miércoles, 26 de marzo de 2025

Los diez primeros himnos

Con este decálogo comienzan los cantos. Diez y no nueve, diez y no once, como las 10 esferas del Árbol de la Vida, como las 10 numeraciones de la Sagrada Tetraktys. Esto es así porque es arquetípico. Desde el Agartha, invisible como el centro de la rueda, se salvaguarda esta enseñanza intemporal y se disparan las flechas hacia todo el contorno del círculo.

A los Iniciados del Crepúsculo

Ser testigo y dar testimonio del Misterio,
dar fe de lo Uno sin par,
y hablar del silencio de su nombre impronunciable.
Loados sean los dioses, potencias divinas que lo manifiestan:
desde Egipto, pasando por Grecia y Roma, Alejandría y las potencias de la Gnosis;
las tradiciones del libro y la Cábala, la historia sagrada de Occidente; las tradiciones orientales y precolombinas,
pues todas ellas expresan lo sagrado a través del tiempo.

Por eso, mediante las labores de Saturno,
el iniciado se empeña en encontrar claves simbólicas,
llaves que abren las puertas de la Obra divina:
a la que el alquimista se suma con gran paciencia y tesón,
así, cuando comprende su esencia,
queda maravillado de los prodigios de la Naturaleza.

Y entonces,
entonces abre su alma al vuelo del espíritu.
Y todo ello por querer conocerlo todo sin saber nada de nada,
pues la ignorancia es el suelo que pisamos a diario en nuestro quehacer sacro.
En hora tardía,
como si de un anunciado ocaso se tratara,
alzamos nuestra mirada al Cielo y con los pies en la tierra,
recordamos la Dignidad del hombre proferida por Pico:

“Te he puesto en el centro del mundo
para que más cómodamente observes cuanto en él existe.
No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal,
con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo,
te informases y plasmases en la obra que prefirieses.
Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias,
podrás regenerarte, según tu ánimo,
en las realidades superiores que son divinas”
(1).

Sabedores de que Eros es la fuerza que cohesiona toda la creación, a este dios “pícaro y sinvergüenza” pues, nos encomendaremos; no en vano reúne las energías de Marte y Venus en cópula celestial, en la perpetua conjugación de contrarios.

Rastrearemos, pues, en nuestro quehacer cotidiano,
el simbolismo derramado por los iniciados de la cadena Áurea:
recorreremos el laberinto,
viviremos el mito,
seremos peregrinos y actores,
subiremos y bajaremos del Cielo a la Tierra,
cuales seres pneumáticos encarnando la Cosmogonía,
e, inspirados por las meditaciones cabalísticas,
buscaremos la salida del Cosmos,
vieja prebenda otorgada por el Creador al Hombre Verdadero:
la Libertad por el Conocimiento.

Con el Recuerdo del Ahora siempre presente,
a través de la Historia Sagrada de Occidente,
estamos atentos y, de forma consciente,
siempre empeñados en el cultivo de la voz sagrada,
cada vez menos escuchada,
cada vez menos comprendida, y hasta negada.
Pues vivimos el tiempo de una humanidad cada vez más alejada
de los dioses que habitan el alma del hombre y del mundo.
Y entonces, su recuerdo se tiñe de olvido.
Sean pues las siete cuerdas de la lira de Orfeo,
las siete vibraciones que la melodía de las esferas danza,
las siete cifras de construcción cósmica y el sintético sello de Salomón.
Ahora que el carro de Helios se muestra en toda su majestad cíclica, cantamos:

¡Evohé Bacantes!

De Tracia a Eleusis: ¡Fastos en honor a Dioniso!
Pues el logos divino que emana de Apolo,
alumbra los ciclos y vive en el alma del iniciado.
Somos avatar,
y nos permitimos persistir en nuestra entrega anónima
para ser testigos y dar testimonio del Misterio,
dar fe de lo Uno sin par,
y hablar del silencio de su nombre impronunciable.





Nota:
1. Pico de la Mirándola. Discurso sobre la Dignidad del Hombre.

Imagen:
1. Miguel Ángel. Dioniso, Baco. 1497, Palacio Bargello, Florencia, Italia.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



viernes, 7 de marzo de 2025

El Teatro en el Renacimiento. 11. La Magia en la época Isabelina

Cerramos el capítulo con un par de referencias más al interesado que desee seguir tirando del hilo en todo este entramado de ideas, apenas una partícula de la punta del iceberg: El mercader de Venecia es una obra que gira en torno a la Ley y la Justicia y su penetración más allá de las apariencias. Se trata de principios emanados del Amor que constituyen la idea de Equidad, de ahí la balanza como uno de sus principales atributos, cuyo fiel nivelado simboliza el eje que atraviesa y religa los mundos o planos que figuran otros tantos grados o estados del Ser Universal. El equilibrio al que nos referimos, supone pues, el punto de cognición de todos esos estados simultáneamente, es decir la conciencia de Unidad.

En otro orden de cosas, la obra Cuento de Invierno representa quizá con más nitidez lo que ya se expuso con anterioridad acerca del traidor, en este caso figurado por la enconada ofuscación que hace mella en el rey de Sicilia, cuyas decisiones le traerán enormes calamidades que no obstante serán revertidas de acuerdo a lo que la profecía de Apolo indica: si lo perdido no se encuentra, el monarca vivirá sin heredero. Y ya que hablamos de oráculos, conviene no perder de vista jamás que el vaticinio en realidad, –nos referimos al auténtico y no a las copias adulteradas que se ofrecen a diario–, más que anticipar lo que se ha de cumplir en el tiempo sucesivo y lineal, enuncia lo que ya es un hecho.

Desde el comienzo se debe advertir que el espacio-tiempo oracular es completamente otro que el que reconocen, de ordinario, los sentidos. El tiempo oracular es siempre presente: lo que le ocurrirá al consultante ya le sucedió, y desde luego eso está pasando en el ahora, siempre perpetuo, y por eso constantemente actual.
Edipo ya está asesinando y cometiendo incesto cuando el oráculo se lo dice. Y entonces la importancia del drama o la comedia pasa a ser secundaria pues se le atribuye su justo valor, y los crímenes y la ceguera de Edipo sólo son efectos, prontuarios psicológicos, o crónicas policiales, cuando no son tomados en su auténtico ser, es decir como paradigmas que se proyectan en el destino de los hombres. La ciencia oracular es sagrada porque tiempo y espacio se conjugan en la simultaneidad del presente.
Por otra parte, el espacio ordinario es global, por él circulan indefinidas anécdotas y se interconectan miríadas de circuitos tan diferentes e individualizados entre sí como perfectamente vanos. Pero el espacio oracular se fija, inmovilizándose, y el tiempo, abolida su dimensión sucesiva, refleja un hecho, fenómeno, o cosa, lo focaliza y lo convierte en símbolo, en gesto o signo visible de la realidad metafísica y la revelación, especialmente si se considera que todo está en todo
(1).

El ejemplo de Edipo se puede aplicar a otras obras y personajes, como es el caso claramente reconocible de Macbeth, y los vaticinios que le hacen las brujas de acuerdo a los designios de Hécate, que lo precipitarán a la muerte.


Un último apunte con respecto a Cuento de Invierno, que debería interesar a los buscadores de lo oculto: Frances Yates en sus investigaciones acerca de la Filosofía oculta en el Renacimiento, explica que los acontecimientos del último acto recuerdan al pasaje de las estatuas vivificadas del Asclepio hermético, que por cierto es equiparable al mito hebreo del Golem, una figura creada por el hombre que cobra vida mediante Magia.

Nota:
1. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Arte”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

Imágenes:
1. Alexandre-Marie Colin. Las tres brujas de Macbeth, 1827.
2. Fotograma de Macbeth, detalle. Dirigida y protagonizada por Orson Welles, 1948.

Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.