En la hora de la triple alabanza
Hay una hora en que los miles de miles de miríadas de ángeles de las alturas proclaman la alabanza del Principio en lo invisible (explica Metatron que son “496.000 miríadas de campamentos en la altura de Aravot y cada campamento cuenta con 496.000 ángeles”). Lo llaman Santo porque es sagrado e inviolable (1) y repiten tres veces esa palabra porque es triple en su Unidad, pues contiene en su seno a la Dualidad primordial que impregna a toda la manifestación. Cuando llega la hora de decir “Santo”,
un viento de tempestad surge de delante del Santo bendito sea y cae sobre los campamentos de la Shekinah, y una gran tormenta se levanta en medio de ellos como se ha dicho: “He aquí el huracán de YHVH, el furor se ha desencadenado, la tempestad causa estragos” (Jer 30, 23).
Enseguida los miles de miles [de miríadas de ángeles de Aravot] se convierten en chispas, los miles de miles se convierten en antorchas, los miles de miles se convierten en brasas ardientes, los miles de miles se convierten en llamas, los miles de miles se convierten en machos, los miles de miles se convierten en hembras, los miles de miles se convierten en vientos, los miles de miles se convierten en fuego ardiente, los miles de miles se convierten en una llama, los miles de miles se convierten en chispas, los miles de miles se convierten en hachmalim de luz (2) hasta que aceptan el yugo del reino del Elevado y Exaltado, el Formador de todos, con terror, miedo, estremecimiento, sudor, gruñidos, tiritera, pavor y temblor. E inmediatamente los devuelve a su primer estado. Todo ello con el fin de que el temor de su Rey esté ante ellos en todo instante de modo que concentren su corazón para decir el canto en cada momento (...)” (3).
Enseguida los miles de miles [de miríadas de ángeles de Aravot] se convierten en chispas, los miles de miles se convierten en antorchas, los miles de miles se convierten en brasas ardientes, los miles de miles se convierten en llamas, los miles de miles se convierten en machos, los miles de miles se convierten en hembras, los miles de miles se convierten en vientos, los miles de miles se convierten en fuego ardiente, los miles de miles se convierten en una llama, los miles de miles se convierten en chispas, los miles de miles se convierten en hachmalim de luz (2) hasta que aceptan el yugo del reino del Elevado y Exaltado, el Formador de todos, con terror, miedo, estremecimiento, sudor, gruñidos, tiritera, pavor y temblor. E inmediatamente los devuelve a su primer estado. Todo ello con el fin de que el temor de su Rey esté ante ellos en todo instante de modo que concentren su corazón para decir el canto en cada momento (...)” (3).
Cuando los ángeles oficiantes desean decir el canto, el Río de Fuego crece en varios miles de miles de miríadas de miríadas de potencias de vigores de fuego y fluye y pasa por debajo del Trono de gloria, por entre los campamentos de los ángeles oficiantes y de las cohortes de Aravot. Todos los ángeles oficiantes descienden en primer lugar al Río de Fuego y se zambullen en el fuego del Río de Fuego, después hunden su lengua y su boca siete veces en el Río de Fuego, seguidamente salen y se revisten con restos de blasón y restos de hachmal, y se disponen en cuatro filas cara al Trono de gloria en cada firmamento (4).
La pronunciación por parte de los ángeles oficiantes de la Qedoucha, la oración del Trisagion o triple “Santo”, provoca una sacudida de alcance cósmico en la que “todas las columnas de los firmamentos y su base vacilan, los portales de los palacios de Aravot tiemblan, los cimientos del universo y de Chehaquim son sacudidos, las cámaras de Ma’on y las cámaras de Makhon se retuercen, y todas las armonías de Raqia, las estrellas y las constelaciones se alarman. El orbe del sol y el orbe de la luna se apartan precipitadamente de sus circuitos y corren hacia atrás 12.000 parasanges queriendo arrojarse del cielo a causa del estruendo de la voz [de los ángeles], de su encanto, de la vibración de su potencia y de las chispas y los relámpagos que salen de su boca (...). Hasta que el Príncipe del mundo (5) les grita y les dice: inmovilizaos en vuestros lugares, no temáis nada pues los ángeles oficiantes entonan el canto ante el Santo bendito sea como se ha dicho: ‘Cuando todas las estrellas de la mañana cantaban alegremente y los hijos de Dios hacían resonar sus aclamaciones’ (Job 38, 7)” (6).
Cuando los ángeles oficiantes dicen “Santo”,
todos los nombres expresados, grabados por una pluma de llama sobre el Trono de gloria, emprenden el vuelo como águilas, provistos de dieciséis alas, y rodean
y circundan al Santo bendito sea por los cuatro lados del Lugar de la gloria de su Shekinah. Los ángeles del ejército, los oficiales de llama, los ofanim de valentía, los querubines de la Shekinah, los santos vivientes, los serafines, los ér’elim, los tapsarim (7), las cohortes de llamas, las legiones [de fuego] devorador, los órdenes flambeantes, los ejércitos de llamas, los santos príncipes ornados de coronas, vestidos de realeza, cubiertos de gloria, rodeados de belleza, engalanados de magnificencia, ceñidos de majestad caen sobre sus caras tres veces y dicen: Bendito es el nombre de la gloria de su reino por siempre jamás (8).
Pero cuando los ángeles oficiantes no pronuncian el “Santo” según el orden apropiado,
un fuego devorador surge del meñique del Santo bendito sea, cae sobre sus filas, se divide en 496.000 miríadas de partes correspondientes a los cuatro campamentos de los ángeles y los devora de golpe, como se ha dicho: “Un fuego le precede cuando marcha, devorando a todos los enemigos de su entorno” (Sal 97, 3). Inmediatamente el Santo bendito sea abre su boca y, pronunciando una palabra, crea a otros en su lugar, nuevos y semejantes a ellos. Cada uno se levanta ante el Trono de la gloria y dice “Santo”, como se ha dicho: “Nuevos cada mañana, grande es tu confianza” (Lm 3, 23) (9).
(Continuará)
Notas:
1. Acepción de la palabra “santo” en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
2. Los hachmalim son un orden de ángeles centelleantes.
3. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 35, vv. 1, 5-6, ibid.
4. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 36, vv. 1-2, ibid.
5. Ver nota V del texto correspondiente a la quinta parte de esta serie de acápites.
6. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 38, vv. 1-3, ibid.
7. Los ér’elim y los tapsarim son altas órdenes de ángeles.
8. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 39, vv. 1-2, ibid.
9. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 40, vv. 3-4, ibid.
1. Acepción de la palabra “santo” en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
2. Los hachmalim son un orden de ángeles centelleantes.
3. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 35, vv. 1, 5-6, ibid.
4. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 36, vv. 1-2, ibid.
5. Ver nota V del texto correspondiente a la quinta parte de esta serie de acápites.
6. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 38, vv. 1-3, ibid.
7. Los ér’elim y los tapsarim son altas órdenes de ángeles.
8. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 39, vv. 1-2, ibid.
9. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 40, vv. 3-4, ibid.
Imagen:
1. Ríos de fuego del volcán Kilauea. El Correo, 8 de junio de 2023.
1. Ríos de fuego del volcán Kilauea. El Correo, 8 de junio de 2023.
Colección Aleteo de Mercurio 10.
La Cábala en el Corazón.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2025.
La Cábala en el Corazón.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2025.

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