viernes, 6 de junio de 2025

5. Himnos Cabalísticos

A Luzbel

Al brillante, al de la luz más pura,
al que luce el tercer ojo diamantino
conocedor del sentido de eternidad;
el que se sacrifica y abandona el estado de unidad
atraído por la fuerza de la gravedad,
arrastrando tras de sí una multitud de ángeles.
A ti, Luzbel, entono este himno.
Tú que acarreas la pesada carga de un ciclo completo,
y en tu caída derramas chispas en los cuatro mundos,
manteniendo vivo el recuerdo del paraíso.
Tú que promueves las uniones de toda tu milicia
con las bellas hijas de los hombres,
asegurando así los maridajes del cielo y de la tierra,
y haciendo que una gota de luz se geste en cada vientre.

Tú que has descendido hasta el polo inverso del universo adoptando el nombre de Sandonfón,
muéstrate ahora con la plenitud de tu esplendor a tus iniciados,
fulmina todos sus errores y desviaciones,
y al resucitarlos de la muerte que los mata,
deposita en sus manos la copa que contiene el elixir de larga vida.
Tallada por los ángeles de la esmeralda desprendida de tu frente,
ha viajado a través del tiempo cayendo poco a poco en el olvido
hasta quedar oculta, casi perdida...

Pero no, no, no,
triple negación de todo lo que te niega.
El sagrado cáliz contiene todavía la esencia de la doctrina intacta.
Cantamos bien alto que hemos oído la voz de una sabiduría imperecedera,
que nos han transmitido una enseñanza indestructible,
que nos han instruido con libros veraces,
y guiados por esta luz, que es tu luz,
vamos remontando cumbres hasta la fuente original.
Tu nombre, Luzbel, contiene la partícula indestructible
que alojada en la raíz de la columna, resucitará en el último instante
a todos los seres devolviéndolos al punto inmutable, origen del universo.

¡Haz que nos mantengamos firmes en la realización de lo que somos!
Otórganos el don de la clarividencia
y acepta nuestro gesto de entrega y lucha para que al cerrar este ciclo cósmico
no quede ni una sola semilla por retornar a la matriz.
Que una vez restituido tu tercer ojo,
cese todo trabajo y movimiento y el brillo de tu esplendor
abra una estrecha brecha hacia la más que luminosa Oscuridad de la esencia.





Imagen:
1. Luzbel.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



martes, 20 de mayo de 2025

4. Himnos Cabalísticos

A la Shekinah

Te invoco y actualizas en mí tu recuerdo,
inmanencia de lo Absoluto,
águila que me raptas hacia lo más alto
infundiéndome la memoria del Uno.

Se diría que te es indiferente mi gesto,
tal tu generosidad sin par.
Pues te entregas a cada momento
aunque ya ha tiempo
que tu puerta está sin golpear
por éste, sumido como está
en un módico tedio
del que no alcanza a zafar.
(¡tantos años!)

En nuestro trato,
tu tercio es dar
(y a fe mía que siempre das)
y mis dos terceras partes, acoger y retornar.
Y como en nuestra empresa
las cosas van por unanimidad,
si un accionista no concurre a la asamblea,
¿qué obra se podría operar?

Pero me has llamado por mi nombre.
Te oí ayer en mi sueño
(¿eras tú, verdad?)
y me despertaste.
Te he buscado en el bosque
donde tu presencia solía intuir.
Y mira tú por dónde
es hoy aquí,
en este otro lugar sin acondicionamiento,
que te descubro sentada ante mi asiento.
Y aquí me tienes,
diciendo:
¡Shekinah!
Tu nombre que también es mi nombre,
porque soy lo que tu eres,
amante que vienes a mi encuentro.





Imagen:
1. Nombre Divino: Shekinah.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



lunes, 5 de mayo de 2025

3. Himnos Cabalísticos

A Metatron

He buscado y rebuscado el origen de tu nombre,
y en ningún lugar lo he encontrado.
¿Será por tu proximidad al Dios Desconocido?
No se sabe de dónde viene,
no procede de esta o aquella tradición,
sin embargo todas te conocen
y proclaman tu preeminencia en el empíreo.
Los que no se adscriben a ningún bando lo pronuncian en secreto,
Metatron,
los de espíritu libre, viajeros de pisada firme y vuelo vertical.

Eres rayo, luz fulminante y fecundante,
fuerza que penetra todos los estados por su centro,
potencia activa del Principio.
Príncipe de la Faz –sólo una letra te separa de la Paz–,
eres el jefe de todas las jerarquías celestes,
el testimonio de la Verdad,
el que no deja ningún espacio a la dualidad
y canta sin desmayo la Gloria del Innombrable.

En soledad te invoco, una y otra vez,
Metatron, Metatron, Metatron,
desenmascara el error y la estúpida ignorancia,
mantén a raya a los feroces enemigos,
doblega sin esfuerzo al Adversario.
Derrama el rocío del cielo
y resucita de las cenizas a tus iniciados,
azúzalos con tu sacudida eléctrica,
levántalos del tedio, del miedo, la pereza o la soberbia
y arráncalos de este fastidioso fango.

Joven, eres el más joven,
el intrépido habitante de la cúspide de la montaña cósmica
coronado con las letras generatrices de todo lo nombrable.
Pequeño YHVH, así recibes a los que te encarnan,
les dices: “Eres el brillo de mi rayo”,
y de este modo, ¡oh maravilla!,
se opera el milagro de una sola cosa
entre el conocedor y lo conocido por el rito del conocimiento.

Dispuesta está la Shekinah a recibir permanentemente tu influjo,
y preñada de tu savia,
no deja ni un instante de alumbrar espacios vírgenes.
Ahora esperamos tu retorno,
Metatron,
ya sea bajo el ropaje de Enoch, Elías o Jesús,
o con el de aquél o aquélla que has raptado
y sabe que no media distancia alguna entre “tú y el otro”.

Misterioso, poderoso, rotundo,
ilumina esta asamblea reunida en el centro subterráneo,
y aspira su aliento para devolverlo al Origen.
¡Que tu nombre perdure hasta el fin de los tiempos,
y sea el que insufle renovada vida al eón que se avecina!





Imagen:
1. Nombre Divino: Metatron.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



jueves, 24 de abril de 2025

2. Himnos Cabalísticos

A Shaddai y otros nombres del Innombrable

Son tantos los nombres con que se te canta, deidad Innombrable, que comenzaremos por deletrear las cuatro letras del Tetragramaton, iod, he, vau, he, de las que emanan los cuatro planos simultáneos de tu Ser. Sin ser judíos, o tal vez siéndolo, reconocemos el alcance de estas grafías tan acordes con la sagrada Tetraktys, símbolo de la hermandad entre las distintas ramas de la Tradición a la que pertenecemos, la Hermética, la emanada del Verbo que se ha encarnado haciéndose hombre, Ieoshuah; en nuestra lengua, Jesús.

Señor, Mi Señor, Adonai, con esta invocación que no indica posesión sino una profunda filiación contigo, se abre la puerta (delet) a mi auténtico Yo (Ani). Y ahora, ¿qué rumbo tomar, qué dirección en este universo invisible concebido en el pensamiento de Yah?

El, Elohim, Eloha, triple cantinela creacional que ubica los cuatro arcángeles en las esquinas del mundo, Gabriel, Rafael, Miguel y Uriel. ¿Quién como tú? Si tú eres mi fuerza, mi medicina y mi luz. Y así me balanceo entre los dos interrogantes –Mi (¿Quién?) y Mah (¿Qué?)– que son las fronteras de la caja-cubo cósmica, donde tu espíritu ruaj va trazando senderos invisibles con las letras-llamas dando vida a nefesh y neshamah.

¡Haim, eres la fuente de la vida en toda su extensión! Inspiro tu aliento que introduce en mis adentros el nombre de las 10 sefiroth y un Árbol invisible se va iluminando en mi conciencia. ¡Soy el que Soy!, pero no lo veo inscrito en la zarza ardiendo, sino en el centro del corazón, albergue de la más alta intuición. ¡La Unidad (Ejad) que lo abarca todo y es una con Ahavah, el Amor! Hasta que con la exhalación todo se va descomponiendo y desaparece el Árbol que soy, y me sumerjo en un caos amorfo, que vuelve a ordenarse cuando tu divina inmanencia, la Shekinah, se abre al rayo fecundo de Metatron.

Ángel de la Faz, preséntame a tu par, al misterioso Shaddai, el Todopoderoso, oculto al igual que tú en la cifra 314. Tú que todo lo puedes, Tú que todo lo incluyes, Tú que eres umbral y catapulta hacia El Elion, el Dios Altísimo de Melkitsedeq, descorre el velo que esconde tu rostro. En la intimidad de un espacio sin coordenadas, de un tiempo sin minutos ni segundos, he aquí que descubro que yo soy tú, sin más, sin testigo ni aval. Con temor ante tamaña grandeza y por no caer en la soberbia –siempre al acecho, pues el ego se crece con un pestañeo–, vuelvo a concentrarme en lo más pequeño, en la letra seminal, en la iod con la que concluye tu nombre, Shaddai y se inicia el Tetragramaton.

Más no diré, pues es imposible hablar de la simultaneidad que abraza el siendo de todos los ángeles, por eso concluyo este himno y alabanza repitiendo tu Nombre, Hashem, y recordando la paradoja que, “Tu nombre es silencio, no el silencio audible de la belleza, ni siquiera la música perfecta de las esferas. Tu nombre es No” (1), Lo, Nada, Ain, En Sof, Sin Fin.




Nota:
1. Federico González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2024.

Imagen:
1. Nombre divino: Shaddai.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



lunes, 7 de abril de 2025

1. Himnos Cabalísticos

Al Árbol de la Vida

Comienzo por cantar al jardinero que sembró al voleo las semillas del Árbol cósmico. Canto su ímpetu, su amor, su destreza en el arte de modelar y dar forma a las ideas, repitiendo sus nombres y el orden de la emanación, un día tras otro, sin descanso, sin enmienda, a golpe de verso y conjugando rigor y gracia mientras se fuma un puro sentado en la butaca del centro.

Canto al corazón arado que recibe la simiente y la deja germinar desde la más recóndita oscuridad cada vez que recuerda los nombres de las 10 esferas que al mismo tiempo son, como se sabe, numeraciones sagradas.

Canto al uno, al dos y al tres, triángulo primordial cuya cúspide es Kether, la corona del cosmos, el Uno sin par. De ti brotan todas las potencias sin que tú salgas jamás de tu mismidad. ¡Que toda la conciencia se concentre en este punto! Y veremos pasar mundos, días y años, abriendo y cerrando ciclos mientras el universo se levanta y se destruye apoyado en las siete sefiroth de construcción, cuyos nombres incanto desde Malkhuth hasta Hesed, para entregar el alma a sus más altas instancias más allá del abismo, Tehom.

Canto a la Inteligencia, Binah, que alumbra todos los mundos y se encierra en el regazo de la Sabiduría, del semillero cósmico, Hokhmah; equidistantes diosas que se equilibran en Daat. ¡Venga a nosotros el Conocimiento! Que se abra el tercer ojo hacia el punto más elevado del cielo, liberándonos así del peso de cada esfera hasta alcanzar las raíces implantadas allende la Corona, en el En Sof insondable.

Árbol de Luz que das la vida, que la recreas con el residuo, reshimu, de la divinidad más oculta. ¡Que por tu intermedio todos los que nos hacemos uno con tu tronco, tus ramas, frutos y raíces, ardamos en tus cenizas, devolviendo tu núcleo indestructible, Luz, a su origen increado! Y a medida que recorremos los 32 senderos de Sabiduría nos vamos fundiendo, sin confusión, en el secreto del Misterio absoluto.





Imagen:
1. Árbol de la Vida Sefirótico.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



miércoles, 26 de marzo de 2025

Los diez primeros himnos

Con este decálogo comienzan los cantos. Diez y no nueve, diez y no once, como las 10 esferas del Árbol de la Vida, como las 10 numeraciones de la Sagrada Tetraktys. Esto es así porque es arquetípico. Desde el Agartha, invisible como el centro de la rueda, se salvaguarda esta enseñanza intemporal y se disparan las flechas hacia todo el contorno del círculo.

A los Iniciados del Crepúsculo

Ser testigo y dar testimonio del Misterio,
dar fe de lo Uno sin par,
y hablar del silencio de su nombre impronunciable.
Loados sean los dioses, potencias divinas que lo manifiestan:
desde Egipto, pasando por Grecia y Roma, Alejandría y las potencias de la Gnosis;
las tradiciones del libro y la Cábala, la historia sagrada de Occidente; las tradiciones orientales y precolombinas,
pues todas ellas expresan lo sagrado a través del tiempo.

Por eso, mediante las labores de Saturno,
el iniciado se empeña en encontrar claves simbólicas,
llaves que abren las puertas de la Obra divina:
a la que el alquimista se suma con gran paciencia y tesón,
así, cuando comprende su esencia,
queda maravillado de los prodigios de la Naturaleza.

Y entonces,
entonces abre su alma al vuelo del espíritu.
Y todo ello por querer conocerlo todo sin saber nada de nada,
pues la ignorancia es el suelo que pisamos a diario en nuestro quehacer sacro.
En hora tardía,
como si de un anunciado ocaso se tratara,
alzamos nuestra mirada al Cielo y con los pies en la tierra,
recordamos la Dignidad del hombre proferida por Pico:

“Te he puesto en el centro del mundo
para que más cómodamente observes cuanto en él existe.
No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal,
con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo,
te informases y plasmases en la obra que prefirieses.
Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias,
podrás regenerarte, según tu ánimo,
en las realidades superiores que son divinas”
(1).

Sabedores de que Eros es la fuerza que cohesiona toda la creación, a este dios “pícaro y sinvergüenza” pues, nos encomendaremos; no en vano reúne las energías de Marte y Venus en cópula celestial, en la perpetua conjugación de contrarios.

Rastrearemos, pues, en nuestro quehacer cotidiano,
el simbolismo derramado por los iniciados de la cadena Áurea:
recorreremos el laberinto,
viviremos el mito,
seremos peregrinos y actores,
subiremos y bajaremos del Cielo a la Tierra,
cuales seres pneumáticos encarnando la Cosmogonía,
e, inspirados por las meditaciones cabalísticas,
buscaremos la salida del Cosmos,
vieja prebenda otorgada por el Creador al Hombre Verdadero:
la Libertad por el Conocimiento.

Con el Recuerdo del Ahora siempre presente,
a través de la Historia Sagrada de Occidente,
estamos atentos y, de forma consciente,
siempre empeñados en el cultivo de la voz sagrada,
cada vez menos escuchada,
cada vez menos comprendida, y hasta negada.
Pues vivimos el tiempo de una humanidad cada vez más alejada
de los dioses que habitan el alma del hombre y del mundo.
Y entonces, su recuerdo se tiñe de olvido.
Sean pues las siete cuerdas de la lira de Orfeo,
las siete vibraciones que la melodía de las esferas danza,
las siete cifras de construcción cósmica y el sintético sello de Salomón.
Ahora que el carro de Helios se muestra en toda su majestad cíclica, cantamos:

¡Evohé Bacantes!

De Tracia a Eleusis: ¡Fastos en honor a Dioniso!
Pues el logos divino que emana de Apolo,
alumbra los ciclos y vive en el alma del iniciado.
Somos avatar,
y nos permitimos persistir en nuestra entrega anónima
para ser testigos y dar testimonio del Misterio,
dar fe de lo Uno sin par,
y hablar del silencio de su nombre impronunciable.





Nota:
1. Pico de la Mirándola. Discurso sobre la Dignidad del Hombre.

Imagen:
1. Miguel Ángel. Dioniso, Baco. 1497, Palacio Bargello, Florencia, Italia.

Colección Aleteo de Mercurio 6.
Himnos del Agartha.
Ateneo del Agartha.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.



viernes, 7 de marzo de 2025

El Teatro en el Renacimiento. 11. La Magia en la época Isabelina

Cerramos el capítulo con un par de referencias más al interesado que desee seguir tirando del hilo en todo este entramado de ideas, apenas una partícula de la punta del iceberg: El mercader de Venecia es una obra que gira en torno a la Ley y la Justicia y su penetración más allá de las apariencias. Se trata de principios emanados del Amor que constituyen la idea de Equidad, de ahí la balanza como uno de sus principales atributos, cuyo fiel nivelado simboliza el eje que atraviesa y religa los mundos o planos que figuran otros tantos grados o estados del Ser Universal. El equilibrio al que nos referimos, supone pues, el punto de cognición de todos esos estados simultáneamente, es decir la conciencia de Unidad.

En otro orden de cosas, la obra Cuento de Invierno representa quizá con más nitidez lo que ya se expuso con anterioridad acerca del traidor, en este caso figurado por la enconada ofuscación que hace mella en el rey de Sicilia, cuyas decisiones le traerán enormes calamidades que no obstante serán revertidas de acuerdo a lo que la profecía de Apolo indica: si lo perdido no se encuentra, el monarca vivirá sin heredero. Y ya que hablamos de oráculos, conviene no perder de vista jamás que el vaticinio en realidad, –nos referimos al auténtico y no a las copias adulteradas que se ofrecen a diario–, más que anticipar lo que se ha de cumplir en el tiempo sucesivo y lineal, enuncia lo que ya es un hecho.

Desde el comienzo se debe advertir que el espacio-tiempo oracular es completamente otro que el que reconocen, de ordinario, los sentidos. El tiempo oracular es siempre presente: lo que le ocurrirá al consultante ya le sucedió, y desde luego eso está pasando en el ahora, siempre perpetuo, y por eso constantemente actual.
Edipo ya está asesinando y cometiendo incesto cuando el oráculo se lo dice. Y entonces la importancia del drama o la comedia pasa a ser secundaria pues se le atribuye su justo valor, y los crímenes y la ceguera de Edipo sólo son efectos, prontuarios psicológicos, o crónicas policiales, cuando no son tomados en su auténtico ser, es decir como paradigmas que se proyectan en el destino de los hombres. La ciencia oracular es sagrada porque tiempo y espacio se conjugan en la simultaneidad del presente.
Por otra parte, el espacio ordinario es global, por él circulan indefinidas anécdotas y se interconectan miríadas de circuitos tan diferentes e individualizados entre sí como perfectamente vanos. Pero el espacio oracular se fija, inmovilizándose, y el tiempo, abolida su dimensión sucesiva, refleja un hecho, fenómeno, o cosa, lo focaliza y lo convierte en símbolo, en gesto o signo visible de la realidad metafísica y la revelación, especialmente si se considera que todo está en todo
(1).

El ejemplo de Edipo se puede aplicar a otras obras y personajes, como es el caso claramente reconocible de Macbeth, y los vaticinios que le hacen las brujas de acuerdo a los designios de Hécate, que lo precipitarán a la muerte.


Un último apunte con respecto a Cuento de Invierno, que debería interesar a los buscadores de lo oculto: Frances Yates en sus investigaciones acerca de la Filosofía oculta en el Renacimiento, explica que los acontecimientos del último acto recuerdan al pasaje de las estatuas vivificadas del Asclepio hermético, que por cierto es equiparable al mito hebreo del Golem, una figura creada por el hombre que cobra vida mediante Magia.

Nota:
1. Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Arte”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

Imágenes:
1. Alexandre-Marie Colin. Las tres brujas de Macbeth, 1827.
2. Fotograma de Macbeth, detalle. Dirigida y protagonizada por Orson Welles, 1948.

Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.