lunes, 21 de septiembre de 2020

Las diosas oraculares y las pitonisas

Extrañas mujeres anónimas, cuyo nombre procede de la serpiente Pitón con la que Apolo se enfrentó en Delfos, y finalmente venció, instaurando sobre ese suelo su oráculo, que sin duda está afiliado a su fuente primigenia, el de la profetisa Gea, simbolizada por esa enorme serpiente, entidad telúrica que mora en el mundo subterráneo. La pitonisa encarna esa energía, y reúne en sí el poder de la diosa Madre, el de sus hijas Temis y Febe, y el del brillante Apolo, dios de la luz que fecunda las tinieblas y las ordena; de la luz que hace aparecer las imágenes y las formas, de la luz que al tocar los sentidos hace ver la gran ilusión caleidoscópica del mundo. La pitonisa deja pasar a través de sí el misterio de la cosmogonía y su vaticinio es un sendero para remontarse de nuevo al origen. Un camino de ida y vuelta, convulso, peligroso, paradójico, lleno de encrucijadas, senderos cada vez más estrechos, que concurren finalmente ante una puerta estrecha, la salida a lo supracósmico, al Misterio Absoluto.


Imagen:
Hendrick Goltzius, Apolo venciendo a Pitón. Grabado para la Metamorfosis de Ovidio.

Colección Aleteo de Mercurio 2.
Las Diosas se Revelan.
Mireia Valls,
con la colaboración de Lucrecia Herrera.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Mayo, 2017.



domingo, 6 de septiembre de 2020

La caverna del corazón

Las iniciaciones pueden ser vistas como el recorrido de los laberintos para arribar al centro donde se encuentra lo más secreto y la salida vertical (1).

Para los Papago (Arizona), en el centro del laberinto se encuentra el monte sagrado Baboquivari, al que ascienden en búsqueda de la visión. Es allí donde se une la Tierra al Cielo y el hombre puede comunicarse con el Espíritu. En él mora I’itoli, dios que habita en una gruta al noroeste de la montaña, representado a la entrada del laberinto, símbolo de la búsqueda, pues se dice que fue él quien guió a su pueblo desde el otro lado a través del agujero de un hormiguero, convirtiendo para ello a su gente en hormigas. Para este pueblo éstas representan a los guardianes de su Tradición.




La gruta, oculta en el interior de la montaña y análoga al corazón, es siempre el lugar de iniciación. En ella se muere y se renace.
Uno es iniciado en su corazón, encendiéndose un fuego secreto, una luz invisible que ilumina el alma y su camino.

Imagen:
Pintura sobre huevo de avestruz de la autora.

Nota:
1. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Laberinto”.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético, Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2018.