lunes, 20 de octubre de 2025

El libro hebreo de Enoch (2ª parte)

El ascenso del Rabi Ismael

El rabino Ismael ben Elisha ha-Kohen (“Ismael hijo de Eliseo el sacerdote”) vivió en Israel entre los siglos II y III d. C. y fue uno de los cuatro tanaim (1) a los que se atribuyen las distintas obras de la literatura de los Palacios (R. Ismael, R. Akiba, R. Nehounia ben ha-Qana y R. Eliezer el Grande).

Tras el breve epígrafe que encabeza el Libro hebreo de Enoch (2), Rabí Ismael inicia el extraordinario relato de su visión:

Cuando ascendí a las alturas para contemplar en mi visión al Carro, entré en seis palacios, uno dentro de otro, y cuando alcancé el umbral del séptimo palacio, me puse a orar ante el Santo bendito sea (3).

Rabí Ismael ruega al Altísimo ser aceptado en el cielo y el Santo bendito sea le envía a su servidor, el ángel Metatron, el cual le comunica que ha sido merecedor de la contemplación de la Merkaba. Ambos ingresan juntos en el séptimo palacio, y en el “campamento de la Shekinah” Rabí Ismael es presentado ante el Trono de gloria. Tal es el terror que la mirada radiante de los príncipes del Carro y los serafines infunde en el rabino que éste se desmaya. Metatron lo despierta y el Santo bendito sea le abre

los portales de la Shekinah, los portales de la sabiduría, los portales de la fuerza, los portales de la valentía, los portales de la palabra, los portales del canto, los portales de la Qedoucha (4), los portales de la melodía (5),

e ilumina su vista y su corazón (6). Rabí Ismael entona entonces un cántico ante el Trono de gloria y los vivientes que rodean al Trono responden con el Trisagion: “Santo, Santo, Santo, bendita es la gloria de YHVH desde su Lugar” (7). Otros seres angélicos, “las águilas del Carro, los ofanim de llama y los serafines de fuego devorador”, interrogan severamente a Metatron:

Jovenzuelo, ¿por qué has permitido a un hijo de mujer venir a contemplar el Carro? ¿De qué pueblo es, de qué tribu, qué valor tiene? (8).

Sus reservas se disipan cuando Metatron les contesta que el rabino es un sacerdote de la tribu de Leví y que desciende de Aarón. A continuación, Rabí Ismael pregunta a Metatron por su nombre y éste le dice:

Tengo setenta nombres, correspondientes a las setenta lenguas que hay en el mundo, y todos ellos se basan en el nombre del Rey de reyes de reyes, aunque mi Rey me llama Jovenzuelo (9).

Rabí Ismael vuelve a preguntar a Metatron por qué ostenta los setenta nombres del Creador y por qué, siendo superior en jerarquía a los demás príncipes y ángeles por tal motivo, le llaman Jovenzuelo en los cielos. Le responde Metatron:

Porque yo soy Enoch, hijo de Yered. Cuando los hijos de la generación del diluvio pecaron y pervirtieron sus obras, diciendo a Dios: “Aléjate de nosotros (...)”, el Santo bendito sea me elevó de entre ellos para ser en los altos cielos, ante los que vendrán al mundo, el testigo de cargo a fin de que no pudiesen decir: ¡El Compasivo es cruel! (...), y el Santo bendito sea me desposó en lo alto como príncipe y jefe entre los ángeles oficiantes (10).

Seguidamente, tres ángeles rebeldes, Uza, Aza y Azael, se acercan al Santo bendito sea para cuestionar a Metatron:

“Maestro del universo, ¿cuál es el valor de éste para subir a la altura de las alturas? ¿No es uno de los hijos de los hijos de aquellos que se ahogaron en las aguas del diluvio? ¿Qué vale en el firmamento?” (11). De nuevo el Santo bendito sea respondió. Les dijo: “¿Qué valéis vosotros mismos, vosotros que os inmiscuís en mis palabras? Yo deseo que éste, con preferencia a todos vosotros, sea príncipe y jefe por encima de vosotros en las alturas celestes”. En seguida se levantaron todos y vinieron a mi encuentro, luego se prosternaron ante mí y dijeron: “¡Feliz tú y felices tus padres, tu Creador te ha querido bien!” Y es porque soy un recién llegado y joven entre ellos en años, meses y días por lo que me han llamado Jovenzuelo (12).

En lo sucesivo y hasta el final del libro, Rabí Ismael va desgranando las enseñanzas que recibe de Metatron en su visión (casi todos los acápites que siguen comienzan con la frase “Rabí Ismael dijo: el ángel Metatron, el Príncipe de la Faz, me dijo”). Éste, antes de continuar con el relato de su transmutación, cuenta al rabino cómo la Shekinah abandonó la Tierra tras la expulsión de Adán y Eva del Paraíso terrestre:

Desde el día en que el Santo bendito sea expulsó al primer hombre del jardín del Edén, la Shekinah, residía sobre un querubín bajo el Árbol de la vida. Los ángeles oficiantes bendecían y acudían, descendiendo del cielo en grupos numerosos, en asambleas numerosas del firmamento, en campamentos numerosos de los cielos para hacer su voluntad a través del mundo entero. El primer hombre y su generación permanecían en el umbral del jardín del Edén para contemplar aquello que era una imagen de la apariencia radiante de la Shekinah, pues el resplandor de la Shekinah se extendía de un confín del mundo al otro y era 65.000 veces más luminoso que el disco solar (13). (...) Todos contemplaban el resplandor de la imagen de la Shekinah y nadie sufría daño alguno. Hasta la llegada al mundo de los hijos de la generación de Enosh, quien estaba a la cabeza de todos los servidores de culto extranjero que hay en el mundo (14). ¿Qué hacían los hijos de su generación? (...) Hacían ídolos a los cuatro vientos del mundo, los erigían en cada rincón del mundo sin excepción, ídolos de una medida de mil parasanges (15). Hacían descender al sol, la luna, las estrellas, las constelaciones, las detenían ante los ídolos, a su derecha y a su izquierda, para servirlos de la manera en que servían al Santo bendito sea (...). ¿Cómo es que tenían fuerza suficiente para poder hacerlos descender? En realidad, Uza, Aza y Azael les habían enseñado hechizos para que lograran hacerlos descender y utilizarlos (...).


En ese momento, los ángeles oficiantes conspiraron para formular una acusación ante el Santo bendito Sea. Dijeron ante él: “Maestro del universo, ¿qué tratos tienes con el hombre (...)? ¿Quién es este Enosh que es jefe de los idólatras? ¿Por qué has abandonado el cielo de los cielos de lo alto, morada de la gloria de tu nombre, y el Trono elevado y exaltado que está en las alturas de Aravot, y te has ido a habitar con los hijos del hombre que sirven a los ídolos y te consideran igual a un ídolo? Ahora que tú estás sobre la Tierra y el ídolo está en la Tierra, ¿qué valor tienes para los habitantes de la Tierra, servidores de un ídolo?”. Acto seguido, el Santo bendito sea retiró a su Shekinah de entre los hombres. En ese momento llegaron los ángeles oficiantes y las cohortes de ejércitos, los soldados de Aravot, millares de campamentos, miríadas de guerreros. Tomaron las trompetas y empuñaron los cuernos, rodearon a la Shekinah cantando y salmodiando y ella subió a las alturas celestes (...) (16).

(Continuará)

Notas:
1. Sabios exégetas pertenecientes al rabinato cuyas enseñanzas fueron compiladas en la Mishnah. Compuesta entre los siglos II y III, es considerada la primera gran colección escrita de tradiciones orales sobre la Torah y en ella se basan los comentarios posteriores del Talmud de Jerusalén y del de Babilonia. La traducción exacta de tanaim es “repetidores”, según apunta Mopsik en una nota de la introducción de su obra.
2. Es éste: “Enoch anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó” (Gn 5, 24). Mopsik comenta que con un encabezamiento así la obra queda situada “bajo la autoridad de una tradición reconocida al recordar su origen bíblico” y “tiende a hacer del conjunto del libro un largo comentario de este versículo, una especie de midrach”. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 1, nota 1, ibid.
3. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 1, vv. 1-2, op. cit.
4. La Qedoucha o Trisagion (en griego, “tres veces santo”) es el himno más elevado de alabanza al Santo bendito sea. Su dicción unánime por los ángeles genera una vibración cósmica tan poderosa que “las columnas de los firmamentos y su base vacilan”, las “estrellas y constelaciones se alarman” y “el orbe del sol y el orbe de la luna se apartan precipitadamente de su circuito”. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 38, v. 1, ibid.
5. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 1, vv. 11, ibid.
6. Estos dones son análogos a los que Poimandrés, el Noûs de la Soberaneidad Absoluta, brinda a Hermes Trismegisto en el primer tratado del Corpus Hermeticum: “una visión infinita” que se convierte en una “luz, serena y gozosa”, imagen de “la Inteligencia, tu Dios”.
7. La triple invocación del Trisagion evoca el ternario en que el Principio inmanifestado del Ser Universal se polariza, simbolizado unánimemente por las tres sefirot de Olam ha Atsiluth en el Árbol de la Vida cabalístico, la Trimûrti hindú o la tríada Tai-ki, Tien, Ti de la tradición extremo-oriental. El Sanctus de la plegaria eucarística cristiana vendría a ser un pálido reflejo exotérico del Trisagion. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 1, v. 12, ibid.
8. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 4, vv. 7-10, ibid.
9. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 3, v. 2, ibid.
10. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 4, vv. 2-5, ibid.
11. Es una objeción análoga a la que antes han planteado otros ángeles acerca de Rabí Ismael ante Metatron. Mopsik sugiere en una nota, acerca del aparente anacronismo que se desliza en este pasaje y en el anterior —pues Enoch es un patriarca antediluviano—, que se podría tratar de una simple cuestión redaccional del manuscrito. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 4, nota 13, ibid. Nosotros pensamos que la mención de que Enoch es “uno de los hijos de los hijos de aquellos que se ahogaron en las aguas del diluvio” podría aludir a un cataclismo anterior al diluvio de Noé que la Biblia no refiere pero sí las tradiciones mesopotámicas (ver p. ej. nuestro artículo Mesopotamia en el Manvántara en el número 58 de la Revista SYMBOLOS telemática.
https://symbolos.com/n58verano2020/mesopotamia/8.mesopotamia-en-el-manvantara/0.mesopota- mia-en-el-manvantara.htm).
12. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 4, vv. 7-10, ibid.
13. 65.000 es, en números redondos, la duración en años del ciclo completo de una humanidad en la doctrina hindú de los ciclos cósmicos. Curiosamente, el módulo 65 es también la cifra de base del cuadrado mágico de Marte, de 5 x 5 casillas.
14. Enosh es hijo de Set y antepasado de Enoch. La Biblia dice que Enosh “fue el primero en invocar el nombre de Yahveh” (Gn 4, 26).
15. Mopsik anota que un parasange es una medida de longitud de origen persa que equivale a unos 5.250 metros. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 5, nota 10, ibid.
16. Charles Mopsik. Le Livre hébreu d’Hénoch ou Livre des Palais. Cap. 5, vv. 1-13, ibid. En otras tradiciones se narra con mitos análogos cómo la deidad deja de habitar con la humanidad a partir de cierto instante en su ciclo descendente de existencia. El poeta griego Arato, por ejemplo, escribe que en la Edad de Oro —el estado paradisíaco de la vida humana—, la Justicia, diosa hija de Zeus y de Temis, “vivía en la tierra y venía abiertamente a presencia de los hombres, y no desdeñaba la compañía de los antiguos, hombres o mujeres; antes bien, se sentaba mezclándose con ellos aunque era inmortal”. En la Edad de Plata —análoga al estadio en que la humanidad aún puede contemplar la imagen de la Shekinah desde el umbral del Paraíso—, “todavía estaba presente (...); al atardecer descendía de los montes rumorosos, solitaria, y no se comunicaba con nadie con palabras amables, sino que cuando había cubierto de hombres inmensas colinas, los increpaba entonces censurando su perversidad, y decía que ya no vendría más a la presencia de quienes la llamaran”. Pero cuando nació “la raza de bronce, hombres aún más perversos que los anteriores, los primeros que forjaron las espadas criminales propias de asaltantes de caminos, los primeros que comieron la carne de los bueyes de labor”, entonces “la Justicia sintió aversión por el linaje de aquellos hombres y voló hacia el cielo”. Arato. Fenómenos. Trad. Esteban Calderón. Ed. Gredos, Madrid, 1993.

Imagen:
1. “Y Dios tomó a Enoch”. En: Gérard Hoet et al. Figures de la Bible. Ed. P. de Hondt, La Haya, 1728.

Colección Aleteo de Mercurio 10.
La Cábala en el Corazón.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2025.



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