martes, 21 de julio de 2020

El Espejo

En los días previos a la llegada de los invasores teníamos payasos. No payasos como los ves ahora [...]. Nuestros payasos revestían cualquier cosa. Así como les apeteciera, se vestían. Y no salían sólo de vez en cuando para hacer el tonto y hacer reír, nuestros payasos estaban con nosotros todo el tiempo. Eran tan importantes para el pueblo como el jefe, el chamán, los bailarines o los poetas (1).

Se dice que estos payasos sagrados veían con los ojos de un niño y por ello detectaban lo falso a distancia. Se les llamaba “destructores de héroes” porque su papel era despertar del sueño. Con la llegada del hombre blanco, cambiaron su forma para ser “invisibles” y poder seguir actuando, pues éste no podía soportar ser el blanco de las risas, al punto de llegar a asesinarlos.
Koshare, Koyaala o Hano es el nombre del Payaso Sagrado Kashina de los Hopi (Arizona). Entre los Arapahoe (Grandes llanuras) es llamado Ha Hawkan, “idiota sagrado”, y entre los Oglala y los Dakota (Grandes llanuras), Heyoka, “loco”.




Imagen:
Pintura sobre huevo de avestruz de la autora.

Nota:
1. Testimonio de una anciana extraído de Daughters of Copper Woman, Anne Cameron.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético, Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, Febrero, 2018.



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