viernes, 20 de octubre de 2023

Y el mar, siempre el mar

Omnipresente, majestuoso, rodeando la isla por completo. A veces apacible y calmo, otras desatando su furia, peligroso, desafiante, indomable. Portador de pasajeros, lluvias y alimentos.

Para muchas culturas tradicionales es el símbolo de la sustancia primordial indiferenciada y del crisol de la vida. Sus aguas se equiparan al Alma del mundo, tanto a la psiqué agitada constantemente como al alma superior emparentada con la vida de los dioses.


Misterioso, profundo, signado por un movimiento continuo, refleja visualmente la música de las esferas a través de los ritmos de sus ondas. Escultor sagrado, con suavidad o con bravura pule todas las aristas, corroe metales y descompone organismos contribuyendo a sepultar y a regenerar la vida.

Cementerio de antiguas civilizaciones, en sus simas reposan templos y palacios, grandes tesoros, humanidades pasadas o por venir. Y en medio de su inmensidad, emerge siempre una isla, una tierra firme y virgen capaz de albergar un mundo nuevo.

O quizás la isla sea sólo un sueño. El sueño de la auténtica utopía que se aloja más allá del sol y las estrellas, más allá del mar y del cielo, más allá de este finito que llamamos universo.


Imágenes:
1. Caló des Borgit, Santanyí.
2. Playa de Can Pastilla, Palma.

Colección Aleteo de Mercurio 9.
Mallorca. Una mirada simbólica.
Mireia Valls y Marc García.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2022.



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