Aunque de naturaleza oculta, [la influencia de John Dee] será formidable, —una prolongación de la Sabiduría—, tal como ocurre con Merlín en el reino de Camelot e igualmente con Próspero, el mago que habita la utópica isla donde se ubica la trama de La Tempestad, obra mágica que será representada en la corte por King’s Men, la compañía de teatro objeto del patrocinio real que incluirá a Shakespeare como principal dramaturgo, con un repertorio cuya escenificación pone en juego Ideas-Fuerza de índole regenerativa —catarsis—, que atañen al ser en particular y al reino en general como un todo cohesionado, íntegro.
De entre sus obras, escogeremos la historia del príncipe Hamlet, destinado a ser el brazo de la justicia divina que restablezca el orden legítimo, entregando finalmente la propia vida. Innegable la determinación con la que el protagonista asume la tarea; una actitud vital que recuerda al furor inspirado de Giordano Bruno o Marsilio Ficino, por citar un par de ejemplos, lo que no quita para que sea una cruda en toda regla difícil de sobrellevar: revelar el entramado de traición a la Corona concebido por su tío y la complicidad de su madre. Ello lo sumirá en una profunda melancolía, que curiosamente le proporciona la lucidez necesaria para ver en sí mismo lo tenebroso disfrazado de amor y bondad, reflejado en la propia familia, por lo que ha de permanecer bien despierto en un entorno como este, sembrado de peligros, dificultades extremas aparentemente insalvables y enemigos sin cuento, personajes todos que se desvanecerán al término de la función, tal y como lo refiere Próspero en La Tempestad y Segismundo de otra manera en La vida es sueño.
En realidad, todas las situaciones representan estados del alma, y todos los personajes aspectos que están en uno mismo: desde el rey asesinado hasta el propio asesino, o la reina madre igualmente implicada, así como el chambelán real y su retórica empalagosa que le hace un ser patético, aunque por momentos con cierta lucidez, como es el caso de los consejos que proporciona a sus hijos. También los cortesanos que se acercan al príncipe, movidos por intereses ocultos para obtener ventajas varias, nadie se librará de la perspicacia con la que el propio Hamlet desenmascara faceta perversas que también están en él:
Yo soy bastante decente, pero puedo acusarme de cosas tales que más valdría que mi madre no me hubiese engendrado. Soy muy orgulloso, vengador, ambicioso, con más disposición para hacer daño que ideas para concebirlo, imaginación para plasmarlo o tiempo para cumplirlo. ¿Por qué gente como yo ha de arrastrarse entre la tierra y el cielo? Todos somos unos miserables: no nos creas a ninguno (1).
(Continuará)
Notas:
1. William Shakespeare. Hamlet, Príncipe de Dinamarca. Biblioteca Pública Digital de San Luis.
1. William Shakespeare. Hamlet, Príncipe de Dinamarca. Biblioteca Pública Digital de San Luis.
Imágenes:
1. Autor desconocido. Escena de La Tempestad con Próspero en el centro, Ariel a su izda. y Miranda a dcha. Yale Center for British Art.
1. Autor desconocido. Escena de La Tempestad con Próspero en el centro, Ariel a su izda. y Miranda a dcha. Yale Center for British Art.
Colección Aleteo de Mercurio 8.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.
Teatro Sagrado. El juego mágico de la memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
Carlos Alcolea.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021.