descender al centro de la Tierra es también una forma de ver el retorno al origen, pues no en vano se dice que el agua de la vida sale de sus entrañas, y que quien beba de ella ya no tendrá sed nunca jamás.
(...)
Y todo lo dicho apenas sí queda impreso en el viento y en este pequeño cuaderno. El libro, como el depósito que ha sido durante milenios de una sabiduría universal y viva —cual los oráculos de las pitonisas—, está muriendo y con él la posibilidad de hacer memoria y de recordar quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos; pero nosotros vamos a seguir depositando en él lo que se nos ha revelado...

Imagen:
François Perrier, Eneas y la sibila de Cumas. Museo Nacional de Varsovia.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las diosas se revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.



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