Respecto a lo dicho en la entrada anterior acerca de la espagiria, se habrá notado que la medicina a la que nos referimos, no es la que ofrece una supuesta seguridad y un bienestar físico y psíquico lo más estable y duradero posible. Por el contrario, la medicina que estos médicos espagíricos ejercen –común a los chamanes y brujos–, no excluye la enfermedad, antes bien se la considera “un signo psíquico de alteración que puede llevar al paciente a nuevas aperturas de su ser en el camino espiritual puesto que es la vía propuesta por determinadas deidades o espíritus que la promueven para fomentar la posibilidad de una recuperación” (1).
Para los pueblos arcaicos siempre hay una energía, un espíritu en cada cosa, ser, o fenómeno, que subyace a las simples apariencias, y que simboliza de forma directa, determinadas fuerzas presentes de manera constante en el concierto universal; y es en la interacción de esas sutiles vibraciones, representadas por el perenne acoplamiento del cielo y la tierra, a la que ningún humano puede substraerse, donde debe buscarse la causa momentánea del mal, ya sea éste una inundación, o un desarreglo fisiológico, los que no son tomados como perversos en sí mismos y rechazados con un criterio moral, sino como señales de la ira de determinados dioses, que deben ser calmados por el hombre a través del sacrificio y la auto participación en el orden cósmico, lo cual supone una aceptación de todas sus manifestaciones y potencialidades (2).
En El sueño de una noche de verano, Titania recrimina a Oberón que los desarreglos ocurridos en el mundo se deben a sus desavenencias conyugales, lo que coincide con otras cosmovisiones en las que los dioses no son buenos ni malos, sino aspectos de la Unidad que se manifiestan en distinto grado y cuyas relaciones, muchas veces tormentosas, generan desequilibrios y nuevos equilibrios referidos al hombre y al universo –microcosmos-macrocosmos–, sin perder de vista jamás las correspondencias entre uno y otro si es que se pretende la curación. O sea, lo que vienen a ser las operaciones transmutatorias y sus grados de realización, nacimientos y muertes, coagulaciones y disoluciones; un proceso de purificación sintetizado en la expresión hermética: “espiritualizar la materia y materializar el espíritu”.
(Continuará)
Notas:
1. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Medicina”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
2. Ibid.
1. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Medicina”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
2. Ibid.
Imagen:
1. J. D. Mylius. Anatomia Auri, detalle frontispicio, 1628. Niño de corazón llameante flanqueado por dos emblemas: el pelícano que da de comer a su prole con su sangre y el ave Fénix sobre lecho de fuego para renacer de sus cenizas.
1. J. D. Mylius. Anatomia Auri, detalle frontispicio, 1628. Niño de corazón llameante flanqueado por dos emblemas: el pelícano que da de comer a su prole con su sangre y el ave Fénix sobre lecho de fuego para renacer de sus cenizas.
Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario