jueves, 7 de enero de 2021

Apolo y el oráculo

Aquí, sí, pienso levantar un hermosísimo templo
para que sea oráculo para los hombres, que para mí siempre
aquí reunirán cumplidas hecatombes,
cuantos el rico Peloponeso pueblan
y cuantos habitan Europa y en las islas, de uno y otro lado bañadas:
que vendrán a recibir el oráculo; mi certero consejo a éstos,
a todos, transmitiré profetizando en el pingüe templo
(1).

Cuenta Filóstrato que el primer templo de Apolo Febo fue construido por abejas, las cuales edificaron sus murallas con plumas de aves y cera, y añade Pausanias que el dios agradecido transportó dicho templo a la Hiperbórea, donde pasaba los inviernos entre cisnes. En Delfos, la cera tenía un papel importante en los ritos del dios geómetra, quien otorgó a los panales la perfección de su estructura.
La Ciencia Sagrada es una ciencia exacta, tan certera como las flechas del Flechador, que curan de la ignorancia.

Una refutación, o ilustrísimo rey, cuando ha sido reconocida, provoca en el refutado el deseo de conocer lo que antes ignoraba (2).


***

Y a mi corazón, cual un niño a su madre amada,
obediente, al bosque sagrado de Apolo bajé,
criador de coronas y flores,
donde a los hijos de Leto
con frecuencia las muchachas de Delfos,
junto al ombligo sombreado de la tierra, cantan
y con ligero pie la tierra tocan
(3).

Notas:
1. Himnos Homéricos, “A Apolo”, 287-293.
2. Corpus Hermeticum, Extractos de Estobeo, XXVII, “De Hermes. Del discurso de Isis a Horus”.
3. Píndaro, Peanes, VI estr. I, 12-18. Ed. Gredos, Madrid, 1984.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético. Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2018.



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