martes, 6 de septiembre de 2022

El cuerno de la abundancia

Dicen que Aqueloo, “Príncipe de los ríos, el Grande”, como lo describe Pausanias en su Descripción de Grecia, nace del desconsolado llanto de Niobe, cuya soberbia es vengada por los ofendidos hijos de Leto, Apolo y Artemisa, quienes con sus flechas matan a toda su prole menos a un hijo y una hija.

Su nombre en griego significa “el que huye de su pesar”, y aparece representado ya como un anciano, ya como un joven, con barba, cuernos, y cuerpo de serpiente. “Por sus tupidas barbas caían los chorros de una fuente manantial” (1).

Se cuenta que en su disputa con Heracles por Deyanira, Aqueloo, durante sus múltiples metamorfosis, pierde uno de sus cuernos, y que “las náyades lo llenaron de frutos y de flores olorosas y lo consagraron al dios, y la Bienhechora Abundancia es rica con [su] cuerno” (2).

La cornucopia o cuerno de la abundancia es símbolo de fertilidad y uno de los atributos de Hermes y de sus adeptos. De ella se derrama el Oro que el Niño también simboliza como nuevo estado de la conciencia y portador de Bienes procedentes del Cielo.

Dicen que de su unión con Melpómene nacen las sirenas, aladas guardianas de los estados superiores de la conciencia, quienes impiden a los navegantes el paso hacia la Isla del Sol, o Isla de los Bienaventurados, engañándoles con su canto, pues ningún mortal que no sea digno de ello tiene acceso a lo que está mas allá del Sol.

Digo mis misterios a los que son dignos de mis misterios (3).


Notas:
1. Sófocles, Las traquinias, 1-48.
2. Ovidio, Las metamorfosis, Libro IX, “Aqueloo y Hércules”.
3. Antonio Piñero, Todos los Evangelios, Evangelio de Tomás.

Colección Aleteo de Mercurio 4.
En el Taller Hermético. Notas y bocetos alquímicos.
Ana Contreras.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2018.



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